Política 07/08/2023 13:56hs

Se aproximan 5 días para el infarto con el dólar como protagonista

El viernes próximo arranca la veda electoral. Los argentinos están abrumados por una campaña que no convence, pero el voto es hoy la única herramienta de decisión y el mayor enemigo de la democracia es la deserción de las urnas. Un clásico de último momento: el dólar como cobertura desesperada.

 SERGIO MASSA Y EL DÓLAR: EL NERVIOSISMO VUELVE ESTA SEMANA.
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 SERGIO MASSA INTENTA CONTENER EL DÓLAR A UNA SEMANA DE LAS PASO
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 EL CRECIMIENTO DE LA POBREZA PREOCUPA AL GOBIERNO
 EL CRECIMIENTO DE LA POBREZA PREOCUPA AL GOBIERNO

Se inician cinco días hábiles para el delirio en Argentina. La campaña abruma al país y la desconfianza en la política es tan grande que toda la puesta en escena de avisos por televisión está lejos hasta de producir alguna diversión en el electorado. El problema es que el voto sigue siendo la única herramienta para el cambio y el peligro más grave está en que esa apatía aumente a la hora de ir a votar.  En la lista de prioridades del argentino medio, antes que la elección en sí misma, está la necesidad de proteger su bolsillo frente al delirio económico-financiero que hoy muestra el país. La semana pasada ese efecto ya se vio en el dólar con una trepada que superó los $570 en el blue y todo indica que el nerviosismo no terminó.

El primer interrogante hoy es: ¿qué novedades podrá tener cualquier argentino medio que busca cuidar su ingreso y protegerse mínimamente de una inflación que tampoco bajará sensiblemente?

El termómetro madre de los problemas argentinos es, fue y será el dólar. Sergio Massa pelea con esa realidad como lo han hecho todos los ministros de economía que enfrentaron crisis y la actual es una de las peores que se recuerde. Más cuando se terminó definiendo que el nuevo pago al FMI se hace rascando el fondo de la olla y sumando el préstamo de Qatar (sobre esto Mauricio Macri seguramente debe haber esbozado una sonrisa) que hay que devolver en 30 días. 

En ese marco esta semana no ofrecerá otra foto que la del nerviosismo. Ya no es solo un problema de las empresas que deben tomar posiciones en dólares para cubrirse de obligaciones que deben cancelar. El "chiquitaje" (compradores particulares de montos bajos) se agolpó el viernes en cuevas y hasta en plataformas de compra de dólar MEP para cubrirse y no "dormir destapados" durante las elecciones. Es en estos momentos cuando la rentabilidad desaparece de los cálculos y solo prima cubrirse de un riesgo inminente.

Massa hizo todo lo que pudo, tomando en cuanta las circunstancias, para lograr traer buenas noticias del FMI. Debe reconocerse que el Fondo, por más maldiciones que le eche el kirchnerismo, también aportó lo suyo con una importante creatividad a la hora de emitir un comunicado anunciando el arribo a un acuerdo técnico con Argentina sobre el que no se conoce casi nada. Para más adelante quedará el desembolso de los U$S 7900 millones que servirán para pagar los vencimientos que se gatillan con el propio FMI y nada más. Por lo tanto: por ese lado el Gobierno ya no puede esperar alguna otra buena noticia.

Tampoco parece que nadie en el kirchnerismo se esté esforzando en aportar tranquilidad ni siquiera a sus propios votantes. Cristina Fernández de Kirchner no aparece y lo único que se sabe es que continúan los esfuerzos por armar una sesión en el Senado para aprobar los pliegos de 90 jueces, fiscales y defensores mas la autorización a la polémica jueza Ana Figueroa para que continúe en su cargo mas allá de la edad de jubilación.

