Dr. House, el médico cínico y antipático que se convirtió en el Sherlock Holmes de las enfermedades
Hugh Laurie era dueño de un humor ácido e irritante que a veces rozaba el maltrato hacia su propio equipo. Protagonizó una serie de ocho temporadas que se emitió entre 2004 y 2012.
La pantalla chica americana nos ha mandado docenas de héroes del delantal blanco, desde los legendarios Kildare y Ben Casey, los veteranos Marcus Welby y Quincy, pasando por las burlonas series M.A.S.H. o Scrubs, y arribando finalmente a las melodramáticas E.R., Grey´s Anatomy, y entre otras, la actual Chicago Med.
Pero hubo una distinta que se realizó entre 2004 y 2012, y me refiero a Dr. House, o House Diagnóstico Médico, o simplemente House, que fue producida por la Fox, emitida por Universal en cable, y alguna vez, hace tiempo, por el canal abierto América Dos.
Dr. House y el dream team original
Fue creada por David Shore, autor y productor, y ocurre simbólicamente en el ficticio Hospital Universitario Princeton-Plainsboro. El protagonista es el Dr. Gregory House (Hugh Laurie), y está secundado por su jefa –y en episodios finales esporádicos su pareja- la Dra. Cuddy (Lisa Eldestein), su mejor amigo el Dr. Wilson (Robert Sean Leonard), y los doctores Chase (Jesse Spencer) y Foreman (Omar Epps).
Este fue el dream team original o estable al que se fueron sumando otros “colegas” interpretados por Jennifer Morrison, Olivia Wilde, Peter Jacobson, Laurence Kutner, Amber Tamblyn, Odette Annable, y Charlyne Yi, de acuerdo a las distintas ocho temporadas del ciclo.
Qué mostraba de diferente Dr. House
Básicamente, a su personaje principal. House era una especie de Sherlock Holmes de las enfermedades, al que solo le tocaban los casos clínicos que nadie sabía resolver. Se mostraba siempre cínico, antipático, dueño de un humor ácido e irritante que a veces rozaba el maltrato hacia su propio equipo.
En el programa, Dr. House era un profesional que buscaba romper con el modelo de la bioética, que es el instaurado en la medicina actual. El personaje procuraba llegar al diagnóstico de las formas más extremas y utilizando todas las herramientas que estuvieran a su alcance. Su personalidad y carácter lo colocaban en un rol de autoridad suprema, de poder de decisión extremo, y manipulación del cuerpo del paciente.
Como su personalidad se valía del sarcasmo, la ironía y la brutal honestidad, debía recurrir a variadas estrategias, como su única alternativa, para disfrazar y conseguir las autorizaciones para sus poco convencionales prácticas, pases libres que finalmente le daba la Dra. Cuddy, que comandaba el hospital.
Principalmente, en la medicina bioética el paciente participa activamente en los procesos de diagnóstico y tratamiento. En cambio, uno de los rasgos fundamentales de la medicina hegemónica es el uso del cuerpo como objeto de experimento. Particularmente en la serie puede observarse cómo Dr. House utilizaba al paciente, y se apropiaba del cuerpo ajeno, en algunas ocasiones sin su previa aprobación. Otras veces sospechaba y medicaba antes de llegar al diagnóstico para aplacar síntomas o extender su tiempo de deducción. Pero todo esto culminaba a veces en importantes repercusiones legales, de las que debía hacerse cargo el hospital, y en la exposición de su profesión, todo a causa de sus formas de diagnóstico. Aunque, claro, era el héroe del ciclo, y finalmente acertaba, y el paciente luego de todo lo que le hicieron, salía caminando o en silla de ruedas, pero feliz y sano.
Con seguridad, los fanáticos del programa dirían que su accionar se justificana porque él vivía cada episodio como un juego, en donde costara lo que costara y utilizando todas las herramientas que tuviera a su alcance intentaría ser el detective ganador, por lo que su único límite es la muerte del sujeto, representada por el game over. Y el final infeliz no se dio seguido en ese programa. Por suerte.
Qué lo hacía vulnerable (querible) a House
¿Cuál era su kriptonita? Este infalible doctor era adicto a la vicodina para controlar el dolor permanente de su pierna, derivado de un infarto en un músculo del muslo, y rengueaba siempre caminando con bastón. Además le resultaba muy difícil vincularse afectivamente con el prójimo, salvo con el Dr. Wilson con el que conserva su amistad hasta el dramático capítulo final. Y por supuesto, su virtud principal es que era un genio.
La técnica de utilizar un steadycam para filmar a los personajes debatiendo en plena marcha por los pasillos del hospital le dio agilidad visual a muchos segmentos de los episodios.
Dr. House fue (es) una serie inolvidable y única, de guiones excelentes y realizaciones impecables, entre las cuales participó nuestro compatriota director Juan José Campanella, el cual me contó en un reportaje que lo convenció a Laurie de utilizar un metegol como excusa para confesarle algo muy difícil a su amigo Wilson mientras jugaban.
Su éxito mundial es innegable y se podría escribir un libro sobre la misma.
En 2016, Laurie protagonizó la excelente miniserie policial Chance (como el Dr. Eldon Chance, también médico) pero no tuvo la misma repercusión. Hugh Laurie ya pasó a la historia de la televisión mundial como House y así seguirá por siempre. La pregunta es, ficción aparte, si te toca –Dios no lo permita- llegar enfermo a un hospital, si preferís que te atienda un médico como House o elegirías alguien más parecido al real Patch Adams. Es para pensarlo.