Padre e hijo vendían las paltas de su árbol para comprar monopatines y despertaron una cadena de favores

Berny y Uriel son los protagonistas de una historia que se hizo viral. Juntaron la cosecha que tenían en el patio de su casa, en Lomas de Zamora, y lanzaron su propuesta en Facebook. La ola de solidaridad fue mucho más fuerte
  • Uriel, de un año y medio, junto al cajón de paltas de la primera cosecha Uriel, de un año y medio, junto al cajón de paltas de la primera cosecha
  • Berny comenta que ahora, a sus 45 años, empezó a interiorizarse sobre botánica y huertas orgánicas Berny comenta que ahora, a sus 45 años, empezó a interiorizarse sobre botánica y huertas orgánicas
  • Dos de los monopatines usados que recibieron de vecinos, en lo que comenzó como un emprendimiento y se transformó en una colecta más grande para donarlo a un hogar de niños Dos de los monopatines usados que recibieron de vecinos, en lo que comenzó como un emprendimiento y se transformó en una colecta más grande para donarlo a un hogar de niños

Hace una semana Berny Hauserman realizó una publicación en un grupo de Facebook donde varios vecinos de Turdera, localidad del partido de Lomas de Zamora, comparten información que pueda ser de utilidad para el barrio. A veces se trata de pedir alguna recomendación, intercambiar datos y otras de emprendimientos, como fue en este caso. Sus dos hijos más chicos le venían pidiendo un monopatín desde hace varios meses, y mientras lo ayudaban a recoger la primera cosecha del árbol de paltas de su casa, surgió la idea de venderlas y así recaudar el dinero necesario. El pequeño Uriel, de 1 año y medio, quería entregar los pedidos en persona con su papá, y el éxito fue rotundo no solo en las ventas, sino que además le regalaron siete monopatines.

“Regalo una palta cada cinco que me compren, estoy juntando para comprarme un monopatín”, decía el posteo que hicieron en las redes sociales, junto a la foto de Uriel con el cajón repleto de frutos y la oferta de seis unidades por 1000 pesos. A los pocos días agotaron el stock y contaron con mucha alegría que vendieron todas, un total de 200. Pero las repercusiones continuaron, y la publicación se replicó más de 50 veces en cuestión de pocos días.

“Tengo cuatro nenes, y los dos más chiquitos tienen año y medio, y tres años. Ellos me vieron juntando en el patio las paltas y me ayudaron porque eran muchísimas”, cuenta Berny en diálogo con Infobae. Al ver la generosa cantidad que la propia naturaleza le brindó, explica que pensó en ofrecer una gratis cada cinco que se vendieran, y si bien no fue una ocurrencia de los niños la de la venta, se inspiró en cumplirles el sueño de que cada uno tenga su regalo, y en principio lo proyectaba como una sorpresa para el Día del Niño.

“Obviamente a la edad que tienen no se les vino a la mente un emprendimiento, pero yo había averiguado y cada monopatín salía alrededor de 24.000 pesos y les dije que íbamos a juntar para eso. Ahí salió el nene en la foto que puse en Facebook y ese fue el boom; como me acompañaron vieron cuando se entregó todo, teníamos 115 personas que fueron a retirarlas”, revela. De pronto empezaron a llegarle mensajes de vecinos que querían darles los monopatines que sus hijos ya no usaban, y efectivamente dos personas se acercaron hasta su domicilio para llevárselos.

“Así empezó, y en total nos llegaron siete monopatines, lo que demuestra la solidaridad de la gente, y ya sabemos cómo es el pueblo argentino”, expresa con alegría. Y agrega: “Hicimos algo que por ahí para algunos es loco, pero preferimos donamos los que estaban mejor, porque la idea es que le sirva a quien lo reciba, y como mis hijos son chiquitos todavía, dejé dos de metal a los que hay que hacerles un poco de mantenimiento, limpiarlos, pulirlos, y cambiarle los rulemanes, pero todo fue bienvenido y siempre se pueden recuperar, así que están re contentos porque llegó antes de lo que esperaban”.

