La teoría política hace una distinción nodal entre la coalición y la alianza, concentrando en la primera una serie de coincidencias que hacen a la gobernanza posterior y sus conexiones para llevar a cabo un plan, mientras que la alianza remite a la unidad coyuntural de distintas expresiones políticas con el objetivo único y espasmódico de ganar una elección. La Argentina tuvo en su paradojal forma de entender los procesos políticos, una Alianza que quiso ser coalición y fracasó, y una coalición que no logró reeditar la alianza de 2015 y tiende a desaparecer sin una sociedad que la considere parte de la toma de decisiones del país.
Cambiemos fue el experimento de centro más exitoso de los últimos tiempos, muy por encima de la Alianza y de los distintos peronismos que gobernaron con forma de coalición, y que terminaron en fracaso. Logró el tridente del entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri, Elisa Carrió y la UCR de Ernesto Sanz consolidar la derrota de Daniel Scioli y Carlos Zannini, quienes por órdenes directas de Cristina Kirchner, se impulsaron a poner la cara tras el desgaste de doce años de kirchnerismo agotado.
Juntos por el Cambio dejó de representar su esencia, la sociedad no creyó que existía chance de renovar con la interna del PRO de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, dos opciones que se fustigaron mutuamente dos años mientras en silencio logró Javier Milei tejer una alianza frágil pero lo suficientemente útil para ganar el país sin estructura y casi nulo financiamiento. Las agresiones cruzadas, repetición de nombres, escenografía binaria de Cristina Kirchner vs Mauricio Macri agotó la base votante del macrismo que supo ver en Macri la esperanza del final al populismo, para esperar sin chances la llegada del segundo semestre, la lluvia de dólares, la prisión a funcionarios de la fmailia y parte de la familia Kirchner y otras promesas más inconclusas.
El debate interno de Juntos por el Cambio arrancó desde el minuto cero con "gradualismo" o "shock" mientras la crisis peronista les permitió devaluar y aumentar la pobreza en nombre del anti peronismo. Las legislativas le permitieron a Esteban Bullrich ser el último en derrotar una boleta encabezada por Cristina Kirchner antes de su desalmada enfermedad. Era la senaduría bonaerense la que le recordaba a la viuda de Kirchner que el tiempo pasa y que Unidad Ciudadana no era interesante.
La exitosa mirada de Marcos Peña sobre la comunicación política y la estrategia, que había sido inapelable durante una década, vio mojar su pólvora para impulsar con la arrogancia de sus 39 años siendo uno de los hombres más poderosos de la Argentina distintos criterios erráticos, mientras la desazón de la sociedad crecía y el Peronismo tomaba carrera y se reproducía como gatos enemistados. Peña echó a Juan José Aranguren, tal vez el único ministro energético que planificó el final del populismo en materia de tarifas, que había logrado deuda anual por encima de los 10.000.000.000.000 dólares. El desastre traducido en cortes largos y frecuentes fue combatido por Aranguren, despedido por Peña dentro de su plan basado en percepción.
Allí comenzó el final, la UCR empezó a sentir que no era parte del Gobierno, manejando cada vez menos áreas, con las indicaciones inalterables de Enrique Nosigila, tal como hoy a través del ex ministro Martín Lousteau. Los roces crecieron con el permiso para blanquear capitales y el dinamismo parlamentario con el peronismo interno a JxC que según Macri lo traicionó. La gélida relación con Rogelio Frigerio se cristalizó en un sub grupo de Gobierno que paralizó la gestión y con ella la corrida de abril de 2018 que terminó por redondear el fracaso. La Coalición Civica seguía el parto de la república, mientras la inflación viajaba al 2% antes de las PASO y la fórmula de Fernández-Fernández convencía al país de que eran parte de la solución.
Mauricio Macri cree que no es momento, pero que la crisis del partido que fundó veinte años atrás tiene que terminar y renovar liderazgo, y tras cinco años fuera del centro de escena, no queda otra que volver al ruedo con mayor protagonismo y contundencia. Se lo hizo saber a Fernando de Andreis y Dario Nieto, sombras de Macri hace años, y también a Patricia Bullrich, presidente formal del partido que deberá renovar autoridades en menos de cuatro semanas, según lo previsto.
La Unión Civica Radical debió digerir la figura de Martín Lousteau muy a su pesar, un dirigente ambiguo, con pasado kirchnerista y crítico de aristas históricas del radicalismo quedó disputando el liderazgo nacional tras el mal desempeño de la fórmula Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales, hombre fuerte de Jujuy. La conducción de Lousteau es clara: serán oposición a Javier Milei a pesar de haber acompañado en general la ley ómnibus, pero quedarán en la peligrosa vereda del kirchnerismo, cuya sirena de ambulancia empezó a recolectar heridos y desencantados desde el 11 de diciembre del año pasado.
Hace casi 21 años que Afirmación para una República Igualitaria nació, después fue el ARI, Coalición Civica Ari y finalmente la CC tal como la conocieron las últimas elecciones. El espacio que condujo siempre con mano de hierro interna y un perfil ultra personalista Elisa Carrio está en vías de extinción. Absorbido por Hacemos, los diputados trabajan ahora con el peronismo no siempre disidente de Miguel Pichetto y Maximiliano Ferraro, presidente formal del partido de Carrio. Desde las presidenciales de 2011, Elisa Carrió no supo reorganizar el excelente desempeño de 2007, cuando logró casi 20% de los votos.
Luego vendrían los años tristes de idas y vueltas y diversos anuncios de renuncia de Carrió hasta su papelón de 2011 con menos de dos puntos en el 54% de Cristina Kirchner y su desdibujo no tuvo retorno. Acompañó a Mauricio Macri a una interna simbólica para forjar Cambiemos, dotando de transparencia y republicanismo el embrionario espacio que destronó al kirchnerismo, agotado por los subsidios y la emisión monetaria, réplica del final de Alberto Fernández y Sergio Massa.
Muerto Juntos por el Cambio, los partidos buscan cobijo, en el Peronismo, en La Libertad Avanza y en sub tribus que les permitan sobrevida y dignidad, algo complejo cuando la derrota se cruza en política. El radicalismo deberá evitar la cooptación de dirigentes desde el kirchnerismo. El sistema de partidos no logró renovarse, La Libertad Avanza siempre y cuando, represente cambio y esperanza.