La historia del soldado argentino que sobrevivió a la guerra y volvió a Ucrania: “No pienso en la muerte”

Mario Sebrie estuvo seis meses en el frente de batalla, regresó a la Argentina y ahora decidió volver a combatir. La historia detrás del soldado que dejó todo para defender a Ucrania.
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Parte de la férrea resistencia que logró tener Ucrania ante la invasión a gran escala que lanzó Rusia en febrero del año pasado se explica por el incesante apoyo económico de las potencias occidentales, el entrenamiento que recibieron los soldados ucranianos y por la colaboración de cientos de militares de distintas partes del mundo que se sumaron a las tropas de Kiev.

Uno de ellos fue Mario Alejandro Sebrie, un soldado argentino que formó parte del ejército nacional durante casi 30 años y que decidió ir a combatir a Ucrania para defender las fronteras de aquel país. “Si fuese en cualquier otro lugar del mundo también estaría ahí, es una guerra cruel e injusta”, explicó Mario durante una visita de TN a su ciudad natal de San Justo, un pequeño pueblo al norte de Santa Fe.

Su caso es paradigmático. Viajó por primera vez a Ucrania el año pasado, donde estuvo seis meses en el frente de batalla hasta que en marzo de este año decidió volver a la Argentina. “Fue un descanso del combate, era necesario física y mentalmente para conectarme con la familia y amigos”, se sinceró. Pero, ahora, sintió la necesidad de volver a luchar a la guerra.

Mario Sebrie llegó a Kiev a fines de la semana pasada. Su experiencia militar y su capacidad técnica hace que sea un valor importante dentro de las tropas ucranianas. Según le contó a TN, será designado en alguno de los batallones que combaten al este del país, donde se libran las mayores batallas, muchas de ellas cuerpo a cuerpo.

 

Una guerra que marcará su vida

No es la primera vez que el soldado argentino viaja a una zona en conflicto. Participó como “Casco Azul”, las fuerzas de paz de las Naciones Unidas, en distintas misiones en Chipre, Irak, Kuwait y Haití. Aunque reconoce que su “vocación es la de ser soldado”, admite que “ninguna experiencia se compara a lo que se vive en Ucrania, es más que una guerra”.

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En sintonía con la respuesta de todos los soldados a los que TN entrevistó durante un viaje de más de 3000 kilómetros a lo largo de toda la línea de combate, Mario Sebrie reconoce que “es imposible no tener miedo” aunque enfatiza: “No pienso en la muerte, vivo de otra forma la vida. Disfruto las cosas al máximo porque mañana no se sabe”.

Junto con otros soldados argentinos y latinoamericanos, Sebrie formó parte de la llamada “legión internacional”, un escuadrón que estaba ubicado en la región del Donbás. Allí los enfrentamientos eran diarios y cuerpo a cuerpo. Tenía un régimen de tres días en trinchera y otros tres de “descanso” en el pueblo más cercano.

“No diría que maté o que no lo hice, yo combatí”, reflexiona el soldado argentino, para luego agregar: “No hay remordimiento ni nada de eso, en la situación que nos toca estar es mi vida o la de otra persona, en ese caso uno se siente justificado”.

 

Una vida con amigos, familia y el sueño de ser militar

Mario Sebrie nació y se crió en San Justo, un pueblo santafecino de poco más de 20 mil habitantes. Vivió allí con su familia hasta los 18 años, cuando se mudó a Buenos Aires para iniciar su carrera militar en Campo de Mayo. Cuenta que desde muy chico sentía afinidad por todo lo que se relacionara a los soldados: “El piso de nuestra casa era de tierra y jugaba con soldados de plomo como si fueran trincheras”, relata.

Su papá fue, y es, un gran ejemplo para él. Trabajador y muy cercano a su familia, Mario Augusto Sebrie cotó ante TN cómo vivió los meses en que su hijo estuvo en el frente de batalla. “Lógicamente teníamos temor por lo que pudiera pasar, nos dejaba tranquilos poder tener comunicación casi constante, aunque nos preocupábamos cuando había días en que no respondía”, recuerda sentado en el living de su casa. Esta situación posiblemente se repita en el futuro inmediato.

El pueblo entero le reconoce a Mario Sebrie su valentía y vocación por viajar a Ucrania para luchar contra las tropas rusas. Lo frenan por la calle, se sacan fotos y todos lo saludan. Sus compañeras de la secundaria -como Araceli, Sandra y Fabiana-, lo siguen muy de cerca. También lo tienen muy presente en el Club Sanjustino, donde Mario jugaba al fútbol de chico.

Como él mismo contó, este cariño que recibe de sus afectos más cercanos, entre los que están sus hermanos, lo llenó de energía para decidir volver al frente de batalla. Lo espera una nueva etapa de la guerra, con la contraofensiva de Ucrania en marcha y un reposicionamiento de las tropas rusas.

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