Silvina, y su historia de amor con Andoni que superó todas las barreras
Silvina Ceballos había conocido a Andoni Irazusta –referente de la Unión Vasca, jugador de básquet en DUBa y ex rugbier de El Nacional– en los años ’90, mucho después de que un accidente automovilístico lo dejara parapléjico a los 17 años. El último anhelo cumplido en el País Basko y la despedida “en paz”.
Silvina Ceballos, la mujer de grandeza admirable y sonrisa eterna que supo contagiar buena energía a quienes la rodearon, falleció el jueves pasado producto de un largo proceso de cáncer. Era la esposa de Andoni Irazusta, conocido referente de la Unión Vasca, jugador de básquet en DUBa y sobreviviente de un accidente que en 1979 y, con solo 17 años, lo dejó parapléjico y en silla de ruedas.
Silvina y Andoni construyeron una historia de amor que superó barreras: se conocieron en los `90 cuando él tomó con ella clases de guitarra; se casaron el 7 de agosto de 1999, fueron padres de Lander, su único hijo, y tuvieron una vida maravillosa. Ocho años atrás, fue diagnosticada con cáncer de mama y comenzó un duro y largo proceso que supo afrontar con dignidad.
“En agosto último, cuando su hígado estaba muy afectado y los médicos no le daban un buen pronóstico, cumplimos su sueño de visitar Euzkadi, en el País Vasko, donde vive parte de mi familia. Me acuerdo que entraba a su habitación y me repetía que, aún en esas condiciones, deseaba cumplir ese objetivo. Lo hicimos y fue inolvidable”, resumió Andoni a La Brújula 24, para agregar que, ya este año, su esposa comenzó a sufrir altibajos serios en su salu
Para Andoni, el haber logrado compartir esos días en la tierra de origen de sus antepasados donde hoy vive su hermana y sobrinos, fue “increíble”. Pero, sobre todo, por haber cristalizado un anhelo de su esposa.
“Los médicos decían que iba a ser imposible, pero ella lo logró por su energía. Una vez allá, como no podía caminar demasiado lo resolvimos con triciclos eléctricos. Fuimos para todos lados de esa manera, incluso en los trenes. Fue una experiencia hermosísima”, rememoró.
Lo cierto es que Andoni eligió la imagen más significativa para publicar en el Facebook junto a unas palabras de despedida para su mujer. Con el mar Cantábrico detrás, aparecen él y su hijo junto a Silvina que sonríe con su pañuelo en la cabeza.
Redactó: “Silvi querida, qué decirte, sos un ser de luz, de lucha permanente, ninguna adversidad hizo que perdieras tu sonrisa y buena onda ¿Nos peleamos? Sí ¿Renegaste con Lan? Sí, pero en pocos minutos reflexionábamos y hablábamos entre los dos o los tres y encontrábamos una solución a las diferencias y seguíamos proyectando… Fuiste ganando sabiduría y grandeza frente a lo que te tocaba vivir, le ganaste mucho tiempo a la vida, nos llevaste a las Cataratas, a Euzkadi, a tu amado mar de Monte. Nos faltó poquito para nuestro sur, siempre los tres juntos. Esa grandeza que menciono me la terminaste de mostrar en tus últimos días de internación, cuando me diste las gracias por la vida que llevamos y los lindos momentos vividos juntos, yo intentaba decirte que todo eso lo hicimos entre los dos y estallé en lágrimas, pero vos redoblaste diciéndome que llore. `Llorá tranquilo que te hace bien, quedate tranquilo que estoy en paz’ ¡Mamita! qué fortaleza, era a vos a quien yo quería contener. Ese día pasaron muchos amigos y familia a verte y recibiste a cada uno con amor, dando un abrazo y regalando una sonrisa. Compartimos muy lindos 30 años y formamos una familia con nuestro osito Lander, seguiremos por muchos más, con vos, aunque sea desde la estrella que te tocó iluminar. No tenemos dudas que, desde allí, continuarás guiando y conteniendo a tus dos amores, el Gordito y Lan. Dejaste una excelente huella en nuestro corazón una sonrisa grabada a fuego y ojalá hayamos aprendido tu lección del culto a la amistad y solidaridad con quien lo necesite. Te extrañaremos mucho y amaremos siempre, pero te dejamos volar alto y que tengas merecido descanso en PAZ”.
Devota de la Virgen de Schoenstatt, dijo que Silvina siempre le “metió” para adelante, para agregar que su cuerpo estaba “desgastado” de tantos tratamientos.
“Se fue un 18, justo el día que ella amaba por la virgen que la acompañó siempre, hasta el último día. Se entregó, pero antes, con una grandeza admirable, nos pidió que nos quedáramos tranquilos, que ella estaba en paz…”, recordó.
El accidente que marcó la vida de Irazusta
El 30 de diciembre de 1970 la Ford F 100 en la que viajaba Andoni Irazusta junto a dos de sus hermanos y un amigo –el único que falleció en el accidente– volcó camino a Monte Hermoso. Andoni se despertó en un hospital sin poder mover las piernas.
“Tuve, desde siempre, una enorme contención. Amigos de toda la vida y familia de fierro que fueron un pilar. Un día dije que no necesitaba más psicólogo”, recordó durante una entrevista periodística en 2017.
Y agregó: “Debí pelear con lo que me tocó. No me hace sentir superior el haber dado batalla y, de hecho, hay gente a la que le suceden situaciones más difíciles. Soy de mirar el vaso lleno antes que el vacío y trato de disfrutar el día a día sin pensar en lo que vendrá. A mi hermano Iñaki, quien conducía la camioneta, le generó culpa verme en silla de ruedas y, además, su amigo murió en el accidente. Una ironía, porque años después el propio Iñaki murió en otro accidente”.
Ingeniero egresado de la Universidad Nacional del Sur (UNS), dijo en esa oportunidad que sus amigos siempre fueron fundamentales en su vida.
“Dos o tres veces les he dicho a mis amigos que prefería no salir al boliche para evitar, justamente, eso. Nunca me hicieron caso. Íbamos todos o ninguno. Una noche me encontré moviendo la silla en medio de la pista. Nunca me he sentido distinto”, aclaró.
Tuvo novias, “intentos y fracasos, como todos”. Hasta que, a mediados de los 90, conoció a Silvina, amiga de su cuñada y profesora de guitarra. “Empezamos a charlar y hasta llegué a tomar clases con ella. Nos casamos en 1999, en un año muy particular: económicamente fue el más duro para mí porque la empresa quebró. Y desde el punto de vista deportivo fue el mejor: fui al Panamericano de básquet en silla de ruedas. Cuatro años después nació Lander, nuestro hijo”.
El jueves pasado, tras despedir a Silvina, Andoni sintió cada palabra que escribió desde lo más profundo. Y los comentarios de apoyo y amor hacia su esposa no se hicieron esperar.