Salud 23/04/2024 15:39hs

Emiliano Pinsón: “Teniendo Parkinson todos los días encontrás un dolor distinto“

Leo Montero entrevistó al periodista en Random, el ciclo de Infobae. Contó cómo atraviesa la enfermedad, cuáles son los cambios que tuvo que incorporar en su vida a partir del diagnóstico y cómo, en medio de este proceso, encontró el amor.

Emiliano Pinsón: “Teniendo Parkinson todos los días encontrás un dolor distinto“

Emiliano Pinsón es periodista deportivo y relator de fútbol con una vasta carrera en los medios de comunicación y reconocido por el público y sus pares. Pero más allá de sus logros profesionales, su nombre se transformó en noticia en el último año debido a que contó públicamente que padece la enfermedad de Parkinson.

Lejos de caer en la profunda tristeza que genera este tipo de diagnóstico que cambia la vida de cualquier paciente, Emiliano se muestra optimista y, con algunos cambios lógicos en sus hábitos, trata de mantener una rutina que lo ayude a hacerle frente a los dolores y al proceso de los síntomas que experimenta a diario.

 “Soy muy optimista, siempre lo fui. Si yo me detengo en los dolores, me caigo, entonces, siempre miro para adelante. A veces es mejor no ser tan inteligente ni pensar tanto las cosas y avanzar. Los por qué no me los pregunto, avanzo”, confesó.

Acompañado de sus seres queridos y activo en el trabajo, sigue las indicaciones de los médicos y busca alternativas para sentirse bien y mantenerse siempre en movimiento, la premisa principal para hacerle frente a este mal.


El parkinson
 
Emiliano fue diagnosticado en 2021 luego de tener una serie de episodios y realizarse estudios médicos. En julio de 2023 lo contó públicamente y sorprendió a la audiencia. Recibió el cariño de sus seguidores a través de las redes sociales, que se solidarizaron con su situación y muchos, incluso, a partir de su historia, se animaron a contar sus propios problemas de salud a otros.

Leo: — ¿Cómo estás hoy? ¿Cómo es tu vida en el día a día?

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Emiliano: — Es un poco vivir con el dolor, convivir con el dolor corporal y, por lo menos yo me fui acostumbrando, hay gente que no, por eso le doy un cierto valor a la enfermedad, a estar bien mentalmente y decir uno en lo personal: “¿Qué puedo hacer? ¿Lo puedo evitar? No, pero puedo tratar de pasarlo un poco mejor”.

Leo: — ¿Qué cosas cambiaron en este tiempo? ¿Qué tuviste que ir conociendo y aprendiendo a partir de la enfermedad?

Emiliano: — Tengo que dormir más después de este segundo diagnóstico que me dieron, en donde me explicaron que mi Parkinson de rígido pasó a atípico. A mí me explicó mi neurólogo que no me va a pasar, pero como tiene atrofia sistémica, en el peor de los casos, podría llegar a una muerte de las feas donde te quedás hasta sin posibilidad de caminar, sin voz. A mí me diagnosticaron en 2021, pero una vez que te diagnostican identificas sucesos hacia atrás. No es te aparece en ese momento. Yo tuve episodios, por lo menos, desde el 2018, entonces mi Parkinson, que es más dañino, más invasivo y te lleva puesto, está muy lento. Mi neurólogo me decía: “Vos tenés más o menos seis años de Parkinson, tres de diagnóstico y tres en donde no sabías”.

Leo: — ¿Lloraste a partir de lo que fuiste descubriendo y en este proceso?

Emiliano: — Cuando me dieron el segundo diagnóstico sí, mucho, con dolor. Como cuando te duele la garganta porque tenés hasta gritos. Yo estaba ordenado, veníamos bien. El Parkinson tiene los primeros cinco años que se llaman luna de miel porque no tenés tanto dolor, después los segundos cinco años de la enfermedad tenés algunos problemitas más, pero va todo muy paulatino.

Leo: — ¿Y este diagnóstico qué incrementó?, ¿qué aseveró en tu salud?

Emiliano: — Que es más violento por más que ahora no apareció, sí puede aparecer. No para llegar al extremo, pero yo laburaba y me ejercitaba para que no me duela el cuerpo y aparece este diagnóstico que retrasa las cosas, porque es un poquito más grave. Cuando ves a los médicos te dicen: “Bueno, tranquilo”. O sea, saben que es más grave. Quizás todavía no se me manifestó en gravedad, pero ahí lloré mucho.

