Duro mensaje del arzobispo porteño ante la crisis: “No hay bolsillo que alcance”
En la tradicional homilía en Liniers, el arzobispo de Buenos Aires Jorge García Cuerva criticó la suba de precios y advirtió sobre el impacto en la pobreza y el desempleo.
La Iglesia alertó por la alta inflación en la misa central por San Cayetano, a menos de una semana para las PASO: “No hay bolsillo que alcance”. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, cuestionó la “maldita inflación” y advirtió sobre la pobreza y el desempleo en la tradicional homilía en Liniers frente al Santuario.
García Cuerva hizo eje en pedidos como “un trabajo digno bien remunerado; paz para nuestro pueblo atravesado por la violencia de la inseguridad social y económica; la inseguridad de no tener un futuro alentador, ni esperanzas para los hijos y nietos; le pedimos políticas públicas que reconozcan el esfuerzo y la actividad de tantos hermanos que se desloman todos los días”.
El arzobispo de Buenos Aires pidió “pan, porque, aunque muchos tienen trabajo, no alcanza”: “Los alimentos, como todo, aumentan, y como decía mi abuelo ‘no hay bolsillo que alcance’. Y le pedimos a San Cayetano, mejor pan, porque tampoco nos podemos resignar a que nuestros chicos y familias más pobres vivan a polenta, fideos y arroz”.
García Cuerva dijo que sueña con “más y mejor trabajo para todos y todas porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo a su pueblo”: “Te pedimos mejor trabajo, te pedimos mejor pan, te pedimos más salud, te pedimos paz para nuestro pueblo; y lo hacemos con mucha fe, a pesar de la exclusión, de la inflación, del desencanto y de los sueños rotos”.
Las frases más destacadas de Jorge García Cuerva
- “El índice de desempleo en el primer trimestre de este año ha sido del 6,9%, y puede ser más bajo que en otros períodos de la historia argentina”.
- “Le pedimos salud a San Cayetano; la salud física que necesitamos para salir cada día a enfrentar la vida en la fábrica, en la oficina, en la calle, en la escuela o en el hogar; pero también la salud del corazón, la salud emocional, la salud del alma: esa salud que se recupera y cuida con ternura, con afecto, con vínculos sanos que tantos necesitamos y aprendimos a valorar en la pandemia, cuando ni siquiera nos podíamos abrazar”.
- “En definitiva, te pedimos que se hagan realidad en nuestra Argentina que tanto nos duele, las palabras del querido Papa Francisco: ‘En una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no es solo un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva, para vivir como pueblo’”.