Sociedad 04/09/2023 13:34hs

Pablo Alarcón con María Laura Santillán: “No tengo un mango, nos hicieron bolsa, destruyeron el país”

A los 77 años, necesita trabajar para vivir. Todos los domingos se presenta en Plaza Francia, con un texto del siglo XVI que habla de la corrupción de los políticos. Recibe ovaciones y soporta insultos. Cómo es extender la mano con la gorra y pedirle ayuda a la gente. ¿Trabajar en la calle es humillante? La necesidad económica, la autogestión y el discurso político

”Me salvé porque buscaban a Marabotto y los atendió Alarcón”, contó el actor en la entrevista con María Laura Santillán (Franco Fafasuli)
"Me salvé porque buscaban a Marabotto y los atendió Alarcón", contó el actor en la entrevista con María Laura Santillán (Franco Fafasuli)
”A esta edad tendría que estar mirando televisión o jugando al ajedrez, y tengo que seguir laburando”, expresó Pablo Alarcón durante el reportaje de María Laura Santillán (Franco Fafasuli)
"A esta edad tendría que estar mirando televisión o jugando al ajedrez, y tengo que seguir laburando", expresó Pablo Alarcón durante el reportaje de María Laura Santillán (Franco Fafasuli)
 ”Yo a mis hijas no tengo necesidad de decirles no te metas con mi vida, porque no se meten. Pero fueron a verme. Antonela fue a verme”, contó Pablo Alarcón (Franco Fafasuli)
 "Yo a mis hijas no tengo necesidad de decirles no te metas con mi vida, porque no se meten. Pero fueron a verme. Antonela fue a verme", contó Pablo Alarcón (Franco Fafasuli)
 ”Yo tengo propuestas, ahora estoy filmando una película. Gratis”, reveló Pablo Alarcón (Franco Fafasuli)
 "Yo tengo propuestas, ahora estoy filmando una película. Gratis", reveló Pablo Alarcón (Franco Fafasuli)
 ”Es necesario que la gente vaya a votar y que no vote en blanco. Que decida entre Messi y Maradona. Ponele el nombre que quieras”, dijo Pablo Alarcón (Franco Fafasuli)
 "Es necesario que la gente vaya a votar y que no vote en blanco. Que decida entre Messi y Maradona. Ponele el nombre que quieras", dijo Pablo Alarcón (Franco Fafasuli)
 María Laura Santillán y Pablo Alarcón en el estudio de Infobae (Franco Fafasuli)
 María Laura Santillán y Pablo Alarcón en el estudio de Infobae (Franco Fafasuli)

¿Se puede vivir con 75.000 pesos? ¿Cómo hacen para vivir los jubilados que cobran la mínima? Pablo Alarcón tiene 77 años y es actor desde muy joven. Protagonizó infinidad de trabajos en teatro y en televisión. Varias generaciones recuerdan su personaje en la icónica telenovela de los ‘80 Rosa de lejos y sus participaciones en el inolvidable ciclo Alta comedia. Trabajó con éxito en España, en Italia y en Puerto Rico. En la adversidad Pablo, como pocos, supo reinventarse. Padeció el exilio en tiempos de Isabel Perón y vivió en Italia cuatro años, trabajando en la calle. Y durante la pandemia, pergeñó un espectáculo teatral y gastronómico a domicilio: “El cocinero está frito”. No es la primera vez que Pablo Alarcón toma distancia de lo que se espera de él. Ahora se presenta “a la gorra” los domingos en Plaza Francia. Su verdadero nombre es, en realidad, Rodolfo Marabotto.

— Quién te dice Rodolfo.

 — Rodolfo Francesco Marabotto. Los acreedores. (Risas) En la vida nadie.

— Sos muy conocido, popular. Pero hubo y hay momentos en que decidís rebuscártela solo.

— Sí. Yo me autogestiono. Desde siempre. Para mí salir de la zona de confort es estar en mi zona de confort. Qué país maravilloso para eso, para salir de la zona de confort. Vivo a los saltos. Te confieso una cosa, cuando yo empecé a laburar de actor miraba a la gente que se dedicaba a conducir programas y decía: qué lindo todos los días ir a laburar, tener años completos. El actor es mucho más de saltar, tres meses de laburo y tres meses no.

— Pero tuviste muchísimos años de trabajo sin parar.

PUBLICIDAD

— Sin parar. No solamente acá.