Leo: — ¿Qué edad tenés? ¿Tiene que ver la edad con eso?

Emiliano: — Tengo 52 y no, no tiene que ver con eso. Yo soy muy joven para el Parkinson. Antes lo que se pensaba era que solamente aparecía en gente mayor, pero en el último tiempo han aparecido muchísimos casos. Quienes están haciendo estudios sobre la alimentación y este tema de que la raíz tal vez esté en el intestino, están hablando de una curva ascendente que, en poco tiempo, en el 2030, el Parkinson pasaría al Alzheimer como la enfermedad neurodegenerativa con más enfermos en el mundo. Y si es así, los problemas de alimentación de nuestros hijos o sobrinos va a ser muy grave porque ya se criaron prácticamente con estos alimentos que dañan al cuerpo.

Leo: — ¿Los médicos te dicen que te podés morir de Parkinson pronto? ¿Te dan una expectativa de vida?

Emiliano: — Hoy sí, pero no pronto. Por lo atípico del Parkinson no se puede dar un tiempo. En el otro Parkinson, el rígido o en el del temblor, sabés que no te morís de Parkinson, con este que tengo yo sí te podés morir. El Parkinson rígido arranca con lentitud, rigidez, entumecimiento y el del temblor con movimientos anormales o movimientos innatos, se los puede llamar. A los tres o cuatro años de que te diagnostican la enfermedad, se te puede generar un parkinsonismo como me pasó a mí. Yo tenía un Parkinson rígido hasta ahora que me encuentran esto que sí te puede causar la muerte, a diferencia del anterior, que tiene características más independientes, no tan lineales.

Leo: — ¿Qué te da miedo?

Emiliano: — Hoy, nada. Le tenía miedo a la muerte cuando era más chico, a lo desconocido. Pero ahora, no porque me pase pronto, pero por lo menos yo ya sé que me va a pasar, todos sabemos que nos va a pasar, pero hay un momento en el que te sentís inmortal y no te importa nada. Ahora me doy cuenta de que soy mortal y tampoco lo vivo como una locura, me quitó peso.


Leo: — Te preguntaste alguna vez, ¿por qué a mí por qué no? ¿El Parkinson mismo te quitó el miedo a morir?

Emiliano: — Nunca me pregunté por qué a mí. Había escuchado una vez que había mucha gente que, ante estas situaciones, se preguntaba: “¿Por qué a mí?” Me tocó. No se sabe el origen de la enfermedad. No solo el mío, el de la enfermedad en general. Hay un porcentaje chico de que se sea genérico, hereditario, pero hay un 70% que no se sabe el origen. Se habla de una cuestión del intestino, los estudios más recientes hablan de un mal funcionamiento del intestino cuando uno es más chico y a partir de ahí se mencionan distintas cuestiones en las que no me quiero meter porque no lo sé explicar. Nunca me pregunté por qué a mí, pero sí me ha servido para perder miedos y temores, porque miedo tal vez es mucho, de quedar mal con alguien, de decirle algo a alguien. Ahora no pierdo nada.

Leo: — ¿Sentís que es una enseñanza de la enfermedad?

Emiliano: — Una de las tantas. Yo aprendí a valorar la vida desde otro lugar porque antes priorizaba tal vez la guita y ahora me doy cuenta de que es importante, pero no es lo más importante. El amor que recibí en este tiempo es impresionante, la energía que te trasmite los seguidores de mis redes sociales. No me imaginaba esto. Te mandan fuerza en sus mensajes, más la gente que te quiere.

Su familia y cómo encontró el amor

 


Mucho antes de hacerlo público en los medios, Emiliano mantuvo una conversación con sus hijos y contarles qué era lo que estaba sucediendo con su salud. Ese acompañamiento, fue y sigue siendo fundamental en su día a día para seguir luchando contra una enfermedad que, aunque lentamente, avanza.

Aún en medio de este proceso, apareció sorpresivamente el amor en la vida del periodista. Una relación si bien nació en medio de las dificultades de la enfermedad, se forja cada vez más fuerte con el paso del tiempo.

Leo: — ¿Cómo les dijiste de la enfermedad? ¿Cómo lo abordaron en la familia?

