Javier Milei ya decidió su compañera de fórmula y Mauricio Macri confiesa su peor pesadilla
Nuevos debates en el PRO en medio de las discusiones por las elecciones 2023: qué piensa Macri y cómo se mueven Larreta y Bullrich. La apuesta a todo o nada de Massa. Quién es la elegida del libertario para vicepresidenta. Por Santiago Fioriti
En los instantes de desasosiego, una hipótesis electoral irrumpe en los pensamientos de Mauricio Macri. Se la escuchó a un amigo y se quedó pensando en ella, al punto de transformarse -según sus propias palabras- en una pesadilla. La contó en la mesa nacional del PRO, un poco maquillada y al pasar, pero la abordó de lleno en las últimas conversaciones que mantuvo antes de viajar para ver el Gran Premio de Fórmula 1 en el Autódromo Internacional de Miami Gardens. Como si quisiera pedir auxilio.
—No hay que descartar que Milei termine siendo presidente, que Kicillof retenga la provincia de Buenos Aires y que Lousteau se quede con la Ciudad. Nos podríamos quedar sin nada, dijo.
Quienes lo escucharon hubieran tenido ganas de decirle “esto no va a pasar”, pero nadie podría asegurar semejante cosa. El malestar en el PRO, la fuerza predominante de Juntos por el Cambio, da lugar a ese tipo de conjeturas. Hace apenas unos meses se repartían ministerios y cargos y discutían cuál sería el rol de los aliados radicales y de la Coalición Cívica en el próximo gobierno. A Horacio Rodríguez Larreta, que el año pasado marchaba primero cómodo en la carrera, y a Patricia Bullrich, que equilibró la balanza en los últimos meses, solo les faltaba definir quién se quedaría con la banda presidencial. Hoy no pueden cerrar filas ni siquiera en el distrito que gobiernan desde hace dieciséis años.
El fuego interno se les fue de las manos. No hay foto, por más sonrisas impostadas que pueda haber a la hora del click, que permita borrar las permanentes estocadas que se hacen unos a otros, incluso con la dilapidación de recursos para fabricar candidatos que nunca llegarán a la grilla final, solo pensados para tratar de obstaculizar al rival. Ese fuego también se agita cuando se discute el plan económico. No hay tantos puntos en común entre los sectores en pugna sobre cómo hay que abordar la cuestión y hasta dónde habrá que hundir el cuchillo.
Las disputas internas coinciden con el hartazgo social hacia la clase política, que se acelera a la par de la suba frenética de los alimentos y de situaciones que a la dirigencia no parecería importarle del todo, como que las actualizaciones de los alquileres aumentarán 95,4% este mes.
En los últimos días, a instancias de los principales protagonistas electorales -y de Macri, que debe hacer un esfuerzo para contener su enojo con Rodríguez Larreta y, al mismo tiempo, apaciguar los reclamos que recibe del establishment- representantes de las distintas vertientes del PRO comenzaron a explorar algún tipo de salida del laberinto.
Ese laberinto, hasta hace algunas semanas, se limitaba a la competencia por la Ciudad. Se suponía que, una vez despejado este frente de tormenta, todo sería más fácil. La procrastinación porteña desató otros conflictos. En la vital provincia de Buenos Aires, por caso. Rodríguez Larreta presenta a Diego Santilli como candidato y Bullrich aún debe decidir entre Joaquín de la Torre, Néstor Grindetti y Javier Iguacel, si es que no se suma Cristian Ritondo, el elegido de María Eugenia Vidal, ahora alejada de la contienda. El que más mide es Santilli, pero el voto podría fragmentarse y el beneficiado central resultaría Axel Kicillof.
Los bonaerenses del PRO se hacen otra pregunta: ¿qué pasaría si el gobernador convocara a elecciones concurrentes o, peor, si desdoblara la elección? Para Kicillof asoma como una tentación. Si fuera por él lo haría, pero está atado a la estrategia general y al dedo de Cristina. El artículo 114 de la Ley Electoral 5109 establece que la convocatoria deberá realizarse con no menos de 90 días de anticipación. En el caso de que se realicen de forma simultánea con la elección nacional, el 22 de octubre, el último plazo para el dictado de la convocatoria sería el día 24 de julio de 2023. La decisión no está tomada y altera los planes opositores. A Kicillof le queda tiempo; a Juntos por el Cambio, no tanto.
El sueño de Santilli es transformarse en postulante único. Ir colgado de Larreta y de Bullrich y, si fuera posible, también de Facundo Manes y de Gerardo Morales. No lo puede ni decir porque al jefe de Gobierno le podría agarrar un ataque de ira. Pero que lo piensa, lo piensa.
