Mirtha Legrand: “Soy una mujer famosa en mi país y ahora me voy a dedicar a hacer el bien”

Más locuaz que nunca, la diva de los almuerzos fue a Rosario a recibir un premio homenaje. Fue la figura de la noche y contó de todo. Cómo elige su ropa, los preparativos para cada salida, su plan de medianoche por la ciudad y el proyecto que llena su vida mientras espera volver a la TV. “No sé cuántos años más voy a vivir, pero quiero que toda mi vida no sea en vano, quiero hacer algo por mis compatriotas”, dice
Mirtha Legrand: “Soy una mujer famosa en mi país y ahora me voy a dedicar a hacer el bien”

Pasó largamente la medianoche del viernes. Mirtha Legrand no parece cansada. Confiesa que se levantó temprano y que viajó en auto a Rosario para recibir una distinción en homenaje a su trayectoria. Pide disculpas por no subir las escaleras que la llevan al escenario porque es muy empinada. “Tengo mal una rodilla”, se excusa primero y después confiesa que no es por eso. “Mentira, no puedo subir”, dice después de caminar segura y acompañada los metros que separan la mesa principal y el centro del salón desde el que va a hablar como en una reunión de amigos.

De pie frente a un micrófono recibe el aplauso de cientos de personas que no paran de filmarla. El gobernador Omar Perotti no se decide a acompañarla en su breve caminata para el discurso, pero se para a su lado; el intendente de la ciudad, Pablo Javkin, la saluda con una sonrisa y aplaude. Ella le va a retribuir diciéndole que hizo una buena intendencia y que ganó bien las elecciones. También pide un aplauso para él. La presidenta del Concejo, María Eugenia Schmuck, le muestra orgullosa que logró que todos los concejales votaran para que sea visitante ilustre de la ciudad. El rival del intendente en las próximas elecciones, Juan Monteverde, decide participar de la escena y queda demasiado alto, pero aparece en cámara en su primera incursión en esta tradicional ceremonia de premios de producción rosarina.

 Mirtha se apura a contar la historia de su vida, coquetea con la idea de que la mayoría ya la conoce. Aunque además de los cuatrocientos presentes, la entrega se televisa en directo para Rosario y tiene buena audiencia. Ya contó sus comienzos varias veces en esa misma ceremonia, que la tuvo como estrella principal otros años. Igual que esta noche, donde se lleva todas las fotos y el reconocimiento de sus colegas, principalmente artistas y periodistas. Este año compartió cartel con Raúl Lavié, Sandra Mihanovich, Soledad Pastorutti, pero nadie pudo restarle ser el centro de atención. Ni las figuras nuevas que también recibieron un premio “Magazine”, como el conductor Fer Dente, la periodista Carolina Amoroso, la actriz Mercedes Funes, la cantante lírica Virginia Tola o la soprano Jaquelina Livieri, que vencieron obstáculos para estar en Rosario.

 
Con un vestido de encaje bordado verde esmeralda, una pashmina al tono sobre su cuello y aros de esmeralda, Mirtha hace lo que sabe hacer, lo que le sale naturalmente. Se emociona, recuerda que tiene 96 años y confiesa que después de la fiesta en Rosario no se irá a dormir, sino a recorrer la ciudad, para pasar por los lugares donde vivió, que recuerda con precisos detalles y hasta con la dirección de cada uno.

Como al descuido, advierte que esta noche no está apurada porque el fin de semana no tiene que grabar su programa de televisión, el que hizo durante tantos años y que ahora no está al aire. Es un reproche sutil, y no duda en afirmar que está convencida que lo mejor para su vida es seguir trabajando, aunque ella ahora no lo pueda hacer.

La televisión y su nueva pasión

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“Este año no he trabajado, todavía, veremos qué pasa. Están difíciles los canales”, lanza, en una frase que contiene su deseo y la esperanza de seguir haciendo sus mesas en la televisión que marcaron un récord de permanencia y figuran en el Guinnes. También emerge un leve reproche a los canales de la Capital Federal que no aceptan sus condiciones o quien sabe qué.

Entre el auditorio que la escucha están los directivos de los dos canales de aire de Rosario, Televisión Litoral (Canal3), perteneciente a Canal 13, y Telefé Rosario. Pero no está dirigido a ellos el reclamo de la diva de los almuerzos. Seguramente estaba pensando en las largas negociaciones de su nieto Nacho Viale con Adrián Suar.