— Hoy estás haciendo teatro en la calle, a la gorra. Pero cuando vivías en Italia también trabajaste en la calle. La calle la conoces, la viviste.

— Yo me tuve que ir del país por problemas políticos en la época de Isabel Perón, en el gobierno peronista, vinieron a matarme. Me salvé porque buscaban a Marabotto y los atendió Alarcón. Me pidieron un autógrafo y se fueron.

— ¿Nunca supieron que Marabotto eras vos?

— Después volvieron a mi casa, hicieron bolsa la casa, pero yo ya estaba afuera.

— En Italia y con tu primera mujer, Mónica Jouvet.

— Si. En la calle trabajé. Me encontré en una plaza sin plata, nos quedaban 100 dólares. Y alguien me dice: ustedes son argentinos ¿no? ¿Vos sos actor? ¿Y vos, no sos hija de la gorda? ¿Están paseando por Roma? No, le dije, estamos viviendo acá, tuvimos que venir. ¿Vos qué hacés?, le pregunté. “Estamos vendiendo acá”. Era Julio Frondizi, hijo de Silvio Frondizi, la hermana también exiliada y la madre, Pura, vivían en Roma los tres. Somos muy amigos actualmente. Nos llamamos una vez por mes, vienen todos los años. Me dijeron: hacé algo, vendé lo que sea.

— ¿Qué vendiste?

— Yo hacía artesanías, era muy amigo de Ubaldo Martínez, un actor famoso. Tenía su taller, me enseñaba a hacer collarcitos. Y empecé a hacer eso.

— Vendiste artesanías en Piazza Navona.

— Cuatro años y pico. Todo el tiempo que viví en Roma viví de eso. Viví en la calle. Vendía en un bar que me daba permiso para poner mi caja.

— Lo que estás haciendo ahora frente a la Iglesia del Pilar en Plaza Francia, muchos años después, está más expuesto. No hay un bar, estás en medio de la plaza.

— Claro, yo me vendo. Vendo mi oficio. Yo tuve mucho miedo María Laura de salir a la calle.

— ¿Por qué?

— Porque es un tema revulsivo. Es un grito desesperado de lucha por la libertad. “Nos roban. Nos están robando”.

— Es un texto del siglo XVI que se hizo en 1548 y en la calle. Discurso de la servidumbre voluntaria, de Etienne de La Boétie

— En la calle. Estoy haciendo una performance… (Risas). En realidad estoy haciendo una tribuna política.

— ¿Estás haciendo política?

— Lo que me decidió fue que me llegó la factura del gas de 17 lucas y dije: esto es un afano y yo estoy sin trabajo. Empecé a ensayar este espectáculo, lo tenía pensado para hacer en teatro. Hice una recopilación de 12 minutos y dije: salgo a hacer lo que hizo este muchacho, este chico de 18 años contra la corrupción en 1548.

— Fue hace muchísimo tiempo.

— Pero la corrupción viene de antes, viene de siempre. Los romanos fueron los que realmente mejoraron la apuesta. Como dice el texto: “los muy bribones nos daban a rienda suelta, vino, trigo y una moneda que nada valía. Daba pena oír cómo el pueblo los homenajeaba”.

— Ahora no tenés 20 años y estás poniendo literalmente el cuerpo en la calle.

— No, 78 cumplo ahora, la semana que viene. Claro, estoy poniendo el cuerpo.

— Con frío.

— El frío. Y la exposición. Y a veces me tengo que aguantar algunas bravuconadas de gente a la que no le gusta lo que hago, lo que digo.

— ¿Qué te dice esa gente?

— Me insulta o me dice que estoy trabajando para el sistema, que estoy trabajando para un partido.

— Recibiste una ovación este último fin de semana.

— Sí. Y te digo más, llega triste la gente, llega angustiada. Y se va contenta.

— ¿Se van contentos porque armaste una especie de juntada?

— Y porque en definitiva es optimista el mensaje. Los aliento a que recuerden, a que piensen, y al final les hago una pregunta, me la contestan.

— ¿Cuál?

— “¿Por quién vas a votar? No me digas nada. Si tuvieras que votar a alguien que maneje tu vida, el destino de tus hijos, de tus hijas, tu propio destino, a quién elegirías. ¿A alguien como Maradona o como Messi? Pensalo”.

— Eso no estaba en el texto de 1548.

