La tragedia de los Andes contada por la hija del arriero que halló a los rugbiers: “Lo consideraron su segundo papá"
Paula Catalán Toro le contó a Infobae cómo vivió su padre el momento en que se encontró Fernando Parrado y Roberto Canessa en el medio de la cordillera, sus sentimientos al ver la película La Sociedad de la Nieve y la relación de toda su familia con los sobrevivientes del accidente aéreo
El 13 de octubre de 1972 tuvo lugar una de las mayores hazañas de supervivencia humana de las que se tenga registro a nivel mundial. A raíz del error humano de uno de los pilotos, un avión de la Fuerza Aérea uruguaya en el que viajaban 40 pasajeros y 5 tripulantes se estrelló contra la Cordillera de los Andes. En la aeronave, que volaba desde Montevideo hacia Chile, iba el equipo de rugby uruguayo Old Christians -que iba a disputar un amistoso- junto a algunos familiares.
Como resultado del impacto, 11 murieron en el acto y los 18 restantes fallecieron días después debido a sus heridas y como consecuencia de una avalancha de nieve. Al cabo de 72 días, solamente sobrevivieron 16 personas. Todos ellos tuvieron que soportar temperaturas de entre 25 y 42 grados bajo cero, a 3.500 metros sobre el nivel del mar, sin ropa adecuada ni experiencia para sobrevivir en esas condiciones extremas en la zona conocida como el Valle de las Lágrimas.
Refugiados en lo que quedaba del fuselaje del avión, a la semana se les había acabado la poca comida que tenían. Con poca esperanza de ser rescatados, los rugbiers no solo debieron tomar durísimas decisiones como la antropofagia sino también acciones heroicas que finalmente llevaron a su salvataje.
Luego de varios intentos de exploración en la inmensidad de la montaña para buscar ayuda, el 12 de diciembre Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín emprendieron una caminata hacia el oeste sin éxito. Tres días después, Vizintín volvió con el grupo y continuaron Canessa y Parrado.
El 22 de diciembre, tras 10 días de caminata por un valle, se encontraron con el río Barroso donde vieron a un hombre que estaba arriando ovejas junto a dos de sus hijos en la otra margen del río. Ese hombre era Pablo Sergio Catalán Martínez, un chileno de 43 años, arriero de toda la vida, que vivía en Puente Negro, un pueblo chileno enclavado en plena precordillera distante unos 155 kilómetros al sur de Santiago.
En diálogo con Infobae, su hija Paula Catalán Toro contó cómo vivió su padre ese momento, sus sentimientos al ver la película La Sociedad de la Nieve (que ingresó a listado histórico de lo más visto en Netflix) y la relación de toda la familia con los sobrevivientes de la tragedia.
“He visto la película dos veces junto a mi mamá y mis hermanos. Está muy bien hecha. Nos gustó mucho, y más por el hecho de que ahora aparece mi papá con el papel tan importante que jugó en esta historia”, admitió Paula al recordar que fue la persona quien dio aviso a los carabineros chilenos para que fueran en rescate de los rugbiers.
A pesar de que cuando ocurrió la tragedia ella no había nacido, con los años se fue enterando del rol clave que jugó su papá en esta historia. “Todo el mundo ha sabido que mi papá era un hombre de pocas palabras. Pero como él estaba con dos de mis hermanos, de 12 y 14 años, fueron ellos quiénes me contaron más detalles”, señaló.
“Mi papá los divisó por la tarde, y como estaba anocheciendo les hizo una seña de que al otro día iba a volver. Cuando regresó, hizo un fuego para que lo vieran pero como el río estaba muy correntoso les resultó imposible comunicarse”, relató.
“Parrado y Canessa caminaban y se caían. Se los veía súper débiles. Hacían señas con los brazos abiertos simulando a un avión”, recordó Paula al asegurar que fue su padre quien le pidió Nando Parrado que bajara hacia la orilla.
“A pesar de que estaban frente a frente tampoco lo podía escucharlo. Afortunadamente mi papá tenía un lápiz y un papel. Se los lanzó envueltos en un pañuelo con una piedra”, recordó sobre esa situación, que fue recreada “de manera muy realista” en la película.
“Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”, escribió Parrado en el papel antes de arrojárselo al arriero. Y ese escrito se convirtió en la prueba de supervivencia que necesitaba la policía chilena para reactivar la búsqueda.
A partir de ese momento, la relación de los rugbiers con Sergio Hilario Catalán Martínez y su familia nunca se interrumpió y todos los años viajaban a visitarlo como forma de gratitud. “En aquella época la relación era por cartas. Incluso, hasta lo invitaron varias veces a Uruguay con todos los gastos pagos. Recuerdo que nos enviaban tarjetas para Navidad, invitaciones a casamientos…Así era la comunicación antes pero después con la aparición de Internet y las redes sociales se hizo todo más fácil y ahora estamos mucho más conectados. Hasta el día de hoy, mi mamá, mis hermanos y yo seguimos hablando con ellos”, aseveró Paula.
La relación entre los rugbiers y el arriero era tan estrecha que en julio del 2007, con la artrosis de su cadera derecha le impidió montar o aún caminar, fueron ellos los que financiaron la operación y la compra de una prótesis. También lo ayudaron cuando debió operarse nuevamente en el 2012. “Había un cariño muy especial. Lo consideraron su segundo papá hasta el día en que murió”, se enorgulleció.
El 11 de febrero se cumplirán cuatro años del fallecimiento del arriero. “Murió a los 91 años, de viejo, en la casa donde vivió toda su vida”, señaló Paula al recordar que como “fue algo repentino” solo uno de ellos, Gustavo Zerbino, pudo asistir al funeral. “Hasta el día de hoy siguen pendientes del estado de salud de mi mamá, que ya tiene 92 años y está muy deteriorada. La llaman por teléfono”, agregó.
La conversación telefónica que Paula mantuvo con Infobae se produjo el jueves 18, cuando ella estaba realizando por tercera vez la excursión al Valle de las Lágrimas, en la región andina mendocina a poco menos de dos kilómetros de la frontera con Chile, donde tuvo lugar la tragedia.
“La primera vez la hice con amigas. Hace cinco años volví con mi hermana gemela Daniel y ahora traje a mi hijo, que ya tiene 15 años y quiere conocer más en profundidad la historia de su abuelo a raíz de todo lo que generó la película”, concluyó la hija del hombre que nunca pensó que su solidaridad y coraje iban a ser tan relevantes para que su acción fuera contada al mundo entero.