Las proyecciones privadas sobre el devenir de la economía argentina empeoraron sensiblemente por el efecto de la sequía. Al tomar como referencia que las variables macroeconómicas ya arrastraban fuertes desequilibrios, los economistas descuentan que el país enfrentará una “estanflación” en 2023, es decir, una recesión que convivirá con altos niveles de inflación.
Las consecuencias de ese proceso se sentirán en el empleo, los salarios y la pobreza. En el equipo económico del Gobierno buscan generar alivios parciales para cerrar el año sin más sobresaltos.
El empeoramiento de las condiciones quedó cristalizado en el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA realizado a finales de marzo. El consenso de los analistas consultados estimó que el PBI mermará 0,9% en el primer trimestre respecto al último de 2022, 1,8% en el segundo y 0,3% en el tercero. Para todo 2023 se espera que la economía sufra una caída de 2,7% acumulada, lo que interrumpiría dos años consecutivos de crecimiento.
En paralelo, el REM arrojó que la inflación de marzo será del 7% mensual (la cifra oficial la difunde el viernes el INDEC) y que este año acumulará un 110% de incrementos, muy por encima del 60% que marcan los lineamientos que plasmó el Ministerio de Economía en el Presupuesto 2023.
Ese pronóstico va en línea con el que dejó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su última revisión del acuerdo con el país. “Una inflación superior a la esperada y/o un crecimiento mucho más bajo, incluso debido a la sequía, podrían alimentar el descontento social y socavar el apoyo al programa, especialmente a medida que se acercan las elecciones”, indicó el organismo.
En ese sentido, Ecolatina consideró: “Tanto desde el lado de la oferta como de la demanda, la actividad económica sufrirá un duro golpe este año”. La hipótesis principal es que la sequía no solo afectará a las principales producciones del agro, sino que además tendrá un efecto de segunda ronda en actividades asociadas como el transporte que se utiliza para trasladar la materia prima a los puertos.
La consultora identificó cuatro ítems que serán determinantes para la economía: “Un menor nivel de exportaciones en general, producto principalmente de la merma de las agropecuarias (productos primarios y manufacturas); mayores restricciones que se traducirán en un menor nivel de importaciones; una inversión productiva afectada por las menores compras externas, tasas de interés reales positivas e incertidumbre electoral; y un consumo privado que, si bien será el componente de la demanda que exhibirá un mejor desempeño relativo, se verá afectado por un salario real que no mostrará importantes signos de mejora, un empleo que perdería fuerza en su dinámica y la falta de impulso fiscal por los objetivos del FMI”.
Por su parte, Econviews anticipó un escenario más pesimista que el del REM. “Mirando la película trimestre a trimestre, entre enero y marzo de 2023 la actividad habrá caído 1,4% contra octubre-diciembre de 2022. El mayor impacto de la sequía se verá en el segundo trimestre, con una caída de 6,1%. Si la política no mete la cola, habrá rebotes de 1,7% en el tercer trimestre y 3,8% en el cuarto. No alcanzará para evitar que la actividad se contraiga 4,5% en 2023 que, sacando la pandemia, será el peor año desde 2009 para la economía argentina”, proyectó la consultora.
El ministro de Economía, Sergio Massa, avanzará esta semana en su agenda internacional para conseguir mayores desembolsos de organismos multilaterales y un alivio en las metas del FMI para tener mayor margen de maniobra.
En el Palacio de Hacienda depositan sus expectativas sobre el dólar agro para sumar divisas y no restringir más las importaciones para insumos que necesita la industria.
Los tres principales objetivos que persigue el titular de Economía antes de las elecciones tienen que ver con evitar una devaluación abrupta que presione más la inflación y derive en una recesión todavía más fuerte a la que anticipa el mercado.