Emiliano: — En su momento los chicos, mis hijos, imagino que, como una cuestión de autodefensa, no le dieron mucha importancia. Después obviamente desde que me diagnosticaron a hoy, estoy peor, no es una cosa muy marcada, pero aquel que me conoce sabe. Yo ahora tengo gestos y movimientos que no son los que tenía antes. Las posturas, las sonrisas, yo ahora me veo en las fotos y hago muecas y antes me reía. Y ellos lo ven y a veces no estoy bien y no puedo subirme o bajarme del auto porque me cuesta ese tipo de movimientos. Ellos están a la expectativa de esas cosas, los conozco, sé que tienen temores y miedos por mí. Yo me encargo de decirles todo, la verdad y que se queden tranquilos que si estoy mal lo voy a comentar. Yo tengo una buena relación con la mamá de ellos y mi pareja actual, Laura, que hace 6 meses que estoy con ella, sabe que tengo Parkinson, de hecho, me conoció de esa manera. Nos conocimos de chicos y nos volvimos a encontrar de grandes y me cuida mucho, me protege mucho. Más allá de que me enamoré por lo que es como mujer.

Leo: — ¿Ya se conocían?

Emiliano: — Sí, era de Castelar. Nos volvimos a encontrar porque nos cruzamos por Instagram. Yo estaba medio retirado. Pero los tiradore somos así (risas).

Leo: — Y los basquetbolistas (risas).

Emiliano: — Ella se fue de Castelar a los 18 años. Yo no la volví a ver. No supe nada de ella. Vi a un amigo que teníamos en común y me contó: “La volví a ver a Laura”. Me contó, la empecé a seguir y hablamos a finales del 2021. Empezamos a tirarnos un par de mensajes, pero no para vernos sino hablando pavadas. Y a fines del año pasado nos escribimos y se dio para vernos después de 30 y pico, 40 años. Y no pasó nada. Yo estaba en un momento muy adolescente, preadolescente con una timidez, muy tirado abajo. No estaba en modo tirador sino relevo, el que firma, suplente, como en el básquet. Completaba planilla para no perder los puntos. Y así fueron tres salidas y yo dije: “No puedo”. Ahí surgió un contraataque. Ella me dice: “¿No me vas a llamar más?” Me había vuelvo un tarado, entonces ella me dice: “Yo quiero que nos veamos”. Y bueno ahí sí salí y empecé a tirar (risas).


Su trabajo

 


Comprometido con su función tanto en televisión como en la radio e incluso como docente, Emiliano busca herramientas para seguir cumpliendo sus funciones y, con algunas modificaciones, poder continuar con sus tareas habituales.

Recientemente, el periodista anunció que dejaría el programa radial de la mañana para enfocarse en su tratamiento, a raíz de un nuevo diagnóstico, que indica una mayor gravedad en su enfermedad.

Leo: — Se viralizó tu ida del programa y muchos pensaron que dejabas de trabajar, ¿qué pasó con eso?

Emiliano: — Sí muchos pensaron que me iba de la radio y recibí mucho cariño por eso. Dejé el horario que tengo que dormir más, pero sigo en la misma radio a la tarde. Y en la tele en vez de la mañana va a ser a la noche.

Leo: — Sos un tipo que respiras fútbol y ahora no estás yendo seguido a la cancha, ¿extrañas eso? ¿cómo lo vivís?

Emiliano: — En el fútbol local mucho no me mueve mucho, me gustaría estar con la Selección sí. El Mundial de Qatar fue el primer mundial que me perdí desde lo que empecé a laburar y me hubiera gustado estar allá, pero igual acá lo viví de otra manera porque lo viví con mis hijos ya grandes. Lo que se vivió en Argentina fue único. Para los que no fuimos por lo menos nos queda eso. Ese fervor. Por ejemplo, me pasó con mi hijo Joaquín, que es el más grande, que ya labura de periodista, en un momento con el partido con Croacia, que Messi la rompe, me dice medio llorando: “Papá, ¿el Diego era así?”. Ahí fue hermoso cuando vinculamos Maradona, que es de mi generación, con Messi, que es más de la de él, es como que se llegó al nirvana. Ya cuando sentí eso con mi hijo dije: “Ya está”.

Leo: — Después que se enteraron de tu diagnóstico, ¿recibiste mensajes de jugadores, de periodistas deportivos?