— No, no estaba. Es lo único que digo como persona. Y no solamente eso, me atrevo a extender la mano y a decir: “mirá, te pido por favor, te pido ayuda para vivir”.

— Con la gorra.

— Con la gorra. Lo hago yo. Yo me animo a decir no tengo un mango, nos hicieron bolsa, destruyeron el país. A esta edad tendría que estar mirando televisión o jugando al ajedrez, y tengo que seguir laburando. Menos mal que lo puedo hacer, tengo amigos que no pueden. Y mirá que estoy en una situación privilegiada, tengo mi casa, tengo un coche.

 — Tus hijas están bien.

— Mis hijas están bien. Hicieron su carrera.

— Es la necesidad económica, pero también es tu necesidad de independencia que está siempre en la historia de tu vida, y también la necesidad de hacer política.

— Un poco de política por supuesto, porque estoy cansado de que nos afanen. Estoy cansado de los cuentos. Estoy cansado de los políticos que te dicen “yo en una situación de pobreza salgo de caño”.

— ¿Cuándo pensaste esta idea, consideraste que la calle iba a ser dura con el frío, con los insultos? ¿Qué implicaba para vos poner el cuerpo? ¿Pediste consejo?

— Sí, a los primeros que pedí consejo me dijeron que no lo haga. Que no lo haga.

— ¿Por qué dijeron eso?

— Que era muy atrevido. Que era muy peligroso, porque el texto es muy revulsivo. Y porque además, no tengo edad para hacer esas cosas. No tengo edad. ¿Y cuál es la edad para hacer estas cosas? ¿A los 17 años?

— ¿Quiénes te dijeron eso, tus amigos?

— Muchos amigos.

— ¿Tus hijas?

— Mis hijas (risas), no me tomaron muy en serio. Pero yo no puedo opinar de lo que hacen mis hijas. Te pasará lo mismo a vos. Las hijas, los hijos, hacen lo que quieren. “No te metas papá”. Y yo a mis hijas no tengo necesidad de decirles no te metas con mi vida, porque no se meten. Pero fueron a verme. Antonela fue a verme.

— ¿Qué dijo Antonela?

— Salió contenta.

— ¿Qué le gustó más? Ver cuanta gente habías reunido que te aplaudía?

— No, ver a su padre. En esas circunstancias.

— ¿Y ahora? ¿Qué te dicen los que te quieren?

— Ahora me llaman amigos míos que están pasando situaciones muy feas de salud o de economía y me dicen: Pablo, me anima a hacer cosas.

— Hay algunas personas que podrían vivir como humillante la decisión de trabajar en la calle.

— Claro. Yo no lo vivo como humillante. Yo di un paso adelante en mi vida. Yo vivo eufórico desde que lo estoy haciendo. Porque en este país para sobrevivir bien, tenés que ser Superman o la Mujer Maravilla. Y no todos son Superman y la Mujer Maravilla, pero todos tenemos un Superman adentro y todos tenemos una Mujer Maravilla adentro. Todos podemos. Lo que pasa es que el gobierno lo que hace es estupidizar a la gente: no, quedate tranquilo, yo te voy a dar una caja de pan, te voy a dar una cajita de alimentos. Vos quedate tranquilo, igualmente te voy a mantener. Nos quieren tontos.

— Recién cuando contaste que Antonela te fue a ver a la plaza se te llenaron los ojos de lágrimas.

— Sí. Porque era alguien amado, amado por mí, que estaba conmigo.

— Falta que tu otra hija, Agostina, venga a verte. Está estudiando en los Estados Unidos. ¿Lo vio por las redes? ¿Qué te dijo?

— Recién me llamó. Se lo pasé, si. Ve todo. Se ríe.

— Se ríe. No opina.

— No, no pueden opinar. Está dentro de la ley lo que yo hago. No estoy afanando. No salí de caño (Risas). Si salgo de caño me pegan una patada.

— Hablemos de tu necesidad de independencia. En algún momento de tu vida y durante un tiempo largo, te fuiste a vivir a Entre Ríos a trabajar en un casino de Victoria.

— Sí, porque estaba un poquito harto de la actuación y estaba un poquito harto del ambiente, de la competitividad. El ser actor te da una especie de necesidad del aplauso, de la aprobación del otro, de ser amado por todos. ¿Cómo vas a ser amado por todos si todo el mundo no se ama?

— Y en otro momento, durante la pandemia, armaste algo nuevo, también independiente, la obra “El cocinero está frito”. Hacías teatro, música y comida a domicilio.

