Acostumbrada a las playas de Río Gallegos, es comprensible que la Vicepresidenta Cristina se haya fascinado con las arenas de Cancún y no quiera volver más.
En tal caso habría que ir haciéndose a la idea de esta nueva realidad, sobre todo los militantes para la liberación que están esperando una señal de vida, una bajada de línea, un guiño, un mimo, algo que les permita entender cómo es esto de que los mandaron a militar y a votar a Sergio Massa con el cuento de que están enfrentando a la derecha.
Tampoco deberíamos esperar nada de Máximo. Se ve que, allá en el all inclusive de la Riviera Maya, la deben estar pasando fenómeno porque hace semanas que no sabemos nada de esta gente.
Lo que sí se desmintió es el rumor de que Wado de Pedro, Ministro del Interior y jefe de la campaña de Massa, también estaría alojándose en el mismo resort o a punto de arribar a la península de Yucatán. Es falso aunque verosímil. Primero fracasó en conseguir que los gobernadores cuiden el voto de su candidato Massa y ahora tampoco puede lograr que paguen el bono que les ordenaron repartir para ver si dan vuelta el papelón de las PASO. Honestamente, para seguir estando dibujado acá es mejor estar dibujado allá, coloreado bajo el sol del Caribe mexicano.
Curioso el caso de este muchacho De Pedro que tuvo su minuto de fama, una suerte de rachita televisiva apareciendo por todos lados hasta que un día anunció su candidatura para presidente de todos y todas y chau. Algo raro habrá pasado porque nunca más supimos de él. Una pena. Esperemos que, por lo menos, le haya tocado una linda habitación con vista al mar.
Distinto es el caso de Alberto que se quedó acá y, cada tanto, el tipo va y pone la cara. Esta semana apareció en la tele sentado en el medio de una ruta y gritando como un marrano, despertando bebés y sobresaltando abuelos. Una movida simple y económica que le permite enfurecer aún más al electorado y avanzar con el objetivo de siempre: autodestruir su gobierno y así a todo el kirchnerismo.
Si bien la tarea del Topo ya puede darse por cumplida, hay que reconocer que el tipo es un profesional que juega concentrado, cuidando y defendiendo el resultado con uñas y dientes hasta la pitada final. El “presidente” es un bilardista, un poco berreta pero bilardista al fin.
En este contexto densas columnas de humo emanan de Massa. Un poco porque es lo que vende y otro poco porque pareciera que se está chamuscando.
Abandonado a la buena de Dios por sus propios mentores, Massa aún conserva serias chances de ganar la elección, siempre y cuando el 22 de octubre saque el 45% de los votos y un electorado embriagado lo consagre presidente en primera vuelta. En cualquier otro escenario está frito. La ilusión de un milagro no se le niega a nadie pero, si tuviera la suerte de entrar al ballotage, es obvio que los votantes de Bullrich se irían masivamente con Milei y viceversa.
Perdido por perdido, el tipo sigue regalando bonos, bicicletas, chapas, créditos, licuadoras, lo que venga. La gente es tan ingrata que agarra todo lo que le dan pero después van y votan lo que se les canta, como ya hemos visto. No digo ahora porque ya es un poco tarde pero a futuro el peronismo va a tener que inventar otro truco.
Por su parte, Bullrich también la tiene difícil pero al menos reaccionó. Reapareció con Melconian con quien debieron haber aparecido hace un año pero se ve que no tenían su celular. Finalmente lo consiguieron, lo llamaron y el tipo está.
Era sin internas, sin peleas, sin runflas, sin los operadores de siempre y sin matarse por los cargos. Simplemente era cuestión de acordar entre ellos el armado de un bloque de gente seria, honesta y ofrecérselo a la sociedad. Se avivaron un poco tarde pero todavía están a tiempo.
Ahora hay que armar la mística del campeón para lo cual Bullrich debería rajar a todos los inútiles que la asesoran, no escuchar a nadie más, ser ella misma, con Melconian, con los equipos, con un futuro gabinete y con los que acepten cuadrarse. Aquel inolvidable cruce de María Eugenia Vidal con Brancatelli en el programa “Intratables” de 2017 podría servir como tutorial. Al resto de los sabihondos y suicidas se los bloquea y no se los atiende más. Que se vayan todos juntos a ver el US Open y a otra cosa mariposa.
¿Y Milei? Ahí anda, reculando un poco y tratando que no le descubran el truco. Va a dolarizar pero cuando se pueda. Va a ir bajando el gasto pero de a poco. El ingenio popular ya lo bautizó como Javier Delay (significa demora en inglés y se pronuncia dilei). Lástima que la frase ya la usó el General Perón, pero el León podría ir por los canales de televisión al grito de “todo en su medida y armoniosamente”
De a poco va armando sus equipos, aparecieron algunos ex funcionarios de Menem como Roque Fernández y Carlos Rodríguez, funcionarios de Alberto como Guillermo Francos y algunos dirigentes menores vinculados a Massa. En fin, eso que la gente ahora denomina “casta”.
El pájaro loco Milei aprovecha que Massa hace campaña regalando pesos que solo en agosto perdieron casi el 30% de su valor cuando en realidad la gente no quiere pesos sino que quiere dólares. Y Milei se los promete. ¿De dónde los va a sacar? Todo en su medida y armoniosamente, diría el nuevo General.
La llegada de Melconian pretende poner el debate en el lugar que corresponde, finalmente lo importante y lo urgente hoy coinciden: es la guita.
Entendamos la base. Los 3 candidatos están de acuerdo, aunque no lo quieran reconocer, en que hay que bajar el gasto público y reducir el déficit fiscal. Por ejemplo, un país con 1.500.000 pensiones por discapacidad no es creíble. Ni que hubiéramos participado del desembarco en Normandía. Multipliquemos el ejemplo por cada repartición del Estado y vamos a entender cómo el gasto público creció del 20% al 40% del PBI gracias al talento del kirchnerismo (del que Massa es parte, no le quitemos mérito).
También coinciden los tres candidatos en modificar las leyes laborales para evitar que, cuando el parrillero José Carbón se afana dos kilos de asado, un vacío y un Rutini, lo puedan rajar pagando una razonable indemnización, pero sin que Carbón y su abogado Recalde se queden con el restaurante.
Acabar con los empresarios amigos que fabrican zoquetes protegidos por el Estado que terminan vendiéndose en el conurbano a precios más caros que en París, es algo en lo que también coinciden los tres, aunque con sutiles diferencias.
Massa promete terminar con todos menos con Vila, Manzano, Brito y Filiberti; Bullrich promete terminar con todos menos con Caputo, y Milei promete terminar con todos menos con Eurnekian. O sea, dime a que empresario querés salvar y te diré a qué candidato tenés que votar.
Podríamos seguir indefinidamente en la coincidencia sobre lo que hay que hacer pero al final del camino todo se reduce a tener un buen plan económico, con honestidad y respaldo político suficiente como para generar confianza e inversión. Para eso, entre otras cosas, el Estado deberá financiarse sin deuda ni emisión.
Massa dice que eso es exactamente lo que va a hacer, pero cuando tenga tiempo. Ahora no puede porque es el ministro de economía.
Melconian, que se puso la mochila al hombro, nos viene explicando cómo se resuelve este quilombo desde que salió de Valentín Alsina. ¿Podrá?
A Milei no le importa nada. Directamente va a dinamitar todo, en su medida y armoniosamente.
Podríamos seguir indefinidamente con esta realidad pero hoy es domingo y mañana llega Messi.
Aprovechemos.
Es la única alegría que tenemos.