El sexo y uno de los tipos de cáncer más frecuentes en varones mantienen un vínculo estrecho, en una especie de círculo virtuoso. Por un lado, la ciencia ha estudiado cómo la actividad sexual frecuente puede proteger contra este tipo de tumor. Por el otro, un control médico de rutina permite detectarlo a tiempo y así acceder a soluciones menos invasivas que, entre otras cosas, evitan que la vida sexual se deteriore.
El cáncer de próstata afecta a 1 de cada 7 varones en el mundo y en hombres es el más frecuente en Argentina, con más de 11 mil casos por año y una mortalidad de 10,3 cada 100 mil. Incide sobre todo después de los 50 años y es una de las principales causas de muerte entre los adultos mayores.
La afirmación de que la mayor actividad sexual previene contra este tumor surge de una amplia investigación publicada en European Urology, sobre 32 mil varones a lo largo de 18 años. Se les preguntó por el número de veces que eyaculaban al mes. Hallaron que los que lo hacían al menos 21 veces tenían menos riesgo de sufrir cáncer de próstata. Y que los que al menos presentaban una mínima vida sexual también presentaban menor riesgo que los que directamente carecían de ella.
La segunda afirmación, la de los controles periódicos anuales, es un protocolo que sirve para detectar a tiempo la eventual aparición del cáncer de próstata, y que en base a eso el médico pueda decidir si hacer una vigilancia activa del paciente o, si la situación amerita, iniciar un tratamiento.
Un análisis llamado prueba del antígeno prostático específico (PSA) mide su nivel en la sangre. El PSA es una sustancia que produce la próstata y sus valores suelen ser más elevados en los hombres que tienen cáncer de próstata.
Juan Pablo Sade, médico especialista en uro oncología del Instituto Alexander Fleming y de la Universidad Austral, explica que ese control periódico redundará, además, en que las acciones que haya que tomar contra un eventual tumor sean menos invasivas y que, en consecuencia, no atenten contra la vida sexual.
“Para un buen funcionamiento sexual, la próstata produce líquido seminal, que forma la mayor parte del semen. La próstata contribuye a todo el proceso de eyaculación, de orgasmo, y es un órgano muy relacionado con todo lo sexual. Para minimizar el impacto del tratamiento del tumor en la vida sexual, en la potencia sexual, hay que diagnosticarlo cuando es fácil de curar, con menos tratamientos”, advierte Sade.
El experto continúa: “De lo contrario, el tumor avanza, se pone más grande y más agresivo. Entonces se paga el precio, entre otras cosas, con tratamientos más fuertes, más agresivos, más largos. Por consiguiente, menos potencia sexual, menos vida sexual. Y si la demora es aún mayor puede derivar en un cáncer de próstata metastásico”.
¿Qué pasa cuando el cáncer de próstata pasa a hacer metastásico?
“La base del tratamiento para el cáncer de próstata metastásico es cortar la testosterona, y no hay una vida sexual plena sin testosterona. O sea que si se llegó a esa instancia, por el resto de la vida habrá nada, porque la testosterona le da de comer a esta enfermedad metastásica, no la podemos permitir. Entonces, para recapitular, la manera de minimizar el impacto es justamente al revés, yendo al médico, diagnosticando y curándose con tratamientos menos agresivos”, alerta el médico.
¿Qué incidencia tiene el cáncer de próstata y qué perspectiva de cura tiene?
El cáncer de próstata tiene una buena y una mala noticia. La buena es que es un tumor de crecimiento lento y permanece mucho tiempo localizado en la glándula prostática. La mala, que es muy común”.
En cuanto a la buena noticia, “si uno hace los estudios de detección precoz -no son estudios preventivos, la gente dice preventivos, no es para prevenir la enfermedad, es para detectarla temprano-, lo diagnostica cuando está localizado, y es altamente curable”.
¿Hay condiciones que favorezcan que se desarrolle el cáncer de próstata?
“No, la inmensa mayoría de los cánceres de próstata son los que se llaman esporádicos, o sea, te toca porque te toca, porque sos hombre, porque te pusiste grande, y con eso sobra. No hay factores de riesgos externos como puede ocurrir con otros tipos de cáncer”, agrega Sade.
Como la mayoría de las veces el cáncer de próstata se diagnostica localizado, suele curarse con rayos, cirugía u hormonas. “Pero algunos casos llegan a la consulta cuando tienen metástasis”, dice Sade y explica: “Cuando el tumor se ha ido ya de la glándula a los ganglios, a los huesos, porque no se trató a tiempo, o porque a pesar de haberse tratado vuelve con más agresividad, nos enfrentamos a un número importante de hombres que tienen una enfermedad con metástasis, y esa enfermedad es incurable”.
¿Qué se puede hacer entonces en esos casos? “El objetivo tiene que ser la cronificación de la enfermedad, que el paciente pueda vivir con la enfermedad mucho tiempoo. Y que ese tiemp sea con calidad de vida. Recientemente hubo una novedad importante y es una droga que aprobó la ANMAT, la darolutamida”, sigue Sade.
¿Qué es la darolutamida? “En esa avanzada de cáncer de próstata con metástasis, durante los últimos 15 años hemos tenido avances claves: hemos duplicado el tiempo de vida de esta enfermedad y mejorado muchísimo los resultados. La darolutamida es una droga que bloquea el receptor de la testosterona (el cáncer de próstata depende de la testosterona de manera muy potente) y es muy innovador en su fórmula química y su mecanismo de detección. Otra cosa muy buena es su tolerancia”.
¿A qué edad hay que empezar a controlarse? “A los 50 años. Esa es la respuesta corta. Pero hay otra un poquito más larga: hay que empezar a los 50 en la población general, los que no tienen factores de riesgo. Pero si uno por ejemplo tiene cáncer de próstata en su familia, un padre, un hermano, un primo, o si tiene cáncer de mama, o cáncer de útero, de endometrio en su familia, o de ovario, quizás tenga que controlarse antes. Hay casos aislados en pacientes más jóvenes, pero es la excepción a la regla”.