El último habitante de Epecuén, el cuento que homenajea la figura de Pablo Novak
Destinado al público infantil, deja también pensando a los adultos sobre qué harían en una situación similar a la del entrañable personaje que vivió en las ruinas de Epecuén durante los últimos años de su vida. (LaNueva)
Casi un mes pasó de la partida física de Pablo Novak, mejor conocido como el último habitante de Epecuén.
Elevado sin querer a ícono de la resiliencia tras la tragedia de la villa, del empeño en no abandonar su lugar propio, a pocos días de cumplir 94 años de edad y en la fecha del 147° aniversario de Carhué, don Pablo dejó su bicicleta, sus perros y sus viejos diarios para convertirse definitivamente en una de las leyendas que acompañaron la reconstrucción turística de esta ciudad.
A partir de una nota periodística, como él mismo lo reconocía, comenzó a hacerse conocido, a trascender fronteras, a conseguir –sin intención- que su historia fuera buscada, requerida y contada una y otra vez. Fue entrevistado cientos, miles de veces por periodistas –reconocidos y no tanto-, youtubers y demás; apareció en videos que tienen millones de reproducciones en las redes y, por si algo le faltara, también le tocó ser protagonista de su propio cuento para chicos.
El último habitante de Epecuén, un cuento infantil ilustrado, fue uno de los últimos homenajes que se le hicieron a don Pablo en vida.
Cuenta, imagina cuáles fueron las razones que impulsaron a Novak a quedarse en las ruinas y cómo todo eso también provocó que muchas personas lo criticaran, sobre todo a medida que crecía su figura. Cuestiona, entre dibujos y lenguaje para chicos, qué decisión tomaría cada uno en caso de estar en su lugar. El mensaje final no tiene edad; cada cual toma y saca su propia conclusión.
Julia Poiré todavía tiene en sus retinas la primera imagen que tuvo de él, hace más de 15 años: “Estaba sentado en la ventana de lo que antes era una carnicería, que tiene azulejos de color bordó; estaba leyendo el diario, junto a su perro, que es el recuerdo que todos tenemos de él. En ese momento comencé a conocer su historia”, recuerda.
Para que llegara el libro, su libro, el del último habitante de Epecuén, todavía iban a pasar algunos años. Era necesario que confluyeran tres disparadores que la llevaron a sentarse a escribir: el interrogante de cómo contarle a los chicos de Carhué y de otros lugares qué había pasado en la villa Epecuén y por qué la inundación se había llevado todo; la búsqueda de recuperación de historias locales por parte de la biblioteca infantil Del otro lado del árbol, de la que ella forma parte, y la tercera fue la figura del propio Novak.
“Por mi trabajo yo me contactaba con un montón de periodistas, youtubers y medios de todo el mundo que llegaban buscando al último habitante de Epecuén, y cada noticia, cada producción que salía del en los medios y en las redes generaba mucha polémica en la comunidad carhuense: era una figura que muy famosa y al mismo tiempo muy resistida”, explica la escritora-comunicadora.
Una vez, recuerda, lo visitó junto con el periodista Mario Markic, y observó que sobre la mesa donde tomaba mate y comía, tenía un libro sobre la tragedia de Epecuén, que estaba subrayado con lápiz y marcado con papelitos en cada lugar que se hacía referencia a su persona. “Ese libro hablaba mal de él, lo trataba de mentiroso. Me pareció tan fuerte que en su mesa que lo tuviera tan marcado; que lo tuviera tan a mano...”
El libro, su libro de cuentos, busca al menos encontrar un punto en el cual pararse a recordar la historia de Novak y a plantearse qué haría cada uno si estuviera en su lugar; en pocas palabras, busca interpelar, preguntar, interrogar desde un texto para chicos que deja pensando también a los grandes.
“La decisión de Novak fue la suya propia: vivir en ese lugar donde él quería… Entonces, ¿cómo puede afectar también la mirada del otro, no? Es decir, ¿con qué derecho se puede juzgar a alguien que decide vivir de esa manera, en el lugar donde decide hacerlo y de la forma en que lo hace a esto tan diferente”, cuestiona la escritora.
Entonces, la pregunta sobrevuela el aire y llega desde las páginas del libro también ¿por qué se quedó en Epecuén? ¿Por qué esas recorridas en su bicicleta desvencijada, acompañado por sus perros, buscando algún ranchito para respirar y rememorar el pasado de la villa, contando sus historias a quien quisiera escucharlas?
“Él decía que por la querencia… Ese término, tan potente, tan fuerte, habla de su pertenencia a ese lugar”, señala Poiré.
En plena pandemia
El libro nació en plena pandemia de coronavirus, en agosto de 2020. Julia atravesaba un momento difícil debido a la enfermedad y fallecimiento de su madre, y le llegó la necesidad de escribir la historia de Novak.
“Primero fue una suerte de pseudocrónica más que un cuento infantil. En ese momento lo más difícil fue romper estructuras y jugar con la imaginación para que el texto pudiera interpelar a un público infantil”, cuenta.
El cuento está escrito todo en mayúscula, para que puedan leerlo chicos de cualquier edad, estén aprendiendo o ya sepan hacerlo, aunque “hemos visto chicos más chiquitos y otros más grandes, incluso algunos adultos, que lo han leído y han encontrado otras cosas”.
Novak y su familia lo fueron leyendo a medida que el texto iba tomando forma y pasaba de ser un simple archivo de computadora a un cuento con todas las letras, desde el primer borrador.
“Era raro para él y para su familia imaginarse cómo iba a terminar eso transformándose finalmente en un cuento infantil, hasta que un día llegamos con las ilustraciones y, por supuesto, cuando le dimos en mano el libro impreso. Ese fue el momento en el que a Pablo le terminaron de caer todas las fichas de lo que era ese proyecto del que veníamos charlando desde hacía tres años. Estaba súper emocionado”, recuerda.
Incluso, destacó que se hubieran acordado el nombre de uno de sus perros, “Chozno”.
“Él decía que estaba contento de aparecer en el libro: ‘ahora estoy para chicos’, contaba. Es increíble cómo una persona se aferra tanto a la idea de estar en un lugar y de ahí surgen tantas historias. ¿Cómo puede ser que alguien viva en los despojos que quedaron de una inundación y que, además, despierte tantas pasiones”, se preguntó.
El libro, resume su autora, es un collage, pero más allá de los diseños de Josefina De Dominicis y las ilustraciones de Gustavo García y Maricel Schiebelbain.
“Primero hubo papelitos chiquititos en los que se hicieron las distintas versiones, los colorearon, los escanearon y se fue construyendo esta ilustración tan lindísima. El cuento no habla solo de Novak y de la inundación, sino también del entorno de la reserva natural del lago Epecuén”, explica.
A beneficio
Todo lo recaudado por el cuento es en beneficio de la asociación civil Del otro lado del árbol biblioteca infantil.
Los interesados pueden buscar más información a través de las redes sociales, en las cuentas de IG Del otro lado del árbol y El último habitante de Epecuén.
“Se contactan por mensaje con nosotros y nos encargamos de hacerle llegar el cuento”, señala Poiré.