"Panchita" fue criada a mamadera por Alberto Sallago y Nélida Maldonado. Fue encontrada casi muerta al borde de una ruta en el Chaco, hace 17 años.
"Es una integrante más de la familia, para mis abuelos era una hija más. Mi papá es camionero, la recogió de al borde una ruta, casi muerta. No la podía dejar ahí y se la trajo en una cajita", contaba llorando hace 6 meses, Micaela Sallago.
Alberto y Panchita en el pueblo
En marzo pasado, 3 móviles de Policía y de Fauna de la Provincia de Buenos Aires se presentaron en Carhué y se llevaron a la carayá a Córdoba, donde funciona una especie de ONG con importantes deficiencias legales llamada "Proyecto Carayá" (Ver video).
"No sabemos nada desde que se la llevaron. Los carayá son originarios de clima subtropical, del calor, y se la llevaron a La Cumbre, donde en invierno hasta cae nieve. Nos preguntamos por qué a 'Laiza' la devolvieron y a 'Panchita' no. Sus historias son idénticas, mismo rescate, exacto lugar, en una época de desmonte feroz de la provincia del Chaco", cuenta Micaela.
Alberto Sallago reconoce que hoy existe más información sobre qué hacer en una situación similar, de encontrar un animal silvestre en ese estado de abandono, casi mueta, en una ruta. Pero hace 17 años solo atinaron a tratar de salvarla. Desde entonces, "Panchita" vivía con la familia y era parte de la rutina y fotos del pueblo.
"La criaron como una bebé, nunca se escapó, jamás mordió a nadie, es muy tranquila. Por la tarde nos cruzábamos a la plaza que tenemos enfrente de nuestra parrilla (Parrilla Cabalino) y los chicos se venían a sacar fotos y a preguntar por ella. Debe tener miles de fotos 'Panchita' con todo el pueblo", recordaba por entonces Micaela.
Como todo animal criado con amor en una casa, la monita tenía su jaulita para dormir en la noche y sus siestas, su cobija y colchón.
"De noche tomaba su leche tibia, al mediodía comía sus frutas y verduras y a las 5, de merienda, le tocaba su banana. La verdad nos arruinaron la vida, porque nosotros somos su familia, debe seguir muerta de miedo".
Del predio donde se encuentra "Panchita" poco se sabe. La información que se tiene resulta preocupante para la familia Sallago y los abogados que siguen la causa.
"Proyecto Carayá está en un predio que cedió por 20 años un ciudadano alemán, donde cobran entradas, reciben aportes del Estado, piden donaciones, venden souvenires. Lo que no se sabe es a donde va ese dinero, se jactan del predio que funciona en libertad pero en los papeles figura como Zoológico y están los animales en jaulas, donde se reproducen sin control. 'Panchita' vivía libre, no encerrada, jamás le hizo daño a alguien, por qué no la dejan terminar sus días entre su familia no sabemos".
La historia de Laiza
La Justicia de Junín le regresó una mona carayá a la familia con la que vivió por 24 años. El primate había sido capturado por el personal de la Delegación de Prevención Ecológica y Sustancias de Junín y fue trasladado a la reserva Temaikén de Escobar después de que un vecino hiciera una denuncia.
Este viernes, la mona Laiza volvió a los brazos de María José Malizia, quien contó sobre su caso. Inicialmente, aclaró que está al tanto de que su animal de compañía es una especie protegida y que no está permitida como mascota. Sin embargo, explicó que hace 24 años, durante la deforestación del Chaco, murieron muchos animales, entre ellos, la madre de Laiza, por lo que ella y su esposo decidieron adoptarla, contó la familia a El Trece tv.
“La criamos como una mascota más de la familia, pero es más que una mascota”, remarcó la mujer. También admitió que solo la llevó al veterinario cuando la rescató porque tenía la pierna lastimada, y nunca le ha puesto ningún tipo de vacunas. El abogado de María José, Juan Gregorio Lemos, agregó que Laiza no estaba escondida, todos los vecinos estaban al tanto que estaba viviendo en la casa.
La mona creció como una más de la familia, junto a los perritos de María José. Jugaba libremente en el patio y se paseaba por las casas de los vecinos. Esta es la razón por la que el animal se deprimió mientras que estuvo en la reserva. “Cuando a mí me sacaron a Laiza, estuvo cuatro días sin comer en Temaikén. ¿Cómo puede ser que en mi casa no la pueda tener, que esté libre en el patio, y tenga que pagar una entrada de $7.000 para que ella se pueda ver en una jaula? A eso es a lo que más bronca yo tenía”, se quejó María José.
Lemos también quiso señalar que la historia de Laiza no debe ser vista como una “apología del delito”, ya que se debe tomar en cuenta el contexto en el que la mona fue rescatada. Además, remarcó que los biólogos de Teimaikén, cuando la entregaron, dijeron que era inviable llevarla de vuelta a su hábitat natural porque ya estaba adaptada a la vida entre los humanos. Incluso, se destaca su longevidad y buen estado de salud porque la esperanza de vida de esta especie es de 20 años.