Cristina Fernández pudo haber hecho un esfuerzo para ser más generosa con Sergio Massa. El resentimiento que le dejó el cierre de las listas, cuando fue cercada por viejos caudillos del PJ, el propio ministro de Economía y Alberto Fernández, tal vez se lo impidió.
En el acto de bautismo del candidato de Unión por la Patria produjo tres definiciones llamativas. Sostuvo que quien mejor medía en las encuestas era ella misma. Pero que no se pudo presentar en las elecciones porque está proscripta. La ley dice lo contrario. En la interpretación de la vicepresidenta se trataría de un simple tecnicismo.
En la exposición, resaltó además que Eduardo De Pedro había sido el postulante elegido por su fuerza si se hubieran realizado las PASO. Debió bajarlo ante el riesgo político, según esa mirada, que podía implicar una competencia interna en la coalición oficial. En la vereda opuesta permanecía Daniel Scioli.
Massa surgió entonces, de acuerdo con el relato de la vicepresidenta, como la tercera opción. Cuando se decidió por la hipotética unidad. Nadie explicó todavía por qué razón continúan en la grilla Juan Grabois y Paula Abal Medina, hija del ex dirigente peronista que acompañó a Juan Perón hasta el día de su muerte. Además, investigadora del CONICET.
A lo mejor se trata de un recurso electoral que apunta a contener el “voto progresista” que en primera instancia resistiría la apuesta por Massa. El candidato no tendría inconvenientes en sortear el examen. Las dificultades podrían surgir después. ¿Esos sufragios se alinearán detrás de él en octubre?. ¿O fluirán hacia opciones de la izquierda? Alerta para el líder renovador.
Lo cierto es que Massa, respetando el relato de Cristina, se convirtió en candidato como tercera opción de la coalición oficial. No parece la mejor presentación para un dirigente observado siempre con extremo recelo por la militancia kirchnerista.
No respondió a una casualidad ni el lugar y ni la razón elegidos por Cristina para presentar al candidato. El acto ocurrió en Aeroparque a fin de exhibir la recuperación del Skyvan PA-51, avión utilizado durante la dictadura para los llamados “vuelos de la muerte” de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Estuvo 30 años fuera del país. Las gestiones para repatriarlo fueron realizadas por el propio ministro de Economía. Utilizó una partida de $ 323 millones para su adquisición. Las tratativas comenzaron en enero de este año. El paradero de la máquina había sido descubierto por las organizaciones de derechos humanos.
Nadie conoce, aunque se puede conjeturar, que seguridades tenía Massa por entonces sobre la candidatura para ocuparse de una tarea con un valor simbólico muy especial para él. Los derechos humanos y la pasada dictadura nunca formaron parte de su agenda principal ni de su actividad pública. Tanto ha sido así que, varios kirchneristas puros deslizaron un comentario malicioso. “Sergio es un privilegiado. Acaba de llegar a los derechos humanos en avión”, apuntaron.
Massa sería consciente de la deuda que mantiene con el pasado y los derechos humanos. Sobre los cuales labró su fortaleza el kirchnerismo desde que Néstor Kirchner llegó al poder en 2003. De allí el cuidado de sus primeras palabras. El ex intendente de Tigre destacó la importancia de la defensa del valor democrático a partir de la memoria, la verdad y la justicia. El lema más repetido por el kirchnerismo.
Aquella lejanía con el tema que se le atribuye a Massa posee registros en la historia reciente. Mechado también por alguna curiosidad. En la campaña del 2015, el ahora candidato de Unión por la Patria pregonaba la necesidad de cerrar en la Argentina “la etapa de los derechos humanos”. Única forma, a su entender de esa época, de abrir un ciclo de unidad y desarrollo. La prédica fue contemporánea con otra que metió el dedo en la grieta y agitó el debate. Mauricio Macri prometía que si llegaba al poder -cosa que logró- acabaría “con el curro” de los derechos humanos.
Quien intercedió ante aquellas expresiones fue Agustín Rossi. Ahora compañero de fórmula del líder renovador. A través de la utilización de las redes comentó que no le parecía casual que mientras Macri hablaba de “curro”, Massa propusiera el cierre de la etapa de los derechos humanos. El kirchnerismo ubicaba a ambos dirigentes en espacios muy cercanos.
Las desconfianzas con Massa se remontaron a otras situaciones. Que la misma Cristina se encargó de ventilar en más de una oportunidad. El origen fueron conversaciones privadas filtradas por la organización Wikileakes, liderada por Julian Assange. Periodista, programador y activista de Internet de origen australiano que divulgó numerosos documentos reservados del Departamento de Estado. Assange está detenido en Gran Bretaña. La vicepresidenta siempre cuestionó dicha detención.
Entre tantas filtraciones, figura una visita de Massa y Alberto Fernández a la embajada de EE.UU. en Buenos Aires en noviembre de 2009. Ambos sin cargos ya en el poder, habrían augurado con poca brújula –según el cable diplomático- que la “vida útil de los Kirchner expira en 2011”. El mundo anda por el 2023.
La recopilación de todas aquellas historias serviría para anticipar las dificultades que encontrará Cristina para que Massa penetre entre sus fieles. Estos habían quedados encantados con la unción de De Pedro. Para militarlo con ganas, como dicen, aunque el destino fuera la derrota. Nada garantiza que el destino no siga siendo el mismo. Sólo que el tránsito electoral deberán hacerlo de la mano del ministro de Economía. El hombre que negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y dispone de sus mejores terminales en Washington.
Sobre este contexto la vicepresidenta se encargó además de espolear las discordias. Cargó contra el Presidente por haberse empeñado en las PASO. Relativizó su idea de la democratización del peronismo. Lo hizo de tal modo que asemejó a un oxímoron. Contó que Rossi aceptó la vicepresidencia sobre la cual venía conversando con Máximo Kirchner. Se ocupó de remarcar la pertenencia kirchnerista del jefe de gabinete proveniente de Santa Fe. Para desmentir que con la fórmula Massa-Rossi ella habría quedado políticamente a la intemperie.
Solo tendió cierto manto de piedad sobre Scioli. Lo considera traicionado. Asegura que Santiago Cafiero y Victoria Tolosa Paz lo habrían privado de un lugar en la lista de diputados bonaerenses que ella habría ofrecido el embajador en Brasil. Saga de intrigas que sacude a la coalición oficial y complica las aspiraciones de Massa. Urgido por la economía, temeroso de que tantas peleas, aún sin PASO, afecten la estabilidad y obsesionado en tratar de convencer al kirchnerismo de que no es quien lo que su propia historia marca que es.