Economía 26/03/2023 22:51hs

Una Testarossa de dos ruedas: la historia de la única moto Ferrari que existe en el mundo

Piero Ferrari le dio permiso a un diseñador británico para construir un ejemplar en homenaje de Don Enzo, su padre, meses después de su muerte. La moto, única, demandó 3.000 horas de trabajo.

La única moto de Ferrari, de 1995.
La única moto de Ferrari, de 1995.
Diseño particular para el tablero.
Diseño particular para el tablero.

En sus nueve tono de rojo -del tradicional Corsa al emotivo Dino- o en el amarillo que inspiró Fiamma Braschi, la señora de la Fórmula 1. En elegante formato biplaza o en el temerario monoplaza que le dio 16 coronas de constructores. De dos puertas o con cuatro, de apertura clásica o de tipo mariposa. Hay Ferrari para saciar todo deseo de los bolsillos pudientes.

Lo que no existía era una moto con su emblema, a pesar de que Don Enzo supo cultivar la costumbre italiana de andar sobre dos ruedas. Pero eso cambió en 1995, cuando Piero -el heredero- le concedió luz verde a la idea de un diseñador británico de crear un ejemplar original con el Cavallino Rampante. Un ejemplar singular, con líneas que seguían las de un deportivo clásico de la marca y que, contra todo pronóstico, vio caer su precio ante la falta de demanda.

El hombre detrás de esta criatura especial se llama David Kay. Fue diseñador estrella de MV Agusta, una empresa de motocicletas que tuvo su momento de gloria a mediados del siglo XX y que luego se especializó en objetos de lujo. En los tempranos años 90, meses después de la muerte de Enzo Ferrari, quiso rendirle un homenaje con sus propias manos. Piero otorgó permiso y, después de 3.000 horas de trabajo artesanal, el vehículo salió a la calle.

Hubo ruido inicial, con las presentaciones de rigor. Más tarde, su reputación se restringió a un reducido círculo de especialistas. Tal vez haya sido por eso que su regreso al mercado estuvo signado por el fracaso. Se sucedieron las subastas hasta que un comprador logró adquirir a precio rebajado la Testarossa de dos ruedas.

Ferrari y las motos, una relación íntima y conflictiva que nunca llegó a producción


Desde 1947, la firma de Maranello construyó un imperio. A la oferta de autos deportivos, cada vez más sofisticados, la impulsaba con sus éxitos en las pistas. Al cabo, Enzo había comenzado su trabajo con la escudería de competición de Alfa Romeo antes del paréntesis de Auto Avio Costruzioni y del gran lanzamiento con su emprendimiento propio.

PUBLICIDAD

Resulta extraño que una marca ícono de Italia, un país en el que aún hoy es usual ver scooters y ciclomotores zumbando por las ciudades y los miles de pueblitos diseminados en toda su longitud, no tenga su línea de producción en dos ruedas.

Sin embargo, no faltaron algún tanteo y varios chispazos. De hecho, en los años 30, el jefe dirigió un equipo de motos cuando aún se movía bajo el paraguas de Alfa Romeo e incluso llegó a correr con una Scott de dos tiempos. Quedó solo en eso, un dato anecdótico, reservado para los fans más memoriosos.

Las rispideces llegaron más tarde. En la década del cincuenta, en meteórico ascenso económico, el recio capo entabló una demanda contra una pequeña empresa que osó fabricar motos con el apellido Ferrari adosado a su carrocería. Se trata de Meccanica Italiana Fratelli Ferrari, que a inicios de esos años se despacharon con vehículos que llevaban una versión acotada de su denominación.

Sorprendido, Il Commendatore puso a trabajar a un equipo de abogados y logró que la Justicia ordenara el pago de una indemnización. Con esa pesada carga sobre sus espaldas, los hermanos bajaron la persiana en 1956. Terminaron convirtiéndose en objetos de deseo de los coleccionistas. Así, Don Enzo, que murió el 14 de agosto de 1988, nunca llegó a ver una moto oficial de su marca. Y las tribulaciones continuaron.

Incluso mientras se desarrollaba la Testarossa de dos ruedas, la compañía exploró la posibilidad de colaborar con Cagiva para insertarse en MotoGP. Los malos resultados del protitpo sepultaron el intento. Más tarde, la compañía, celosa, ordenó remover un “bike concept” que difundió en internet un ingeniero israelí y hasta emitió en 2014 una declaración en la que desestimó la posibilidad de sacar un modelo de producción en el futuro.

No fue una historia exclusiva de Maranello. A su legendario rival, Lamborghini, le fue apenas mejor: en 1986 fabricó una moto conocida como Design 90, con mecánica Kawasaki, pero alcanzó a completar un puñado de ejemplares.

A pesar de todo, hubo una creación que escapó a los coqueteos, los giros y las desmentidas

Cómo es la Testarossa de dos ruedas


“Le concedo la aprobación para colocar la insignia en su motocicleta”, fue la inesperada respuesta de Piero al pedido de David Kay, en una carta escrita de puño y letra el 23 de mayo de 1990.

El diseñador atravesaba sus últimos años profesionales como jefe de diseño de MV Agusta, una compañía que había brillado con 18 campeonatos del mundo entre 1956 y 1974 (solo interrumpido por el italiano Libero Liberati en 1957 a bordo de una Gilera).

Con la marca dedicada al negocio de lujo, Kay se embarcó en proyectos paralelos con su negocio familiar MVA (fundado en 1983, luego rebautizado como MV Meccanica Verghera). Uno de ellos fue la creación-homenaje que tenía reservada para el personaje más importante de la industria de deportivos italianos.

Fueron 3.000 horas de labor artesanal, con la certeza de que tenía un único intento. No podía fallar. Para tocar la fibra emocional de todo amante del Cavallino Rampante, retomó para la carrocería las líneas de la Testarossa, ese clásico con diseño de Pininfarina que entre 1984 y 1996 vendió más de 7 mil unidades.

La continuidad se veía en el carenado de las ruedas y en las suaves curvas que daban agilidad. El armazón de aluminio corrió por cuenta de Terry Hall, que además confeccionó los caños de escape que -como un instrumento de viento- se prolongaban de a pares a ambos lados.

La apuesta se extendió en el equipamiento. El motor es un cuatro cilindros de 900 cc, con caja de cinco velocidades. La potencia llega a los 105 CV a 8.800 rpm y acelera hasta los 265 km/h. También lleva una horquilla invertida Forcelle Italia, frenos de disco Brembo y llantas especiales Astralite de 17 pulgadas. Todos elementos de primer nivel, aunque sin adentrarse en detalles agresivos.

La obra, culminada en 1995 con el caballo estampado sobre el depósito, estaba llamada a ser una pieza única y codiciada. Se presentó en el Classic Bike Show. Pese al revuelo y el interés inicial de revistas especializadas de todo el planeta, la nula promoción de Maranello hizo que ni siquiera se elevara a un one hit wonder, como se conoce a esos grupos musicales que marcaron tendencia con una canción y luego cayeron en el olvido. La Ferrari 900, de 172 kilos, vivió en la sombra durante años.

Las nubes de frustración persiguieron a Kay. Fueron varias subastas en las que no hubo interesados en pagar montos que orillaban los 300 mil euros. Ni siquiera en eBay, donde estuvo ofrecida durante meses, mordieron el anzuelo. Finalmente, la tercera fue la vencida en 2012, aunque con una rebaja importante en el precio: el nuevo dueño se la llevó por apenas 100 mil euros.

Con tanta historia y esa marca impresa en el cuerpo, un precio de remate. Una ganga por la única moto Ferrari que existe en el mundo.

Más de Economía