Alejandro acompañó a Florencia al médico luego de que ella presentara un malestar sostenido durante varios días. Imaginaron que podía estar embarazada, pero tras un test negativo de farmacia descartaron dicha posibilidad y pensaron que podía tratarse de algo que le había caído mal.
“Nos recomendaron hacer un análisis de sangre porque seguía con los mismos síntomas, similares a los que había sentido durante el primer embarazo. Eso ocurrió a fines de noviembre de 2023. Y finalmente el análisis dio positivo. Nos pusimos contentos, también nos hicimos muchas preguntas, pero esa misma tarde fuimos a hacer una ecografía”, recordó Alejandro a TN.
Gasista de profesión y actualmente empleado en una farmacia, Alejandro relató que en esa primera ecografía el médico notó que en la imagen no se veía nada. Ni siquiera se sentían los latidos. “El obstetra confirma el embarazo pero volvimos a los 15 días. Notamos que algo le generaba preocupación, aunque no nos lo decía”, sostuvo Alejandro.
En esa nueva visita descubrieron que en la imagen no había un bebé sino tres. “¡Son tres, son tres!”, empezó a gritar el médico. No lo podíamos creer. Me agarré la cabeza y Flor, en la camilla, se largó a llorar. Se nos caían las lágrimas a ambos. Yo había ido con la idea de que ya teníamos la sillita, la butaca para comer, todo lo de Catalina. Pero resulta que eran tres”, sostuvo.
Cuando salieron de la consulta, y antes de buscar a su hija en el jardín, se sentaron a tomar un jugo y a analizar la situación. “Nos quedamos mirando a la nada. Hasta que arrancamos para buscar a Cata y decidimos, de manera instantánea, que íbamos a continuar para ver dónde nos llevaba todo esto”, contó.
Florencia y Alejandro se conocieron en 2009 mientras cursaban quinto año en la secundaria. Allí forjaron una profunda amistad que, con el correr de los años, llevó a los sanjuaninos a transformar ese vínculo en una relación de amor y pareja. En noviembre de 2017 se casaron y hace tres años se convirtieron en mamá y papá de Catalina.
Antes de saber que iban a ser padres lucharon para que eso sucediera: tratamientos con estimulación ovárica, estudios invasivos muy dolorosos, aparentes problemas con la fertilidad y más tratamientos de inseminación y fertilización.
Alejandro recordó que estaban comenzando un nuevo tratamiento cuando recibieron unos estudios de rutina que tenía como fin descartar que, antes de comenzarlo, Florencia estaba embarazada: “Andábamos cerca del laboratorio, pasamos retirarlo y lo dejamos en el auto. Ni lo abrimos. A la media hora nos fijamos y era positivo. Flor estaba embarazada. Nos detuvimos en el medio de la calle a llorar”
“Este es un embarazo triple monocorial triamniótico, en donde las bebés se alimentan de la misma placenta, van a ser genéticamente iguales, van a compartir ADN, van a ser idénticas, por así decirlo. A las trigemelas se las va a diferenciar por cosas, no sé, el tamaño en su momento, los dientes, la forma de los dientes y las huellas dactilares. Nosotros ya veremos cómo las identificamos”, dijo Florencia, que aseguró que su caso que se da cada 200 millones de embarazos.
“El médico que llevó adelante el embarazo de Cata nos dijo lo que podía llegar a pasar, porque este es de alto riesgo. Así que lo vivimos con mucho miedo y mucha incertidumbre”, reveló Florencia, que espera el nacimiento de Alfonsina, Margarita y Guillermina (se llamarán así por orden de llegada) para fines de mayo.
Cómo es transitar un embarazo de trigemelas
“Gracias a Dios no pasó nada de lo posible y ahora estamos esperando que nazcan, porque el peso de la de la panza es mayor. Acostumbrada a ir venir a hacer y ahora solamente estar quieta me cuesta muchísimo. Pero a nivel físico todo está bien”, agregó la flamante mamá, que precisó detalles de cómo es llevar tres bebés en el cuerpo.
“Hasta los tres meses se sintió igual que con Catalina. Pero últimamente no duermo porque se mueven muchísimo. Muchas náuseas y vómitos. Son tres veces más los dolores de cabeza, el cansancio, el sueño. Me duermo en el auto, viendo la tele o almorzando. Por cualquier cosa lloro. Es ilógico, rarísimo. Es lindo pero a la vez agotador. Muy demandante”, explicó.
En cuanto a lo económico, Alejandro indicó que también resulta una complicación porque, según sus cálculos, “criar un hijo cuesta cerca de $250.000 mensuales. Y ahora es por cuatro. Nos va a cambiar muchísimo la vida, porque el único ingreso que tenemos es el de mi trabajo. Esperemos que con el tiempo Flor pueda volver a trabajar. Ella es docente de nivel inicial”.
“Recibimos mucho apoyo y no sé cómo vamos a hacer. La gente se acercó con donaciones y rifas, pero no pretendo que vengan a regalarme nada. Estamos tranquilos porque el embarazo está llegando a su fin. Y felices porque Cata puede compartirlo y vivirlo con nostros”, completó.