Repasemos la agenda de lo trascendente. La ciencia acaba de confirmar que el eje de la Tierra se ha desplazado y que las consecuencias de esta alteración aún son desconocidas. El lunes 3 de julio fue el día más caluroso registrado en la historia del planeta Tierra, el domingo 16 de julio la sensación térmica en los alrededores del aeropuerto de Teherán llegó a 66,7°C y en las últimas semanas la ciudad de Montevideo estuvo a punto de quedarse sin agua potable. Al lado de esto, tener un “presidente” como Alberto Fernández diciendo que el problema de los exiliados venezolanos es por culpa de un bloqueo, es una pavada que ni merece ser debatida.
Los más de cinco millones de venezolanos que escaparon de la persecución, las torturas y los crímenes del régimen chavista, muchos de los cuales viven en nuestro país, sabrán comprender la clase de personaje que tenemos sentado en la Rosada. Tengan un poquito de paciencia, ya falta poco para que este muchacho se vuelva a la concesionaria. Simplemente les pedimos disculpas. La inmensa mayoría del pueblo argentino los quiere y los abraza. Aquellos que llevan más tiempo en el país saben que, con este tema, el kirchnerismo tiene una tara. No es la única.
De todos modos, parece un poco exagerada la cantidad de gente que se indigna por estas pavadas que anda diciendo Alberto por el mundo, como si el leitmotiv de su mandato no fuera otro que el de, justamente, andar diciendo pavadas por el mundo.
Puesto el problema en su verdadera dimensión y tratando de bajarle un cambio a esta tragicomedia llamada “Alberto presidente”, vayamos a lo importante.
Todos sabemos que las urnas suelen esconder sorpresas. En agosto de 2019, el gobierno de Macri fumaba tranquilo. Suponían ingenuamente que aquellas PASO se podían perder por uno o dos puntos, nada que no pudiera remontarse fácilmente en las posteriores elecciones generales de octubre. Y en el fondo de sus almitas hasta imaginaban unas PASO técnicamente empatadas o un punto arriba.
La realidad era otra: cuando abrieron las urnas descubrieron que se habían comido la paliza de sus vidas. Macri había perdido por 17 puntos y Kicillof había superado a Vidal por 20. Goleada histórica.
Párrafo al margen sobre un aspecto ya tantas veces explicado: Cristina también creía que la diferencia a su favor iba a ser de tres o cuatro puntitos, como máximo. De haber sabido que los iba a pasar por arriba nunca le hubiera regalado la candidatura presidencial a Alberto. Estuvo vivo el Topo. La empaquetó con aquello de “con Cristina sola no alcanza” y una vez que ya se les metió adentro no paró de destrozarlos hasta el día de hoy. Fue una suerte. Sin Alberto, hoy estaríamos discutiendo la reelección de Cristina y hasta nos hubiéramos perdido las festicholas en Olivos. Nuestra democracia será imperfecta pero tiene sus lindas carambolas.
Por todo este antecedente de 2019 es que hoy nadie quiere arriesgar un pronóstico. Teóricamente, las urnas podrían deparar otra sorpresa planetaria. Sin embargo, si nos calmamos y aplicamos cierta lógica, hay un resultado casi puesto que difícilmente se modifique.
Este gobierno del tándem Cristina-Alberto-Massa fue tan lindo que cuesta imaginar al pueblo arriesgándose a que un segundo mandato fracase y opaque los éxitos del primero. Salvo un milagro, todo indicaría que no los van a reelegir.
Por lo tanto, es obvio que el próximo presidente o presidenta saldrá de la interna Bullrich vs Larreta. No es por bajarle el precio a Milei, pero todas las casas de apuestas y los brujas consultadas coinciden con este pálpito.
