Perlas de color violeta. Es una de las formas de llamar a los arándanos, fruto todavía incipiente para los consumidores argentinos pero muy codiciado en el exterior. Casi todo lo que se produce se exporta. El norte de la provincia de Córdoba es uno de los sitios donde se concentra la producción. Se cosecha entre septiembre y noviembre y la práctica requiere de algo clave: que no granice, que no llueva con intensidad.
Las campos de color lila, entonces, deben ser preservados de las inclemencias climáticas, como ocurre con otros tantos cultivos. Si graniza, chau negocio. La única forma de evitarlo es apelando a una práctica polémica, prohibida en muchas regiones y no recomendada por la ONU: la manipulación climática. Para quienes habitan en el mundo agropecuario, no es una novedad.
Se utilizan “aviones rompe tormentas”. Las aeronaves atacan las nubes como kamikazes contra portaaviones en la Segunda Guerra Mundial. Disparan bombas, literalmente, contra esos espacios gaseosos y consiguen desactivar a la naturaleza o directamente intervenirla. La consecuencia es beneficiosa para los arándanos. Pero perjudicial para todo lo demás. La consecuencia es la sequía y su derivado inmediato: asfixia económica para cientos de productores dedicados a otras actividades que sí requieren de las lluvias, bajo la forma que sea.
Eso está pasando ahora en Traslasierra. Lo vienen denunciando de mil maneras los cientos de productores que se ven afectados por la falta de lluvias. En la justicia lo han hecho con dos denuncias radicadas y también con pancartas y campañas en las que claman: DEJEN LLOVER! BASTA DE ROMPER TORMENTAS! Viven una situación dramática: ríos secos, diques secos, lagunas secas, hacienda sedienta, animales muertos, bomberos que reparten agua para abastecer a la población, vecinos y productores perdiéndolo todo.
En Traslasierra le apuntan a la familia Rodríguez Saa. Dicen que ellos son dueños de plantaciones. También hablan de la empresa que ofrece el servicio, radicada en Fargo, Dakota del Norte, desde 1961. La compañía se llama Weather Modification Inc. Paradójicamente, surgió en la Unión Soviética. Pero eligió el corazón geográfico del capitalismo para expandirse y prosperar. En su sitio web, la empresa ofrece una variedad de servicios: programas operativos para aumentar las precipitaciones, aumento de la capa de nieve, supresión de granizo, disipación de niebla. Asistencia técnica y transferencia de tecnología para todos ellos. Una de las provincias que más utiliza este servicio es Mendoza. Los viñedos son propensos a sufrir daños severos por granizo.
Clarín se comunicó con Alberto Rodríguez Saa por este tema. Fue tajante en su respuesta: "No soy dueño de ningún campo de arándanos. Es un mito. Un disparate. Creo que había una farmaceútica con eso, de La Plata, pero ya no. Lindo proyecto. Me encantan los arándanos. Pero es una mentira decir que tengo campos. Y lo otro es un disparate. Es como la máquina de hacer llover de Horacio Quiroga. Lee ese cuento. No se puede hacer llover, ni tampoco desllover".
Mientras tanto, dicen que los aviones volvieron a aparecer en el norte de Córdoba y los habitantes piden que se prohíba la práctica. Funciona de la siguiente manera: en el interior de las nubes, las gotas se mantienen en estado líquido estando aún a 30 grados bajo cero. Cuando entran en contacto con otra gota, con polvo o cualquier otro elemento en el aire se solidifican y caen en forma de granizo. Los aviones anti tormenta lanzan bombas con metales y las presiones generadas por las explosiones crean un núcleo de condensación que logra que la gota caiga sin solidificarse. Adiós granizo.
“Ya desde mediados de los años 50 la ONU determinó que no es recomendable este tipo de prácticas, no es positivamente beneficioso. El costo-beneficio da negativo. La sequía es la respuesta a la manipulación climática. En Mendoza se empezó a usar con ayuda de los soviéticos, cambiaban cohetes meteorológicos por vino, esos cohetes se lanzaban a las tormentas con las bombas antigranizo”, explicaba el meteorólogo Osvaldo Canziani. “En España también hicimos estudios y nunca se obtuvieron resultados positivos, en Perú también y reconocieron que no era bueno utilizar esas bombas, pero el negocio es el negocio, y lo van a seguir usando para proteger las plantaciones”.
Esta semana un grupo de vecinos de vecinos y productores de San Juan, Córdoba, La Rioja y San Luis llegó a Buenos Aires para presentar un petitorio ante el ministerio de Defensa de la Nación. Le pidieron ayuda directa al ministro Luis Petri. Le contaron lo mismo que narra a pedido de Clarín, Marcelo, uno de los productores damnificados: “Cuando contamos lo de los aviones rompe tormentas, muchos nos dicen que eso no es cierto. Pero nosotros estamos viéndolos en el mismo momento en que operan. Los vemos entrar a la nube y en pocos segundos la nube desaparece”, explica. Ofrece las fotos, las pruebas.
Cecilia Sustersic, experta en el tema, integra la organización Cielos Limpios. Desde allí denuncian las incursiones de modificación climática que distintas sectores realizan en diferentes regiones. “En cada provincia hay denunciados. Hay otros sitios donde se cortan tormentas para producir alfalfa. Inversores árabes. En la industria del tomate también. En San Juan, con la aceituna pasa lo mismo. Y en Mendoza, por supuesto, las vides. Los arándanos son unos entre tantos. En cada región, se interviene tormentas para determinados cultivos. No es nuevo. Pero el cambio climático lo ha agravado. Es hora de pedirle al Gobierno que intervenga. No se puede celebrar la sequía, como hizo Alberto Fernández... celebraba porque el trigo transgénico resistía a la seca. Pero ignoraba que todo lo demás moría”.