Sociedad 13/10/2023 13:14hs

Un matrimonio israelí sobrevivió tras más de 20 horas secuestrado por Hamas gracias a una ingeniosa estrategia de la mujer

Rachel empleó la psicología inversa para distraer a los atacantes mientras las Fuerzas de Defensa llegaban para rescatarlos

 La mujer narró aún sorprendida a Cleverly todo lo que hizo para distraer a los terroristas y ganar tiempo hasta que llegaran las fuerzas de seguridad(X: @JamesCleverly)
 La mujer narró aún sorprendida a Cleverly todo lo que hizo para distraer a los terroristas y ganar tiempo hasta que llegaran las fuerzas de seguridad(X: @JamesCleverly)
 La mujer curó las heridas de uno de los atacantes y hasta les cocinó
 La mujer curó las heridas de uno de los atacantes y hasta les cocinó

Rachel y David Edery, un matrimonio de 60 años, fueron sorprendidos el sábado por los terroristas de Hamas, cuando invadieron la ciudad de Ofakim, a unos 25 kilómetros de Gaza, e ingresaron a su casa.

Al igual que ocurría en ese momento en tantos otros kibutz y ciudades cercanas, los atacantes entraron por la fuerza y cometieron las peores masacres.

Sin embargo, el caso de los Edery fue distinto. Tras pasar 20 horas cautiva de cinco terroristas en su propio hogar, la pareja logró ser rescatada por las Fuerzas de Seguridad y, todo, gracias al ingenio de Rachel.

Desde un primer momento, la mujer supo que la única manera de salir con vida de aquella situación era distrayendo a los terroristas para ganar tiempo. Es por ello que se dedicó, durante las largas horas, a servirlos y atenderlos, incluso cocinándoles, sirviéndoles café y pollo, y curando sus heridas, según relató este miércoles al ministro de Exteriores del Reino Unido, James Cleverly, durante su visita a la zona.

Al principio, “le dije que fuera a descansar a la cama de mi hijo [Eli, policía]. Hice un torniquete y le apreté el brazo, le puse una venda y le dije que se fuera a dormir”, comenzó narrando sobre su intercambio con uno de los cinco terroristas, a quien también le ofreció agua y comida.

“Le dije ‘Beeq maya’ (quieres agua) y me dijo ‘sí’. Le serví agua y le dije ‘vete a descansar, vete a dormir’”, continuó.

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Sin embargo, al cabo de dos horas, la ayuda aún no había llegado y Rachel sabía que necesitaba cambiar un poco su estrategia para no llamar la atención de los terroristas. Fue entonces que advirtió a uno de los atacantes que se veía pálido y, por tanto, le ofreció “un poco de ananá, para que suba el azúcar en tu cuerpo”.

“Le dije ‘toma, ven, siéntate a mi lado que te voy a dar ananá y, a lo mejor, así te sube el azúcar. Toma un poco de agua y acuéstate”, insistió.

Claro que ella debió probar primero la fruta para demostrar que no estaba envenenada pero, al hacerlo con gran tranquilidad, logró nuevamente transmitir confianza y éste accedió a comer.

Esto le permitió ganar un poco más de tiempo pero no el suficiente. Al dar las 16:00 horas en el reloj, sabía que necesitaría de una última estrategia para seguir con vida y fue entonces cuando recurrió a uno de los instintos más básicos de todos.

“Tal vez tienen hambre y, si tienen hambre, me matarán”, pensó en aquel momento e inmediatamente los convenció para ponerse manos a la obra. “Les preparé pollo, les ofrecí café”, dijo sin aún poder creerlo.

Los terroristas rápidamente cayeron en la trampa y se sentaron a comer en distintos lugares en ambos pisos de la casa. Mientras esto ocurría, sin embargo, su hijo finalmente llegó a la casa con un equipo de especialistas que participaron del rescate.

Un primer enfrentamiento tuvo lugar en la entrada de la casa y, a continuación, se dio un intercambio de disparos que acabó con los cinco terroristas muertos. También se registró la detonación de al menos una granada que lanzó uno de los atacantes al percatarse de su presencia pero que, afortunadamente, no se cobró la vida de ningún israelí.

Rachel también tuvo un rol clave en esta etapa ya que con una sutil seña con su mano logró indicar a los rescatistas que había un total de cinco invasores en la casa, muchos de ellos escondidos y esperando para atacarlos.

Tras el exitoso rescate, Rachel y David volvieron a su casa, destruida y cubierta de sangre, tanto en el exterior como en el interior.

“Aquí no hay nada que hacer, sólo muerte y devastación. He venido a dar las gracias a Dios por salvarnos la vida y a nuestras extraordinarias fuerzas de seguridad”, reflexionó en diálogo con The Times of Israel mientras recorría la casa en la que criaron a su hijo y donde pasaron gran parte de sus 40 años de matrimonio pero que hoy es un recuerdo vivo de aquel día negro.

 

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