Los 70: las heridas que aún persisten por el ataque de los Montoneros al cuartel militar de Formosa

El albañil y exconscripto Rogelio Mazacotte, que defendió el regimiento, recuerda cómo se vivió la jornada trágica del 5 de octubre de 1975, en la que murieron un subteniente, un sargento, diez conscriptos, un policía provincial y doce guerrilleros
  • El ataque de Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 19, de Formosa, el 5 de octubre de 1975 El ataque de Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 19, de Formosa, el 5 de octubre de 1975
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  • Acompañado por jefes militares, el gobernador Gildo Insfrán recorre el Regimiento de Infantería Monte 29, de Formosa, en un aniversario del cruento ataque de los Montoneros Acompañado por jefes militares, el gobernador Gildo Insfrán recorre el Regimiento de Infantería Monte 29, de Formosa, en un aniversario del cruento ataque de los Montoneros
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  • La revista Evita Montonera celebró el ataque al regimiento de Formosa La revista Evita Montonera celebró el ataque al regimiento de Formosa

Las lesiones ya no están, pero el dolor sobrevive, pese a que ya pasaron más de 47 años. Rogelio Mazacotte tuvo su tarde más agitada el domingo 5 de octubre de 1975, cuando los Montoneros atacaron el Regimiento de Infantería Monte 29, de Formosa, en una acción comando que incluyó el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas, con 102 pasajeros a bordo. El objetivo era el robo del arsenal de la unidad militar, pero enfrentaron la feroz resistencia de unos 70 efectivos -oficiales, suboficiales y soldados- que repelieron el ataque, en pleno gobierno constitucional, a un alto precio: un subteniente, un sargento primero y diez conscriptos perdieron la vida, al igual que 12 de los atacantes guerrilleros.

“Estamos dolidos por lo que vino después. No tenemos reconocimiento y los políticos nos ignoran”, reveló Mazacotte, hoy de 68 años, al recordar a LA NACION las cicatrices que lo marcaron en una de las jornadas más trágicas de la violencia de la década del 70 en la Argentina.

Se refirió al trato desigual que les propinó el Estado argentino, al indemnizar a los familiares de los atacantes del cuartel –algunos, incluso, figuran como víctimas de la represión ilegal en los registros de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y en el Parque de la Memoria del gobierno de la Ciudad-, mientras a los heridos graves y a los deudos de los muertos con uniforme se les niega el reconocimiento oficial. Esa diferencia persiste, pese a que el decreto 829/2019, firmado por Mauricio Macri cuatro días antes de dejar la Presidencia, les otorga el derecho a una compensación económica. “Se acordaron un poco tarde”, acotaron fuentes militares.

En la gestión actual, el Ministerio de Defensa no reglamentó el decreto. Según pudo saber LA NACION, quedan con vida solo dos madres de los soldados muertos y tienen más de 90 años.

“Ni un pedazo de pan recibimos de los políticos. Con los actos no nos van a pagar”, resumió el exsoldado conscripto Mazacotte, en referencia a los homenajes que todos los años encabeza en el regimiento el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. En los años del gobierno de Juntos por el Cambio concurrió el entonces secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. Nunca hizo acto de presencia ni acercó sus condolencias su sucesor, Horacio Pietragalla Corti, cuyo padre –Horacio Pietragalla– participó en la planificación del intento de copamiento del cuartel, como miembro activo y oficial primero del Ejército de Montoneros. La organización guerrillera había pasado a la clandestinidad en septiembre de 1974 y la lucha armada era su medio de expresión.

En su libro Operación Primicia, el periodista Ceferino Reato atribuye el plan de atacar el regimiento de Formosa al dirigente Raúl Yaguer, virtual número cuatro en la estructura de Montoneros, detrás de Mario Firmenich, Roberto Perdía y Roberto Quieto. Fue una de las 745 acciones armadas desplegadas por Montoneros en 1975, el año más intenso de ataques y atentados. Dos por día, en momentos en que gobernaba María Estela Martínez de Perón.

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La operación

Casado con María Elena Martínez, Mazacotte se dedicó al oficio de albañil. Tiene cuatro hijos y seis nietos, a quienes trata de transmitirles las dramáticas situaciones que enfrentó aquella jornada, para contrarrestar las “distorsiones” que encuentra en los relatos del oficialismo, a partir de la llegada del kirchnerismo.

Sus nietos lo acompañan en los desfiles que se realizan cada 5 de octubre en el regimiento de Formosa y él les recomienda que lean los libros Operación Primicia, de Reato, y Mentirás tus muertos, de José D’Angelo, que investigaron el intento de copamiento y el pago de indemnizaciones fraudulentas.