Algunas voces potentes que suele escuchar Macri, incluso, llevan las deliberaciones hasta un planteo aún más extremo. Elucubran que, si se mantuviese la tendencia alcista de Javier Milei, aquellos asuntos pasarán a ser menores y advierten que habría que rever la estrategia general para tratar de llegar a las PASO con un solo candidato a presidente para disputar la interna con la UCR. Hoy parece un escenario improbable ante la resistencia que, desde luego, mostrarían Larreta y Bullrich, pero no habría que descartar, de mínima, que pronto se diera la discusión.
Milei cada tanto queda enredado en sus propias polémicas. Y muchos se preguntan con qué estructura, eventualmente, podría gobernar. De mínima, tendría un Congreso adverso y no contaría con gobernadores propios. Tampoco mantiene lazos con algunos factores de poder, como la CGT. Pero Cristina lo subió al ring y en los medios adictos a ella comenzaron a atacarlo. Hasta se metieron con su sexualidad y se rieron al decir que está enamorado de su hermana.
El economista se niega a revelar quiénes lo acompañarían. El foco está puesto en su equipo económico. Milei dice que ya tiene al eventual ministro, pero no revelará el nombre. Clarín pudo confirmar que la diputada Victoria Villarruel será su compañera de fórmula. Se trata del primer aspirante a la presidencia que decidió el binomio, aunque la designación promete polémica.
Villarruel es crítica de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, habla de los derechos humanos en la Argentina como “un curro” y se niega a que el Estado indemnice a los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado. Abogada, divorciada, sin hijos, porteña, hincha de Rosario Central, tenista amateur, es hija de una pintora y de un ex militar. Con Milei se conoció por Twitter. Los dos están en contra del aborto. Esa fue la primera coincidencia. Luego, en 2019, se conocieron en persona y dieron una charla en Córdoba sobre el liberalismo y la nueva derecha. No se separaron más. Villarruel es una de las pocas personas que conoce a los perros mastines ingleses del libertario.
El escenario más temido por quienes profesan un estado de alarma ya no es solo que Milei se convierta en el opositor más votado -ayudado porque no tiene competidores en su espacio-, sino que, en medio de una ola que parece favorecerlo, termine a la par del Frente de Todos.
Cristina habría puesto la lupa en él con esa especulación. La vicepresidenta observa que, quien resultara el delfín K para agosto, podría tener más chances en un balotaje contra Milei que contra Bullrich o Larreta. De eso hablaron, entre otras cosas, Macri y Emilio Monzó, en el encuentro de reconciliación que reveló Clarín el jueves.
Monzó, que fue el principal armador de Macri en 2015 y con el que terminó sin hablarse en 2019, venía de otra cumbre inesperada. Ocurrió hace diez días, en Bariloche, donde participó de la cena anual de la La Federación Empresaria Hotelera Gastronómica, de la que también formó parte Eduardo De Pedro.
En un momento, poco antes de la medianoche y mientras había un show de música, el ministro del Interior le hizo un gesto al diputado y se fueron a conversar a una sala reservada, detrás de un telón rojo que hay en el salón de fiestas del Hotel Llao Llao. Al rato se sumó Luis Barrionuevo. La charla fue distendida. Le deben haber picado las orejas a Sergio Massa. ¿Se habrá especulado con algún tipo de diálogo político para la próxima administración? Dicen que el whisky estaba rico. El de etiqueta azul, como diría Coco Basile, es un elixir. Se fueron a las 2.30 de la mañana.
El nombre de Massa está en boca de todos. Su obsesión sigue siendo que en el Frente de Todos lo aclamen como candidato único. ¿Y la inflación? Bien, gracias. No parece ser un problema para su candidatura. Massa no habla del tema, pese a que bate récords mes a mes. ¿Lo hará el viernes, cuando se conozca el nuevo índice? Sus asesores, como el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, le dicen que se abstenga. Viejas prácticas kirchneristas vuelven a escena. No hablar de lo que importa si no conviene. Como si no existiera.
Mientras, la falta de dólares se vuelve asfixiante. Las reservas están al límite y en junio se vence un compromiso con el FMI por 2.702 millones de dólares y, en julio, otro por 2.649 millones. Massa reclama que el envío de ese dinero se haga cuanto antes para contener el frente interno. El FMI le pone condiciones y lo presiona por una devaluación. Cristina y La Cámpora se oponen.
Massa no quiere contradecirlos. Depende de ellos para ser candidato. El tigrense no solo cree que puede presentarse: sostiene que podría ganar. Fe nunca le faltó.
Como diría Joaquín de la Torre, que lo conoce mucho: “Sergio te hace la jugada de Maradona a los ingleses y, cuando está por patear y meter el gol, se para y dice: ‘Pará, voy a hacerlo más lindo, y vuelve a la mitad de la cancha’”.