Las cuatro maneras de ayudar a una víctima adolescente de un noviazgo violento
Es necesario reconocer las señales de que la relación no está siendo sana y que se debe de poner límites y hacer cambios.
La violencia en el noviazgo es un problema que más allá de la agresión física. Además, se agrava por el hecho de que las personas más jóvenes constituyen el grupo de edad más afectado por este ‘fenómeno’: aceptan muchas actitudes abusivas como normales y parte de la vida cotidiana.
Según los últimos datos de la Defensoría del Pueblo bonaerense -recolectados en 2018 a través de una encuesta online, que contestaron 10.990 adolescentes y jóvenes-, la violencia más preponderante en los noviazgos violentos en adolescentes y jóvenes es la psicológica: la humillación hacia el otro.
En cuanto a los tipos específicos de violencia, el 33% señaló que al menos alguna vez le criticaron su apariencia o ropa en público o privado y, de ese porcentaje, el 90% está conformado por mujeres. Por otro lado, 4 de cada 10 señalaron que al menos alguna vez su pareja menospreció sus opiniones en público o en privado. También, 9 de cada 10 son mujeres. El mismo porcentaje se vio en quienes respondieron que sus parejas no tuvieron en cuenta su opinión para tomar decisiones que involucren a los dos.
La violencia durante el noviazgo puede ser de distintos tipos:
- psicológica
- sexual
- física
- económica.
La violencia en el noviazgo y la violencia doméstica son fenómenos similares
“La violencia en el noviazgo involucra características del agresor y actitudes que pueden perpetuarse en el futuro, dando lugar y facilitando el mismo tipo de patrón de comportamiento en un matrimonio/unión de hecho, con el agravante de que comparten el mismo hogar y que puede haber hijos involucrados. Ambos son considerados delitos públicos”, apunta la psicóloga brasileña Teresa Feijão.
Las situaciones que advierten sobre esta relación tóxica, son las siguientes:
- Insultos, amenazas, humillaciones, control (con quién puede hablar/contactar el otro; prohibiciones e imposiciones en cuanto a la forma de vestir, maquillarse, etc.), manipulación, desprecio, disminución del otro (violencia psicológica);
- Violencia social: humillaciones y ofensas en público; exposición no consentida (o amenazas de) redes sociales;
- Agresión física: puñetazos, patadas, bofetadas, etc.; (Violencia física);
- Violencia sexual: forzar caricias y actos sexuales, exponer situaciones (fotos íntimas, videos íntimos) en las redes sociales;
- Control: imponer prohibiciones en las relaciones interpersonales de los demás, la comunicación a través del teléfono móvil o las redes sociales, cómo se visten, qué hacen, etc.
Puede existir violencia física, pero predomina la violencia psicológica, social y sexual. Y así, si se excluyen los casos en los que ocurre públicamente, se puede encubrir fácilmente. Incluso la propia víctima suele recibirlos como muestra de amor (“lo hace porque le gusto mucho y quiere protegerme, está celoso porque le gusto”). “Es muy difícil para un joven admitir que la persona que le gusta y con la que sale quiere hacerle daño”, detalla la experta.
Normalizar este tipo de situaciones sin considerarlas inaceptables se ha convertido en un patrón creciente en las citas. Estos comportamientos y actitudes se consideran actualmente un delito público y el hecho de ser actos de violencia nunca debe aceptarse, y mucho menos asumirse como “normal”. Son situaciones que acaban derivando en baja autoestima, tristeza, miedo, angustia, ansiedad y una creciente autodesvalorización y dependencia emocional.
Cómo ayudar a las víctimas de violencia
- Para ayudar, la familia y los amigos deben estar al tanto de las relaciones de sus hijos y amigos.
- En el hogar, se refuerza lo que es importante para una relación afectiva sana y placentera (y, preferiblemente, dar ejemplo), promoviendo valores como el respeto, la libertad individual y la definición de límites
- Estar atento a cualquier signo/comportamiento como los descritos anteriormente, si hay evidencia pública y, si esto no es posible, estar atento al estado emocional y conductual de la víctima (como signos de posible tristeza, irritabilidad, miedos, ansiedad, aislamiento, baja autoestima, insomnio, dificultades de aprendizaje y/o falta de motivación).
- Llamar a compartir y animar a denunciar o tomar la iniciativa de denunciar ante certezas.