Por supuesto, las urnas aún están vacías y cualquier cosa que suceda de aquí a las elecciones puede modificar el resultado. En una de esas, el 13 de agosto a la mañana la gente se levanta con el pie izquierdo y termina arrasando Myriam Bregman con Nico Del Caño. Parece difícil pero todo es posible. Tal vez hasta sería deseable. Después de haber votado cuatro veces a los Kirchner y una a Macri, quizás nos mereceríamos ser gobernados por un par de troskos, así nos pegamos definitivamente la cabeza contra la pared y aprendemos a votar de una buena vez.
¿Debe deprimirse el peronismo ante lo inminente? De ninguna manera. Al contrario, deberían sacar pecho ya que en estas elecciones ocurrirá algo sin precedentes en la historia argentina: habrá 6 candidatos presidenciales peronistas. Al cuarteto Massa, Grabois, Schiaretti y Moreno debemos sumarle a Bullrich y Larreta ya que ambos tienen una larga trayectoria en el peronismo.
Lo más curioso del asunto es que, de los tres peronistas mas competitivos (Bullrich, Larreta y Massa), el que recibió el apoyo de la CGT, del PJ, de los gobernadores, de los intendentes, de La Cámpora y de los intelectuales kirchneristas es Sergio Massa, un falso peronista formado en la Ucedé, el partido neoliberal por excelencia de la Argentina. Más raro aún es que el tipo encabece esta alianza electoral bajo la consigna “¡guarda, guarda que se viene la derecha!”.
De cualquier manera, nunca tuvimos tantos peronistas juntos para elegir. En algún lugar del cielo el General debe estar orgulloso. De hecho, estamos a punto de ver algo nunca visto: hasta los gorilas van a votar a un peronista.
Lo más insólito del caso es que, pese a que hay 6 candidatos peronistas para elegir, Cristina sigue con la misma chinche de siempre. Posiblemente porque sabe que va a ganar alguno de los peronistas que más detesta (Ella es muy de detestar peronistas). Es más, si uno mira desapasionadamente a Cristina saliendo de su casa por la puerta de la calle Juncal y cruzando la calle Uruguay con su carterita en la mano, tiene el physique du rol de una perfecta gorila. ¿En el fondo lo será?
La contracara de esto es el Gato. En pocas semanas lo vamos a ver feliz votando a un candidato peronista, seguramente a Bullrich. Posiblemente no sea la primera vez que vote peronismo. Apuesto a que debutó en 1995 votando al mismo peronista que, vaya sorpresa, también votó Cristina. Los que buscan cerrar la grieta ahí tienen un lindo antecedente.
Dos corazones enfrentados que en algún momento coincidieron en apoyar las privatizaciones, los indultos, la convertibilidad y tantos otros hits de aquellos años inolvidables. En otras palabras, alguna vez gritaron los mismos goles. No se abrazaron porque tienen plateas en sectores diferentes.
Pensar en estas cosas podría ayudar a distendernos un poco y amigarnos entre nosotros, sobre todo en estos tiempos en que tanta gente anda con antojo de guerra civil.
Cerramos con una dato de último momento: el gobierno despidió hace unos días al piloto del nuevo avión presidencial que había realizado aquel vuelo rasante sobre el Aeroparque con condiciones meteorológicas adversas y que casi se lo pone de sombrero. La novedad es que fue reemplazado por quien fuera el gerente de operaciones de LAPA y principal acusado por la tragedia que causó 65 muertos, según informó el gran Enrique Piñeyro. Dicho sea de paso, Piñeyro le había mandado a este ñato un par de notas previas al accidente advertiéndole que iba a suceder lo que finalmente pasó. Sabe de lo que habla.
Esto verifica la Ley de Oro Kirchnerista: “cada vez que el kirchnerismo raja a un funcionario o a una funcionaria, siempre será reemplazado por algo peor”.
Pero en este caso, también puede haber otra motivación: Cristina, Máximo y La Cámpora habrían puesto en marcha el plan de venganza contra Alberto.
Ojo Topo. No sea cosa que la próxima vez que viajes al exterior a defender dictaduras o a negar torturas y desapariciones, te lleves una sorpresa en el despegue.
No ganamos para disgustos. Cuidate corazón.
Alejandro Borensztein