En todo el mundo, y según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 13% de las mujeres que acaba de dar a luz experimenta un trastorno mental, sobre todo depresión. La cifra es mucho mayor en los países en desarrollo, donde se sitúa en casi un 20%.
“Casi todas las mujeres que dan a luz experimentan un cierto cambio en el estado de ánimo después de tener a su bebé. Cuando estos sentimientos ocurren dentro de las semanas posteriores al parto, se asocia con un fenómeno común llamado depresión posparto o baby blues”, aclara Sharon Pelagi, psicóloga de Maccabi Health Services.
Este estado estaría relacionado sobre todo con los cambios hormonales que se viven durante el posparto, a los que se agregan la falta de sueño, el peso de ver que alguien depende de una misma, la responsabilidad de pensar el enorme cambio que se está viviendo o la experiencia que se haya tenido en el parto. La suma de todo esto puede llegar a ser abrumadora, lo que explicaría que se necesite un tiempo de adaptación.
La experta señala que la madre sentirá cambios de humor, e irritabilidad, así como fatiga y sensibilidad. Estos síntomas generalmente pasarán gradualmente en las primeras semanas después del nacimiento y no afectarán el funcionamiento de la madre ni la relación que creará con el bebé.
Cuando los síntomas no desaparecen se podría estar ante una depresión
Cuando los síntomas no desaparecen en unas pocas semanas, puede haber un problema adicional. Cuando la madre está angustiada y su capacidad para funcionar se ve afectada, esos síntomas se convierten en depresión posparto.
Las mamás pueden experimentar:
- Incapacidad para disfrutar jugando con el bebé.
- Identificar una falta de conexión con la criatura.
Ninguna mujer es inmune a la depresión posparto
Ninguna mujer es inmune a la depresión posparto, pero hay algunas que están en mayor riesgo: mujeres que han sufrido depresión antes, especialmente durante el embarazo o después de partos anteriores; mujeres que tienen familiares que sufrieron problemas de salud mental en el pasado; y mujeres cuyos embarazos fueron no deseados o se caracterizaron por muchas dificultades y alto riesgo.
De todas las modalidades de terapia, “la terapia cognitivo conductual presenta el mayor respaldo empírico en comparación con otras modalidades de terapia”, afirma la doctora Susana Amodeo Escribano, doctora en Psicología y psicóloga clínica adjunta en el Servicio de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz de España.
La terapeuta reconoce que puede realizarse “tanto a nivel individual como grupal” como tratamiento inicial, siendo especialmente útil en el caso de las mujeres lactantes. El objetivo es aprender estrategias de regulación emocional como técnicas de relajación, trabajar la asertividad, aprender a afrontar los pensamientos negativos sobre una misma, la maternidad o el bebé, aumento del autocuidado personal y encontrar tiempo para una misma.
Es importante que el tratamiento para la madre llegue rápido, ya que su depresión no solo la afecta a ella, sino también al bebé en desarrollo. Compartir, apoyar y recibir ayuda de otros es una de las partes más importantes del tratamiento.