No tenía donde vivir ni plata para comprar ladrillos y construyó su casa con botellas: tardó 28 años

Lo conocí personalmente por un gran amigo en común: Miguel Morelli. Tito Ingenieri es un creador que pasó de todo en su vida, pero siempre creyó. Fue actor, interno del Borda, consumidor de drogas y hasta plomo en la banda de Spinetta, pero esencialmente un artista que el municipio de Quimes declaró "Ciudadano ilustre"
  • La Fortaleza de Vidrio, la casa que Tito Ingenieri se construyó en Quilmes. La Fortaleza de Vidrio, la casa que Tito Ingenieri se construyó en Quilmes.
  • No tenía donde vivir ni plata para comprar ladrillos y construyó su casa con botellas: tardó 28 años
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  • No tenía donde vivir ni plata para comprar ladrillos y construyó su casa con botellas: tardó 28 años

El reconocido «Ciudadano Ilustre de Quilmes» es quien nos contó la particular historia de su propiedad: «Soy uno de los primeros recicladores de la Argentina. Mi casa tiene casi dos millones de botellas de vidrio. Ese es el material que usé. Después utilicé como ventanas ruedas de carreta y algunas puertas con hierro y chatarras de automóviles, pero todo reciclado».

 
Un sector de lo que actualmente es su hogar fue también, hasta antes de la pandemia, un museo que solían visitar personas de distintos barrios del Conurbano y de más lejos también. Según Tito Ingenieri su creación está «entre las 10 casas más raras del mundo” y entre “los 10 edificios más raros de Argentina”. Además, fue declarada de interés municipal y nacional.

Ubicada en Manuel López al 300, incluye un faro de 15 metros de altura en homenaje al escritor francés Julio Verne y tiene una forma hexagonal que hace que los días de sudestada «la casa silba».

La vivienda contiene botellas de distintos colores y tamaños, envases de leche, cerveza, aceite y vino que el mismo vecino de Quilmes juntó y que otras personas de la zona le fueron donando. 

«Vivo en una obra de arte. La gente ve una cosa distinta. Mi deseo es que copien la casa. Mi mensaje es que dejen de pedirle casas al Estado y se la hagan ellos con distintas maneras de reciclar. Ya muchos lo están haciendo. Por ejemplo, una mujer de Santo Tomé, en Santa Fe, ya se hizo una y yo la guié por teléfono», contó Tito Ingenieri.

Más allá de la pandemia, la reapertura del museo está atada a otro inconveniente que el mismo vecino se ocupó de explicar: «Hay que arreglar los techos de la parte de adelante porque son chapas viejas. Como no recibo ayuda del Estado, tengo que juntar la plata para hacer esa reparación. A la gente no le cobró nada por entrar, por eso cuesta un poco más todo, pero en algún momento se hará y vamos a reabrilo».

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La vida del Ciudadano Ilustre de Quilmes


«Empecé a hacer arte en la adolescencia. Fui a aprender con Oscar Albertazzi, un escultor muy reconocido de Quilmes, y seguí con él hasta que falleció en la década del 70. En lo que tiene que ver con lo laboral, trabajé como oficial soldador en muchos lados y también haciendo herrería artesanal, que es la que fabrica escudos y espadas. Pero siempre haciendo arte, soy un obrero del arte, escultor o artista es otra cosa», enumeró el vecino de Quilmes que cuando tenía 17 años se fue a vivir a una casa que armó arriba de un árbol.

El otro anclaje de Tito Ingenieri con el mundo artístico tiene que ver con su paso por el teatro, género que también estudió de joven y que lo llevó a participar de distintas obras independientes: «Hacíamos textos de Antonin Artaud y de otros autores, pero después de un tiempo empecé a tirar más para el lado de las esculturas y nunca paré. Tendré un poco más de 30 monumentos emplazados, de los cuales 20 están en Quilmes y el resto en Avellaneda, La Pampa, Arrecifes, Capitán Sarmiento y Berazateguiy varios lados más».

La historia del vecino de la ribera llegó a la pantalla a través del documental «Tito, el navegante», una creación de Alcides Chiesa y Carlos Eduardo Martínez que fue estrenada en 2010 y recupera parte de una vida de película anclada en lo que él considera su lugar en el mundo: «Quilmes me representa todo. Vivo acá y siempre voy a vivir acá».

En el arcón de sus recuerdos viven: una novia que amó por su cabellera roja, la casa del árbol, la colimba en el Sur , las adicciones, ocho años en el Hospital Borda como si fuera un presidiario, una fuga, fobias, el rock, amigos, un Eternauta personal, ilusiones y miedos. Tito es un náufrago voluntario que desde una isla envía sus mensajes de apostasía en botellas de vidrio que viajan incansables hacia el mundo.

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