La conclusión de los investigadores es clara: cuanto más alcohol se consume, peor es la salud del cerebro. Uno de estos impactos más conocidos es a través del adelgazamiento de la corteza, la capa externa del órgano que mide de 2 a 4 mm, se llama ‘materia gris’ y se asocia con funciones importantes como la cognición.
Sin embargo, se sabe poco sobre la capacidad de revertir este problema al detener el consumo excesivo de alcohol. Eso es lo que un nuevo estudio, dirigido por un equipo de científicos estadounidenses y encabezado por el investigador de la Universidad de Stanford Timothy Durazzo, decidió analizar. Descubrieron que después de 7,3 meses de abstinencia, el grosor de la corteza volvió a ser comparable al de los adultos sanos.
“Hay muy poca información en el campo del trastorno por consumo de alcohol sobre cómo se recupera la estructura del cerebro humano durante la abstinencia a largo plazo después del tratamiento. Nuestro estudio es el primero en demostrar una recuperación significativa del grosor de la corteza en múltiples regiones en aquellos que buscan tratamiento para el trastorno por consumo de alcohol durante aproximadamente 6 a 7 meses de abstinencia”, expresa el profesor de Stanford Timothy Durazzo a PsyPost.
El estudio, publicado en la revista Alcohol, siguió a 88 pacientes con trastorno por consumo de alcohol durante una semana, un mes y siete meses después del inicio de la abstinencia. Se compararon con 45 participantes de un grupo de control, que no tenían antecedentes de abuso de alcohol.
Los voluntarios se sometieron a resonancias magnéticas que midieron el grosor de la corteza en 34 regiones. Al final de los 7,3 meses de abstinencia, los parámetros mostraron una mejoría en 26 regiones de los pacientes en tratamiento, y en 24 comenzaron a mostrar resultados similares a los del grupo control.
“Estos resultados respaldan los efectos adaptativos y beneficiosos de la sobriedad sostenida en la recuperación estructural del cerebro en personas con trastorno por consumo de alcohol”, escribieron los autores en el estudio.
La reducción ya ayuda
Otro estudio, también realizado por el investigador de Stanford, publicado en la revista Alcohol: Clinical and Experimental Research, demostró que incluso una reducción en el consumo de alcohol ya puede traer beneficios al grosor de la corteza cerebral.
El estudio siguió a 68 personas con trastorno por consumo de alcohol durante aproximadamente ocho meses después de comenzar el tratamiento y comparó la información con 34 personas en un grupo de control, que no bebían ni consumían cantidades dentro del límite.
Dividieron a los participantes con el trastorno en tres grupos: los que permanecían abstinentes, los que consumían bajos niveles de alcohol y los que seguían bebiendo grandes cantidades.
Al final, los autores concluyeron que “los individuos que consumieron niveles bajos de alcohol exhibieron volúmenes corticales regionales más similares a los abstemios que los individuos que regresaron a niveles de riesgo más altos”.
Escriben que los hallazgos sugieren que “los niveles de bajo riesgo de consumo de alcohol se asocian con una integridad cerebral comparable a la observada con la abstinencia completa”.
Las dosis se denominan de bajo riesgo porque no existe un límite seguro de alcohol, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, las principales guías internacionales aconsejan no superar las dos dosis diarias en el caso de los hombres, y una dosis en el caso de las mujeres.
Cada ración corresponde a una lata de cerveza de 350 ml, una copa de vino de 150 ml o 45 ml de licores como vodka o ginebra.