— Claro. Cocinaba, cocino todavía, lo sigo haciendo. Cocino en tu casa, sirvo la comida. Llevo un trío, Corcho Segall en guitarra, Diego Piccoli en piano y yo en armónica. Contamos la historia de la comida y organizamos un baile. Y como estoy estudiando música ahora con Augusto Gavilán, gran amigo, me acompaña en esta aventura y los dos tocamos el hang.

— ¿Qué es el hang?

— Un instrumento suizo de percusión, él lo fabrica. Muy bello.

— ¿Sabés leer música?

— Estudié música pero fraseo. Sí, algo sé.

— Hay una permanente necesidad de autogestión en toda tu historia.

— Sí. Absolutamente. Mis dos hijas salieron a mí.

— ¿Te estás presentando solamente los domingos en la plaza?

— Los domingos de tres a cinco de la tarde hacemos funciones frente a la Iglesia del Pilar. Vamos a hacer funciones la semana que viene o la otra frente a la Casa Rosada, para gritarles a los políticos. Después vamos a hacer una frente al Congreso. Después una en la plaza Libertad, frente a Tribunales.

— ¿Contra el gobierno?

— No, contra el gobierno no. Contra los corruptos y contra los ladrones. Debo suponer que hay gente honesta también. Debo suponer que hay gente honesta en el gobierno. Pero los que mandan, los que dirigen el gobierno no son honestos. Si no se irían.

— La situación económica es muy complicada para todos.

— Está muy complicada. Menos para los políticos que viven como príncipes, como reyes, como dice Étienne de La Boétie: “todos comen del gobierno. Todos. Muy pocos en la mesa. El resto como perros, de sus sobras”.

— Muchos actores también la están pasando mal.

— Terrible. Porque no hay trabajo. La gente no puede ir al teatro. Hay muy pocos teatros que andan bien. Pero muy pocos.

— Sin embargo, vos tenés propuestas.

— Yo tengo propuestas, ahora estoy filmando una película. Gratis. Una película de un grupo que se unió ante un proyecto, nadie tenía un peso, y cada uno pone su trabajo.

— Hace poco estuviste en televisión, en Pasaplatos. Siempre están buscándote para trabajar, pero no alcanza.

— No, no te alcanza. Mirá, yo cobro 75.000 mangos de jubilación.

— La mínima.

— Esta limosna que nos ha dado… dijo Massa: “el gobierno hace un esfuerzo”. Acá los únicos que hacemos esfuerzo somos los que estamos abajo, los que laburamos.

— ¿Estás en pareja? Tuviste parejas conocidas, Mónica Jouvet, Claribel Medina y Lucía Galán.

— Divina Lucía. Todas divinas.

— ¿Con Lucía se terminó hace cuánto?

— Dos años atrás, antes de la pandemia. Pero estamos en contacto porque yo la amo a Lucía, es una persona maravillosa.

— ¿Sabe lo que estás haciendo?

— Sabe, claro que sabe. Ahora está en Madrid junto a su hija, quiere estar con Rocío. Se ríe.

— ¿Te bancarías si alguien que te quiere te dijera seriamente: Pablo, no lo hagas?

— Por supuesto que no. Es necesario. Yo había decidido no meterme nunca más, no abrir la boca en política.

— ¿Por qué?

— Porque la pasé muy mal.

— La pasaste muy mal cuando eras peronista y te tuviste que ir del país.

— Cuando era peronista. Problemas familiares. Desaparecidos dentro de mi familia. Primos hermanos desaparecidos. Amigos desaparecidos.

— ¿Y qué pasó? ¿Por qué cambiaste de idea?

— Ahora creo que es necesario dejar emerger lo que yo siento. ¿Si no lo digo ahora, cuándo lo digo? Estamos muy mal. Es necesario que la gente vaya a votar y que no vote en blanco. Que decida entre Messi y Maradona. Ponele el nombre que quieras. Después veremos qué pasa. Pero a quien yo voy a votar sabe que ni bien asuma me paso a la oposición. Este espectáculo lo voy a seguir haciendo y señalando los errores.

— Vas a ser crítico siempre.

— Absolutamente. No podemos darle la llave de la casa a alguien e irnos. ¿No? Nunca más.

— ¿Cómo te llevas con la soledad? Una hija en los Estados Unidos, tu ex muy cercana ahora en España…

— Y mi otra hija que se quiere ir afuera también.