“Todos los días le pido al Señor que me dé salud para seguir trabajando”, dice. Para reforzar que está en condiciones de manejar su programa no duda en pedir que se acabe de una vez por todas esta grieta horrorosa que vivimos los argentinos”. La exhortación se mezcla con un saludo que le manda a su nieta Juanita que está en Los Angeles, pero no se parece a una abuela que extraña a los que están lejos.

En la introducción al entregarle del premio homenaje, el creador de estos premios Magazine, que ya llevan 31 ediciones, el periodista rosarino Carlos Bermejo, la presentó con orgullo de amigo: “Alguien que es única, irrepetible, sin dudas la gran figura del espectáculo nacional. Su vigencia y convocatoria la convierten en el ícono absoluto del teatro, el cine y la televisión argentina”.

 
Durante su intervención, Mirtha sorprendió con una definición que no se le había escuchado antes y en la que anunció en qué va a usar el tiempo que antes le insumía la tele. “Soy una mujer famosa en mi país y ahora me voy a dedicar a hacer el bien, pero no dando cosas materiales, sino ayudando a la gente”.

Mirtha ya es presidenta honoraria del Hospital Fernández y revela que todos los días la llama gente que no puede ser atendida por los médicos o que no se puede operar. “Me ocupo de eso y me da placer”, admite. Y explica las razones: “Quiero que toda mi vida no sea en vano, solamente haber sido famosa, tener éxito. Quiero hacer algo por mis compatriotas”, se entusiasma.

Matiza con su historia personal para descomprimir. “Mi carrera fue milagrosa, siempre lo cuento, espero no aburrirlos. Me inicié a los 14 años, hice mi primera película que se llamó Los martes orquídeas. El lunes en el Malba van a hacer un homenaje porque cumple años Argentina Sono Films y van a pasar una película mía, La patota, que dirigió Daniel Tinayre”.

Se despide con aplausos. “Nunca he dejado de trabajar. Cuando digo que al público le debo mi vida, es verdad. No sé cuántos años más voy a vivir, pero les debo toda mi vida, porque siempre quise ser actriz. Cuando era chica tenía una niñera que se llamaba Bruna y le decía haceme el moño bien grande, porque quería que me miraran, quería distinguirme en algo. Mi hermana gemela era distinta”.

Cuenta detalles de cómo se preparó para la velada que está a punto de terminar. “Vengo a Rosario y me transformo. Estoy así vestida porque hace dos días que me estoy probando ropa a ver qué me pongo. Me pruebo y a Elvira, que es mi asistente, le pregunto si me queda bien. Iba a venir de negro, pero dije no, seguro van a venir de negro muchas señoras, así que me voy a poner de color mejor. Mi peinador vino temprano, me bañé, me lavé el pelo tempranito esta mañana para tener mi pelo limpio, lindo. Vino mi maquilladora, vinimos en tres horas, un viaje maravilloso y estoy en Rosario que lo adoro, que siempre estuvo cerca”, agregó, como en la canción de Fito Páez.

 
Pregunta si es muy largo lo que dice, pero con ella no hay métricas ni limitaciones. “Leí un artículo que decía que Rosario tiene magia. Ustedes no se dan cuenta porque son rosarinos, pero Rosario tiene algo que te atrapa y no te querés ir de acá. Viví varios años porque mi mamá era maestra. Daba clases en un colegio de Saladillo. Fui muy feliz, fuimos al colegio María Auxiliadora. Siempre hago el recorrido. Y después vivíamos en Mendoza y Sarmiento, enfrente de la Sala Lavardén, y en Necochea 1717. Me acuerdo de todo. Cada vez que vengo a Rosario doy una vuelta porque me encanta”, repite y pide un aplauso para Lionel Messi, “un rosarino que es orgullo de todos”.

Termina de hablar y llega el final de la fiesta. Pero Mirtha no está apurada, disfruta el momento. “Desde ahora voy a cobrar las fotos, -bromea- y lo recaudado lo voy a donar a algún hospital. Debo haberme sacado unas doscientas fotos por lo menos esta noche, pero me encanta. Imagínense si nadie me llevara el apunte. Tengo 96 años queridos, y estoy acá. Y ahora no me voy a dormir, voy a dar una vuelta por todo Rosario en el auto. Los que quieran sacarse una foto pueden acercarse. Voy a estar comiendo mi postrecito”.

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