Orgullo gay para niños en Chascomús: el municipio organizó un taller para “repensar las infancias”
Fue en el marco del 2° Festival del Orgullo LGBTIQ+, celebrado en esa ciudad bonaerense. Una de las actividades infantiles abordaba la deconstrucción del género. Allí, los participantes dibujaron y colorearon a “Pedro”, que lucía falda y jugaba con una muñeca, y a Vera, que se entretenía con autitos
En el marco del Segundo Festival del Orgullo LGBTIQ+, que tuvo lugar este sábado por la tarde en Chascomús y fue organizado por el municipio, se llevó a cabo un taller de infancias diversas con el objetivo de reflexionar sobre los roles y estereotipos de género.
“No hay nada que no podamos hacer por nuestro género. Las infancias libres, diversas y con voz siempre. Gracias Orgullo Chascomús por tremenda y necesaria movida”, posteó en su Facebook Yanina Gazzaniga, directora de Políticas de Género de la Municipalidad de Chascomús, quien se mostró en el Centro Cultural Municipal Vieja Estación rodeada de un puñado de niños y niñas realizando algunas de las actividades que había planificado para esa jornada.
Entre las propuestas para el público infantil, se destaca una sobre deconstrucción del género, donde los participantes dibujaron y colorearon a “Pedro”, que lucía una pollera y jugaba con una muñeca: y a “Vera,” que se entretenía con autitos. El fútbol al parecer es cosa de Vera y Pedro, a juzgar por la ubicación de la pelota en el afiche. Una forma no muy sutil por cierto de instalar en las cabezas infantiles que se puede ir más allá del binarismo sexual, es decir, de la existencia de dos sexos biológicos reconocibles, y que éstos no determinan los gustos, actitudes y aptitudes de las personas.
El abordaje infantil del orgullo gay en Chascomús no pasó inadvertido y generó controversia entre sus residentes. Mientras algunos defienden esto en nombre de la inclusión y el respeto hacia la diversidad sexual desde temprana edad, otros argumentan que la exposición a conceptos relacionados con la identidad de género y la orientación sexual puede resultar confusa o inapropiada para los niños.
Notemos que se fuerza el plural de la palabra infancia (que no lo tiene, ya que es un sustantivo abstracto que, como vejez o adultez, que tampoco tienen plural, designa una etapa de la vida común a todos los seres humanos) y se la usa como sinónimo de niños, que no lo es, para dar una idea de inclusión, a la vez que crece la lista de identidades sexuales hasta abarcar casi todo el abecedario.
Los defensores del orgullo gay en “las infancias” sostienen que es importante educar a los niños sobre la diversidad sexual desde una edad temprana para fomentar la aceptación, la inclusión y el respeto hacia todas las personas, independientemente de su orientación sexual. Argumentan que, al normalizar la diversidad, se crean entornos más seguros y acogedores para aquellos niños que puedan estar descubriendo su propia identidad o que pertenecen a familias con padres o madres homosexuales.
Sin embargo, los críticos señalan que los niños podrían no estar preparados emocionalmente para comprender completamente estos conceptos y que la exposición a temas relacionados con la sexualidad podría interferir con su desarrollo natural. También plantean preocupaciones sobre la influencia de los adultos en la formación de la identidad de los niños y el potencial de que se les impongan ideas o etiquetas antes de que puedan tomar sus propias decisiones.
El intendente de Chascomús, Javier Gastón, se mostró a favor de esta iniciativa y aceptó que la segunda edición del evento tuviera un espacio especial para abordar el tema con los más chicos con la lectura del cuento titulado “Un cuento para todos los colores” y la transmisión de la película “Yo nena, yo princesa”, sobre una madre que acompaña la transición sexual de su hija.
“Este filme cuenta la historia real de Gabriela Mansilla, una mamá que entendió y acompañó a su hija trans. Luna es la primera niña en conseguir su derecho a cambiar de identidad en la Argentina”, remarca el afiche promocional de esta actividad que tuvo lugar en el Centro Cultural Cooperativo Rodolfo Walsh, de la localidad bonaerense.
Es llamativo que quienes sostienen que las diferencias de vestimenta, gustos o inclinaciones entre varones y mujeres son arbitrarias, fruto de una construcción social, que son una imposición, que son estereotipos, prejuicios, etcétera, y que no tienen un vínculo necesario con el sexo biológico, quieran a su vez imponer una visión “deconstructiva” del género. ¿Se les está enseñando tolerancia o se les están instalando dudas sobre su identidad? En momentos en que en el mundo, los países que fueron pioneros en liberalizar las transiciones de género, empiezan a dar marcha atrás, especialmente en el caso de los menores, aquí, desde el Estado, se baja línea en materia de género, con el libreto y la jerga de las corrientes más radicalizadas, cultoras de la doctrina queer, que más que reconocer los derechos de la minoría trans, busca promover el transgenerismo.
¿No sería recomendable, por parte de las autoridades, algo de prudencia, especialmente en el caso de los niños? ¿No tiene nada que decir la Defensoría de Menores sobre este tipo de iniciativas?