Los chacareros de Esperanza no podían creer lo que oían. El propio Juan Domingo Perón les prometía que en solo tres meses el campo argentino tendría un tractor de fabricación nacional. Así, a partir de esa declaración apresurada del entonces presidente de la Nación, se empezó a forjar el proyecto del “Pampa”, un artefacto improvisado que nunca logró alcanzar gran escala y que se desvaneció cuando el mercado abrió sus puertas a las marcas internacionales.
Eran los tiempos del Estado empresario y de la “Argentina potencia”, en los que la escasez de divisas por déficit de la balanza comercial –una triste herencia que continúa en la actualidad– hacía su debut en el país. Por eso, ante la enorme sangría de dólares que producía la importación de automóviles y maquinaria agrícola, el gobierno peronista puso énfasis en la industria nacional, creando Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME), a caballito entre 1951 y 1952.
En un contexto de cierre de la economía (la sustitución de importaciones se imponía acá y también en otros países de la región) y ya embarcado en una guerra dialéctica contra los Estados Unidos , Perón amenazó con dejar de exportarles aceite de lino a los estadounidenses. Fue entonces cuando un chacarero de Esperanza, Santa Fe, le preguntó: “¿Cómo vamos a producir entonces nosotros, si los tractores vienen de allá?”. El General contestó: “Los fabricaremos en nuestro país y en tres meses estará listo el primero de una gran serie”.
Claudio Castro, profesor de Historia Económica y especialista en la historia industrial, opina que esta fue otra aventura tecnológica de Perón, que resultó bastante osada. “Fue una respuesta desesperada para darle tecnología a un campo que estaba descapitalizado y ya no tenía divisas para importar maquinaria. Se dio justo en medio de una gran necesidad de contar con la exportación agrícola para acomodar las cuentas nacionales”, explica.
Según se relata en Estudios sobre la Industria Argentina, editado por Lenguaje Claro, el proyecto del tractor peronista se inició el 19 de junio de 1952. “Se quería ofrecer al productor un tractor simple, económico, fácil de mantener y que cumpliera con un nivel de prestaciones básicas (algo muy parecido a lo que hacía poco se había intentado con el auto Institec Justicialista)”, se explica en el libro.
Pero apenas comenzó a rodar el proyecto, apareció el primer indicio de improvisación, algo que signaría su suerte. “Lo curioso es que los ingenieros y operarios aeronáuticos de IAME desconocían qué modelo de tractor de los usados en los campos argentinos presentaban esas características. Así que se improvisó una encuesta entre productores de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires”, relatan Mario Raccanello y Marcelo Rougier en el capítulo “Tractores y mitos del Estado Empresario Peronista”, de la publicación citada.
El tractor más votado fue el alemán Lanz Bulldog D9506, producido por Heinrich Lanz AG, que tenía una curiosa característica: funcionaba con gasoil y con una mezcla de querosene y aceite usado (y hasta aceite crudo, grasa animal y parafina). Se trajeron dos unidades de Uruguay, se desarmó una y se empezó a estudiarla para fabricar el propio tractor acá. Parecía que la idea avanzaba.
Pero como el plazo de tres meses que había impuesto Perón se acababa, los encargados de la fabricación se empezaron a desesperar y echaron mano a otra solución improvisada: se le modificó al tractor traído de Uruguay solo la trompa, se le cambió el color azul original por el naranja y se pintó “Pampa-IAME/ Industria Argentina” donde decía Lanz.
"Así nació el tractor 'Pampa', otro de los grandes engendros peronistas: el considerado primer tractor de fabricación nacional, apareció el 7 de octubre de 1952 bajo el disfraz de un artefacto desarrollado enteramente por la industria extranjera. Así y todo, se lo expuso varios días en el Obelisco", comenta Castro.
Pero ¿Qué era el “Pampa”? El modelo específico Bulldog D9506, desarrollado entre 1935 y 1955, tenía un motor de dos tiempos monocilíndrico en disposición horizontal, de 10,3 litros de cilindrada y con una potencia de 55 caballos de vapor. Operaba bajo el sistema semidiésel, lo que implicaba el uso de la tecnología de la “culata incandescente” (adoptada por el primer modelo allá por los años veinte).
Según cuenta Alejandro Artopoulus, profesor de la Universidad de San Andrés e investigador en sociología de la tecnología, gracias a un convenio con la italiana Fiat , varios “Pampa” empezaron a trabajar en los campos argentinos. “En principio se mostraron bastante buenos para diversas tareas; pero claro, era un tractor anticuado para la época, su motor había sido introducido hacía ya 40 años. El gran problema de que una empresa del Estado fabricara un tractor así residía en el hecho de que no tenía la capacidad para actualizar el modelo y producirlo a gran escala”, explica el especialista.
Pronto se empezaron a ver las consecuencias de la improvisación. La tecnología semidiesel implicaba una serie de contratiempos para el tractorista del “Pampa”. El calentamiento previo tomaba demasiado tiempo, sobre todo en invierno, y la combustión causaba mucho estrépito, una gran expulsión de humo y vibraciones muy molestas.
Pero el detalle más curioso se producía en el momento de arranque del tractor: al girar el volante de inercia podía ocurrir que el pistón no llegara a completar la compresión y el motor se iniciara al revés, haciendo que el tractor saliera disparado hacia atrás. Esto provocó varios incidentes, destrucción de galpones y hasta incendios.
Más grave aún fue el hecho de que deficiencias intrínsecas al proceso productivo –problemas en el maquinado de las piezas, falta de conocimientos ingenieriles en la mecánica del tractor, producción artesanal de los tractopartistas, ausencia de blueprints (copia de planos), lo que llegó a implicar la forja de piezas nuevas siguiendo como patrón aquellas ya desgastadas del tractor traído de Uruguay– llevaron al desarrollo y la incorporación de componentes inadecuados en el tractor.
Graves fallas técnicas
Todo esto condujo a que presentara graves fallas técnicas, con accidentes incluidos. “Por ejemplo, los pistones de muchos tractores no respondían a un tamaño estandarizado, lo que provocaba filtraciones del combustible al efectuarse la compresión”, se detalla en Estudios sobre la industria argentina.
Durante su única década de vida, se produjeron 3760 tractores “Pampa”, hasta que se terminó la producción en 1963, cuando el Estado le vendió a Perkins la fábrica. Pese a lo que se podría suponer, no fueron sus fallas técnicas las que lo condenaron. “Como todos los emprendimientos del peronismo, su problema era la producción a escala”, dice Castro.
En tanto, Artopoulus suma otra razón: "Pudo mantener el interés de los productores con precios atractivos, solo hasta que las fábricas de las primeras marcas decidieron instalarse en el país".
En la posguerra, el Lanz Bulldog fue también replicado en Francia –en un caso similar al de IAME– por la empresa estatal Société Nationale de Construction Aeronautic du Centre (3700 Le Percheron entre 1946 y 1956); en la República Popular de Polonia, por Ursus (50.000 C-45 ebtre 1947 y 1959), y en Australia por Kelly & Lewis (860 KL Bulldog entre 1948 y 1952. Con posterioridad a la experiencia de IAME, en la España franquista Lanz Ibérica fabricó 22.000 entre 1956 y 1963.