“Los atacantes entraron al regimiento por el puesto número 2, una entrada secundaria por la que se accedía al sector de caballos y mulas. Lo hicieron en seis camionetas, con la ayuda del conscripto entregador Roberto Mayol, que pertenecía a Montoneros. Se acercó, vestido de civil, a hablar con el soldado de guardia Ramón Medina. Con otra persona lo redujeron y le quitaron el arma. Ingresaron entre 70 y 100 y se dirigieron a las cuatro compañías de la unidad. Enseguida comenzó el tiroteo”, relató el soldado sobreviviente, que había llegado esa mañana al regimiento, después de dos días de franco, y horas después tenía dos balazos en el abdomen y un impacto en la rodilla.

En el intercambio de fuego murió, entre otros, el soldado Hermindo Luna, quien intentó frenar la ofensiva al grito de “¡Acá no se rinde nadie, carajo!” Su hermana Jovina Luna, que ese día cumplía 11 años, dedicó el resto de su vida a intentar lograr el reconocimiento de los caídos. Recorrió los tribunales para que la Justicia investigue el pago de indemnizaciones fraudulentas a los atacantes de Montoneros, hasta que murió durante la pandemia, en 2021.

Mazacotte recuerda hoy que a los guerrilleros se los notaba nerviosos. Habían llegado a la capital de Formosa en los días anteriores y muchos vecinos advertían la presencia de vendedores callejeros, la mayoría con un claro acento porteño. “Hacían Inteligencia. El objetivo eran las armas del regimiento y estaban apurados porque en el aeropuerto los esperaba el avión de Aerolíneas que habían secuestrado en pleno vuelo, cuando sobrevolaban Corrientes. Lo hicieron aterrizar en Formosa y tomaron el aeropuerto local para que los atacantes del cuartel pudieran escapar”, reconstruyó.

 

Resistencia y combates

La defensa en el regimiento se organizó sobre la marcha, con órdenes y gritos del subjefe de la unidad. “Era domingo y muchos estaban de franco. Había entre seis y ocho suboficiales, cuatro oficiales, uno por cada compañía (A, B, Servicios y Comando). Los guerrilleros venían preparados y tomaron posición en cada una de ellas.

“El subteniente Cáceres me preguntó a la mañana si sabía hacer asado. Por eso estuve hasta después del mediodía en el Casino de Oficiales. Después me fui a descansar”, rememoró el exconscripto. Pero no llegó a cumplir el descanso. “Me tiré en la cama y a al rato escuché el tiroteo. Salté de la cama y vi a mi compañero Salvatierra muerto”, lamentó.

Mazacotte era uno de los 45 efectivos que se encontraban de guardia en la unidad A. “El tiroteo fue muy intenso. Hubo muchas bajas y el enfrentamiento se extendió entre 20 minutos y media hora”. Los atacantes lograron acceder a la sala de armas de la compañía Servicios y alcanzaron a llevarse algunos fusiles y municiones, pero tuvieron que salir rápido al aeropuerto, cuando la fuerte resistencia del regimiento comenzaba a desnivelar las fuerzas. En la unidad se libraban combates cuerpo a cuerpo y el alboroto alertó a varios oficiales y suboficiales del Ejército que vivían en el barrio militar aledaño, que se sumaron a la defensa de la unidad.

-¿Por qué los Montoneros habían elegido el regimiento Monte 29, de Formosa?

-Porque aparentemente era más tranquilo y tal vez pensaban encontrar menor resistencia. Les salió mal.

A raíz de los tres disparos recibidos, el conscripto Mazacotte fue trasladado al Hospital Central, adonde llegó inconsciente. Al recuperar el conocimiento, se encontró con su mamá, Petrona González, quien lo acompañó en la recuperación. Algunos de sus compañeros tuvieron que ser operados sobre la camilla.

“Nosotros vivíamos a 20 kilómetros del regimiento”, explicó. Se recuperó en el hospital junto a su compañero Daniel Quintana, también herido, con quien mantiene desde entonces una profunda amistad. Y lamentó siempre las muertes de sus compañeros y amigos Marcelino Torales, Edmundo Sosa y Dante Salvatierra. También murieron en el ataque el subteniente Ricardo Massaferro, el sargento Víctor Sanabria y los soldados conscriptos Antonio Arrieta, Heriberto Dávalos, José Coronel, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Alberto Villalba y Hermindo Luna.

El 30 de octubre, veinticinco días después del cruento ataque, les dieron a los heridos la baja del servicio militar. Evita Montonera, la revista oficial de Montoneros, tituló en su portada: “Formosa: victoria del Ejército Montonero”.

La fuga de los atacantes rumbo al aeropuerto dio lugar a una persecución. Se rastrilló el pueblo buscando a los guerrilleros y en ese operativo fue asesinado el policía Neri Argentino Alegre, lo que incrementó el número de víctimas. El avión despegó con algunos de los guerrilleros y aterrizó sobre un campo cerca de Rafaela, en Santa Fe.

Al día siguiente, en Buenos Aires, el presidente interino Ítalo Argentino Lúder, a cargo del Poder Ejecutivo por la licencia médica que había tomado María Estela Martínez de Perón, dictó el decreto 2772/75, que puso a las Fuerzas Armadas “bajo el comando superior del Presidente” y les ordenó “ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”.

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