Emiliano: — De periodistas deportivos muchísimos. De los jugadores me llevo bien, pero no soy amigo de los jugadores en general. Me han escrito, por ejemplo, Oscar Córdoba, Erik Lamela, jugadores con quienes yo no tengo mucha relación, otros jugadores tal vez no tan conocidos, pero siempre muy educados: “Dale para adelante, metele”. Exjugadores como el Coco Capria, Fernando Quiroz,, algunos tenistas como Nicolás Lapentti, que tuvimos una vez su despedida jugando al fútbol tenis, haciendo un papelón en Ecuador (risas).

Leo: — ¿Te imaginas que en algún momento no poder trabajar más? ¿Es algo que tenés en mente que pueda llevar a pasar?

Emiliano: — En parte sí, no digo un 100 por ciento por que mentiría. Yo puedo ver venir que, si yo en algún momento empiezo a fallar al hablar, veré como reubicarme. Yo voy a un fonoaudiólogo, voy a kinesiología, voy a terapia ocupacional, que tiene que ver con la motricidad fina, pero si en algún momento no puedo comunicarme, me cuesta hablar y me piden que me haga a un lado, que están en todo su derecho, veré la manera de reubicarme como productor quizás o para ayudar desde ese lado. No me imagino, pero también estoy armando una base en lo personal de esto, de poder charlar, comunicarme, hablar con la gente. Seguramente vaya por ese lado, ya de hecho doy algunas charlas. Muchos me dicen: “¿Por qué no te ponés a hacer unas charlas TED?” Y les digo: “Por yo soy esto”. Si la gente le interesa lo que digo, le interesa porque me siento acá y hablo, yo no vendo libros, remeras, hablamos, lo charlamos y si me ejemplo le puede servir a alguien con la enfermedad que tengan, está bueno. Para mí lo importante es decirlo, sacárselo de encima, compartirlo con alguien. Me pasó por redes sociales que me escribieron para agradecerme porque se animaron a decir lo que tenían.

Leo: — Corriste en algún momento maratones y se sabe que, aunque sean chicas de 10k, generan mucho dolor, ¿ese dolor comparado al Parkinson cómo lo calificarías del 1 al 10?

Emiliano: — No, es 1 punto de dolor el del maratón comparado al Parkinson. El del Parkinson es 9 o 10. Yo ya me acostumbré. Lo que pasa es que el Parkinson se mete en vos en todo el sistema nervioso, el autónomo y el central, entonces te complica todo. Es como si se rompe la correa de tu auto, jode todo el auto. Todo lo es habitual, como por ejemplo ir al baño, tengo problemas o me duele algo, al ducharme capaz que no me puedo secar, me agarro del barral. No es todos los días, pero pasa.

Leo: — ¿El gimnasio te ayuda en este camino?

Emiliano: — Sí, hago ejercicios de estirarme, pelota, todo ejercicio vinculado a la movilidad. Pero después pasa como en la película de Adan Sandler y Drew Barrymore, que la tiene que enamorar todos los días. Hay días que salgo y digo: “Que bien que estoy” y al otro día hago lo mismo y me duele todo. Es día a día, pero soy feliz a pesar del Parkinson. Se que la pelea la perdés, los 12, 15 rounds, es inexorable, pero haré como Chuck Wepner, el boxeador que se le plantó a Muhammad Ali, que fue para muchos el espíritu de Rocky o de Stallone. El tipo dijo: “Yo quiero durar los 15 rounds” y yo le voy a meter batalla hasta el 12, porque ahora hay menos round. La cabeza a mí me funciona y soy muy optimista, siempre lo fui, por lo tanto, de ahí no me van a poder sacar. Si aflojo ahí, si yo me detengo en los dolores, me caigo. Entonces, siempre tenés que mirar para adelante. A veces es mejor no ser tan inteligente ni pensar tanto las cosas y avanzar. Los por qué no me los pregunto, avanzo. Lo que pasó no tiene solución.


Una palabra


Para concluir, Leo invitó a Emiliano a definirse en una sola palabra. Un término que englobe su carrera profesional y su vida personal en este momento tan particular.

“Resiliente”, fue la primera palabra que eligió el periodista, aunque aclaró que podría utilizar también “luchador” o “guerrero”. “No me quiero poner en un lugar tan arriba, pero creo que pasa por ahí”, agregó.

“Lo que quiero, deseo, es que el día de mañana mis hijos digan: ‘Mi viejo la peleó y se la bancó’. Y que eso les sirva en la vida a ellos, en cualquier orden de la vida, que la peleen”, concluyó.

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