Massimo Segre organizó una fiesta para 100 personas en su mansión ubicada en una las zonas más famosas y glamorosas de Turín, al norte de Italia. Se esperaba que el conocido banquero le propusiera matrimonio a su pareja, Cristina Seymandi. Sin embargo, un discurso en medio del evento podría derivar en una causa por violencia de género.
En uno de los rincones del jardín especialmente ambientado para el evento festivo, al que acudieron amigos de la pareja, estaba la mesa del disc jockey, quien le cedió sus auriculares para que Segre los usara de micrófono. Segre iba a dar un breve discurso que primero pareció una humorada y terminó siendo una triste revelación sobre el por qué del final de la relación a partir de ese momento.
“Siempre he pensado que amar a una persona es desear su bien, incluso más que el propio", comenzó Segre, un hombre de mediana estatura, calvo, de barba canosa y vestido con una elegante camisa blanca.
Seymandi, parada a su izquierda, esperaba una propuesta de compromiso e imaginaba su camino hacia el altar. Rubia, alta y con un vestido claro. Su rostro de felicidad y expectativa se fue helando y transformando en los primeros instantes de los breves casi 5 minutos que duró la escena que sacudió a la clase alta italiana.
"En este caso, deseo dar a Cristina la libertad de amar. En concreto, a otra persona, un conocido abogado”. En ese instante, se presentaron ante la alta sociedad las primeras dudas y sorpresas sobre la intención del discurso. Segre es banquero, no abogado.
La mirada de su inminente ex pareja se clavó en la nada. Ni siquiera en el banquero.
“Querida Cristina, sé lo enamorada que estás mental y sexualmente de él, como le has confiado. Y sé que antes de él tuviste una relación con un conocido industrial”, disparó Segre ante un centenar de invitados que ya estaban en un pasmado silencio.
“No creas que me complace quedar como un cornudo delante de todos ustedes”, continuó él, antes de exponer también otras presuntas traiciones, siempre dirigiéndose a los casi 100 asistentes.
“Es tan buena diciendo sus verdades, que no podía dejarla solo a ella contar la razón por la que esta noche pongo fin a nuestra convivencia”, sentenció como un juez que bajó el martillo.
“Querida Cristina, vete a Mikonos (Grecia) con tu abogado. Sé feliz con él, está todo pagado, al igual que el viaje a Vietnam”, añadió al seguir alimentando la hoguera pública a la que llevó sin previo aviso a Seymandi.
Si bien no trascendió quién y con qué intención, alguien grabó y difundió el video. Lo cierto es que Cristina tomará represalias. Aquella noche en la que ambos abandonaron rápido el rincón del disc jockey en Turín, ahora podría continuar en un juzgado.
Tal como informó El País, Seymandi se considera víctima de “violencia de género”. Definió el accionar de su ahora ex pareja como un gesto de “violencia aberrante” y aseguró que analiza iniciar acciones legales contra él.
Lo acusa de haber preparado la "sorpresa" con antelación, incluso su retirada de la fiesta acompañado por cuatro guardaespaldas.
“Cuando empezó a hablar pensé que era una broma. Luego me quedé petrificada. Fue un acto de violencia aberrante. Por no hablar de los comentarios en las redes sociales con palabras y frases obscenas. Si hubiera ocurrido lo mismo con las partes invertidas, las reacciones habrían sido muy diferentes. En cambio, soy mujer, y en este mundo eso marca una gran diferencia”, se defendió en una entrevista con el diario Il Corriere della Sera.
Y agregó: “Podría haber buscado el diálogo conmigo. Tal vez habríamos llegado a las mismas conclusiones, pero de una manera completamente diferente. Prefirió hacer esto, echarlo todo por la borda, causando tanto dolor a todo el mundo, y no entiendo por qué. Las cosas serias se solucionan de otra manera”.
Fin de fiesta e inicio de escandalosa causa en Turín, al norte de Italia, en la parte rica de "la bota".