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Volviendo a la economía, el mercado de bonos y acciones puede aportar alguna novedad de acuerdo al resultado de las PASO. No es un secreto que si en el acumulado de votos ganara Juntos por el Cambio, el mercado vería ese resultado como una opción mas racional hacía el futuro de la economía y vendría seguramente una recuperación de los activos que hoy, en muchos casos, siguen en valores cercanos a los de default. Si la opción fuera para Unión por la Patria el panorama sería claramente distinto a ese. 

No es el mismo esquema que con el dólar. Cualquier opositor hoy tiene en agenda la necesidad de salir del cepo, más tarde o más temprano, como requisito esencial para normalizar la economía. Y por más que en el 2024 el ingreso de divisas mejore, ya sea por una mejor cosecha del agro sin sequía o porque comenzará a regularizarse la balanza de importación de energía, el valor de salida del cepo no va a ser el de un dólar bajo sino quizás el del más alto. Como sucedió en el 2015 cuando Cristina Fernández de Kirchner dejó la presidencia proclamando que el dólar estaba a $9,86 y un mes después el billete sin ataduras cotizaba tranquilamente en $15. En ese sentido no hay nada que aprender en Argentina, está todo escrito.

Además de ese horizonte hay otras malas noticias que no esperaron al resultado de las PASO. El viernes se supo que la pobreza  volvió a crecer de 34,2% al 38,7% y la indigencia subió del 8,2% al 8,9%. ¿Alguien podía pensar que con una inflación de 115% anual esto no iba a suceder? Otra cara de ese dato resulta más escalofriante: en un año se sumaron dos millones de pobres y muchos de ellos son trabajadores regulares con empleo estable. En el número total de pobres 28,7% son ocupados. Nunca había sucedido algo así en el país. 

Si salimos a dar una vuelta por el "barrio" aparece otro punto que grafica nuestras miserias. Hace una semana el FMI terminó su revisión anual de la economía de Brasil. Como todo país socio del organismo, el gobierno de Brasilia se somete a esa consulta que el artículo IV de la Carta del Fondo fija para todos sus miembros. No hubo escándalos dentro del gobierno de Luis Inacio Lula Da Silva, ni mucho menos declaraciones revolucionarias en contra del FMI. Por el contrario, el comunicado que emitió el equipo técnico que hizo la revisión de Brasil casi se deshizo en halagos sobre la situación de la economía de ese país, con un crecimiento más moderado que el de 2022, pero ubicándolo firme en 2,1% en 2023 y una inflación anual estimada en 5,4% para todo el año. Debe recordarse a esta altura que Brasil ya está teniendo una inflación acumulada que está por debajo del objetivo que se había fijado el Banco Central de ese país. Lula no tiene problemas con la falta de dólares y mucho menos con una emisión descontrolada, algo que el FMI también le alabó en el comunicado.

Para Argentina el resultado de esa revisión de los números de Lula debería ser una excelente noticia, pero lamentablemente por ahora no lo es, básicamente porque nuestros problemas nos tapan cualquier chance de disfrutar de la bonanza de nuestro principal socio comercial. Argentina enfrenta desde mañana los últimos cinco días hábiles antes que se defina el perfil de país que tendremos quizás hasta diciembre, pero hay un dato que no cambiará en lo inmediato, gane quien gane las PASO: los dólares seguirán faltando al menos hasta diciembre y con eso la posibilidad de tener un comercio exterior como cualquier país normal. El impacto negativo en la economía seguirá por largos meses; nada cambiará por ahora.

Lula intentó en varias ocasiones alguna declaración de amistad financiera hacia la Argentina, sobre todo en el camino de negociar muy a futuro la posibilidad de comerciar entre ambos países sin utilizar el dólar como moneda de intercambio. Nada de eso sucedió o va a suceder: los empresarios brasileños quieren cobrar la importaciones hacia la Argentina en dólares, como cualquier hijo de vecino. Si los argentinos solo quieren dólares, ¿por qué los brasileños van a pretender de nosotros otra cosa?

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