Berny comenta que ahora, a sus 45 años, empezó a interiorizarse sobre botánica y huertas orgánicas. “Arranqué con las plantas porque estoy en un momento distinto de mi vida, que se enmarca también en una filosofía de vida, y me parece que también les sirvió a los nenes, porque a través del amor y el cuidado se les puede enseñar la concientización sobre el medio ambiente”, reflexiona. Confiesa que empezó cuando “pegó un volantazo” en su vida, y eligió apostar a otro estilo de vida que era completamente nuevo para él.

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“Trabajé 25 años como gerente de una cadena de electrodomésticos, decidí renunciar y me largué a laburar por mi cuenta. Me había separado de la mamá de mis dos hijos más grandes y al poco tiempo hice un viaje a la India, me quedé un año y medio, y aprendí muchísimo; me formé como profesor de yoga, además de cambiar por completo mi alimentación y pasé a ser vegetariano”, cuenta.

Antes de eso había sido payamédico en varios hospitales, y en algunas de las fotos que conserva de esos tiempos recalca que la palabra que más resalta es “emergencia” por la cartelería de los centros de salud, y lo interpreta como una metáfora de su propia vida, ya que estaba en pleno proceso de transformación personal, mientras atravesaba sus propias batallas.

“A la mamá de Uriel y su hermanito la conocí disfrazado de payaso, y ella también estaba de payasa, haciendo malabares para los nenes que estaban internados con cáncer. Desde ahí mi vida ya empezó a cambiar, y entendí que como padre yo quería inculcar que la solidaridad no se tiene que terminar nunca, que es un pilar de la vida, el laburo, otro pilar, y la fuente de la alegría de poder dar, que es inagotable, dar sin esperar nada, solo porque te sentís bien dando, y no por el consumo de esperar a recibir”, plantea. Y cuestiona. “Siempre querer más, ¿para qué? ¿Qué más quiero que poder enseñarle a estos dos bebés que den? Me parece hermoso que compartan sus juguetes con otros nenes, que aprendan a hacer una plantita y que sepan que ese árbol le va a dar de comer a una familia, porque eso ya es un montón”.

Aunque ya no está en pareja con la madre de sus dos hijos menores, la define como “una compañera de vida maravillosa” con la que el vínculo se transformó en una muy buena relación como padres.

“Hacemos muy buen equipo y compartimos la idea de criar desde el amor y el respeto por las plantas y los animales”, sostiene. Parte de su rutina actual también incluye dar clases de yoga en cárceles y hogares que albergan niños que deben permanecer allí por situaciones judiciales de sus padres.

“Como hubo gente que preguntó si podía donar triciclos, si nos servía, otros juguetes, o ropa infantil, se nos ocurrió abrir una convocatoria para más donaciones que vamos a entregar en el Hogar Guadalupe, que pertenece a una ONG del barrio y sería buenísimo poder ayudar a los nueve chicos que están ahí en este momento, tienen entre 3 y 12 años, y nos gustaría sorprenderlos con regalos lindos, que los pongan contentos”, detalla. Durante el Día del Niño irán a darles todo lo que hayan juntado, y aclara que ya sea nuevo o usado, todo es bienvenido. “Para los nenes ese gesto es señal de que alguien se acuerda de ellos”, remarca. Como medio de contacto para quien quiera colaborar en la colecta, ofrece su Facebook, donde lo encuentran como Berny Hauserman.

En cuanto a qué pasará con el emprendimiento de paltas, revela que encontró otra variación que ya está teniendo muy buena recepción. “Empecé a hacer arbolitos de palta en maceta con frutos, porque si bien la planta tarda entre cinco y seis años en dar palta, al germinarlos con la planta madre se acelera la germinación y en menos de año y medio ya empieza a dar, obviamente de un tamaño menor al de un árbol, pero ya que resultó bien los mismos clientes que nos compraron nos pidieron que los anotemos para tener su arbolito, que los vamos a empezar a entregar en agosto”, proyecta. Y el dinero que recaudó hasta ahora con las ventas lo invertirá en comprarle ropa de invierno a sus hijos y algunos juegos de música didácticos, que son sus preferidos.

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