— ¿Pareja otra vez?

— No. Decisión. Puedo amar pero no estar en pareja.

— ¿Por qué?

— Porque el modelo de pareja que tenemos nosotros, la gente de mi generación, son parejas cerradas en donde necesitan pegotearse, necesitan ir con las esposas puestas juntos y hacer todo en pareja. Me quedo donde tengo ganas de quedarme. Tengo mis dos mascotas, mis amigos que me esperan, y cuando no puedo llegar los pongo en una guardería. Pero no quiero dar señas de qué es lo que quiero hacer.

— ¿Explicaciones?

— Explicaciones. Fundamentalmente por eso. Las parejas cerradas son así. No tiene sentido. Respeto a la familia.

— ¿Cómo hiciste durante todos esos años que estuviste en pareja?

— Fueron momentos de discusión. Creo que en definitiva las parejas se rompen por eso, porque no se aguanta la presión de las obligaciones de la pareja. Yo soy católico, cristiano, amo, soy una persona moral y respeto el judaísmo, el islamismo y cualquier religión que hable del amor. Pero déjenme estar solo los últimos años de mi vida. Tengo derecho a estar solo como quiero.

— Solo.

— Tengo muchos amigos.

— Si el ingreso de tu jubilación fuera más alto no te veo ni por casualidad sentado en un sillón y viendo televisión, como me dijiste.

— No, no. Estudiando. Viajando. Aprendiendo. Y trabajando de mi oficio, amo mi oficio.

— ¿Por qué supones que no parecés de 77, 78 años? Tenés la fisonomía de un tipo 25 años más joven.

— Supongo que será mi espíritu, la actitud que tengo frente a las cosas.

— ¿Las ganas?

— Las ganas de vivir que tengo. Mi madre cuando murió tenía 94 años y ella quería vivir, tenía ganas de vivir. Decía: yo no me quiero morir. A mí me encanta la vida, me decía siempre. A mí también. Aún esta lucha. Ahora estoy empeñado en trabajar para concientizar a la gente que tiene que votar con conciencia. Que tiene que dejar de votar sonrisas. No me hace reír Menem. Nunca me hizo reír Menem. Pero la gente dice: qué gracioso que era el turco che. Para mí no es gracioso.

— ¿Y MIlei?

— No es nada gracioso. No me interesa la sonrisa de nadie. No me debe interesar. Yo quiero un político que gobierne con el Congreso. No acepto discursos mesiánicos. No acepto más. Siempre me mintieron, nunca pudieron cumplirlos. Porque este país es un país republicano. Debe seguir siendo republicano y democrático. Y tiene que ser gobernado por el Congreso. Punto.

— La familia de Silvio Frondizi que te ofreció un lugar en la plaza para trabajar en el exilio hace tantos años, sabe sabe lo que estás haciendo ahora?

— Sí, saben. Saben. Me mandan mensajes de amor y de: ¡vamos!

— Se te ve muy bien.

— Gracias. Te traje un librito.

— Discurso de la servidumbre voluntaria. El texto de 1548.

— Este hombre, este chico, nació en el puerto en donde se embarcaban los esclavos para América. Los museos más grandes sobre la esclavitud, uno está en Colombina, y el otro está en Burdeos donde nació, se crio y murió Étienne de La Boétie. No vio publicadas sus obras porque en ese momento la imprenta estaba en manos de la Iglesia y de los gobiernos. Como ahora. Un poco menos ahora, hay industrias independientes. Pero en ese momento…no había nada. Ante un gran descalabro que hizo el gobierno de entonces que malsanamente puso impuestos impagables, algunos ciudadanos fueron a la casa de gobierno y mataron al que manejaba la gabela, al que manejaba el dinero, al ministro de Economía. Salió el gobernador a matar a muchos y salió este chico a gritar en la plaza lo que yo estoy haciendo acá en Plaza Francia. Fijate vos, en Plaza Francia. Ahora me doy cuenta. Recién ahora caigo.

— El texto francés en Plaza Francia.

— Francés. En este momento caigo. Qué sincronía ¿no?

— Frente a la Iglesia del Pilar.

— Hasta octubre.

— Hasta las elecciones.

— Sí. Después vamos a un teatro.

— Que aprovechen ahora para ir a verte a la plaza.

— Sí, que es gratis. A la gorra.

Más de Sociedad