Juan Carlos está feliz, le cambió la vida. También cambió la vida de Clarita, su esposa. Hace seis meses que están en la calle. Representantes de la clase media argentina. Dueños de un auto que le costó muchísimo pagar y mucho tiempo. Un taxi que tiene todos los papeles al día, del que todavía seguían pagando el abono para trabajar en un radiotaxi.
Y por estas cosas de la Argentina de hoy, donde la economía no alcanza, donde la inflación es galopante, donde el sueldo está muy lejos de poder cubrir los gastos básicos de una familia, mucho menos cuando aparecen otras contingencias, se les fundió el auto. Juan Carlos se quedó sin trabajo, sin ingresos, no pudo pagar el alquiler y terminó en la calle.
Comenzó a cartonear junto a su mujer para juntar unos manguitos para poder comer e ir sumando peso por peso para ver si quizás, alguna vez, podía llegar a reparar su vehículo.
Nos encontramos en la calle, me contó su historia, llegamos hasta aquí, a Puerto Madero, avenida España, frente al barrio Rodrigo Bueno. Debajo de un árbol había armado su ranchada. Él en algunos momentos dormía adentro del auto y Clarita, como tiene problemas físicos, tenía que dormir en un colchón. Por eso tiró unas lonas, unos plásticos y ahí intentaban descansar, a la intemperie, con un frio espantoso.
Cuando se hizo pública esta noticia, esta historia, explotó la solidaridad. Empezó a llegar ayuda de todos lado. Llegó el sindicato de taxistas y le trajo un celular con el que pudo recuperar la línea, la cual había perdido porque tuvo que vender su teléfono para juntar unos pesos para poder comer. Apareció comida, ayuda, la posibilidad de dormir, un techo digno para poder vivir durante varios meses y apareció Santiaguito, de 29 años, que tiene una rectificadora en Ciudadela.
A Santiago hace un año se le murió el hermano y ayer justamente se puso a ver televisión para estar tranquilo. No suele hacerlo, pero se encontró con la noticia y se conmovió, sintió que era una señal de su hermano, el que seguramente si él estuviera aquí hubiese colaborado porque era un chico muy solidario.
Así, a través de redes sociales dijo “yo lo ayudo, le voy a arreglar el auto”. Nos contactamos con él y se encontraron con Juan Carlos de una manera maravillosa, conmovedora.
“Estoy contentísimo, si no fuera por ustedes no se qué hubiese hecho. No soy el único en esta situación, así que le digo a la gente que se ponga un poco la mano en el corazón y salga a recorrer porque es feo. El sindicato me va a dar un auto para trabajar durante un tiempo. Tengo cuenta en Mercado Pago. El Gobierno de la Ciudad me prometió un hotel con una habitación y un baño. Mi auto es mi vida, mantenerlo es una fortuna, una familia mas, pero vamos a salir adelante”, dijo Juan Carlos a Telenoche (eltrece).
Ya es de noche, va a llegar la grúa, van a llevar el auto al taller y en 15 días ya estará listo. El taxista estará en condiciones de seguir su vida y volver a girar por las calles y volver a planificar un futuro. Una de las tantas historias de gente que se va cayendo del sistema producto de esta inflación terrible.