El descubrimiento de numerosos exoplanetas en las últimas décadas ha permitido estudios estadísticos de arquitecturas planetarias que ubican al Sistema Solar dentro de un contexto más amplio. Ante esta información, los expertos advirtieron que nuestro Sistema Solar es tan frágil que incluso una pequeña interrupción en uno de los vecinos más grandes de la Tierra podría enviarnos fuera de órbita y extinguirnos.
Hasta el momento, los sistemas multiplanetarios detectados exhiben una notable diversidad de arquitecturas que difieren sustancialmente de nuestro Sistema Solar. Es por eso que el estudio de las estadísticas demográficas de exoplanetas ofrece la oportunidad de proporcionar información importante sobre cuán típica es la arquitectura y evolución de nuestro Sistema Solar en comparación con otros sistemas planetarios.
Gracias a este análisis más amplio, los científicos coinciden en que nuestro Sistema Solar es frágil y que una pequeña interrupción en uno de los vecinos más grandes de la Tierra podría enviarnos fuera de órbita y extinguirnos. Estos datos fueron revelados por un nuevo estudio realizado por un astrofísico de la Universidad de California Riverside (UCR) después de que se hiciera una pregunta simple: ¿y si sólo hubiera un planeta más en nuestro Sistema Solar?
Stephen Kane de UCR, responsable del trabajo, examinó lo que sucedería si hubiera otro planeta terrestre flotando entre Marte y Júpiter y acaba de publicar sus hallazgos en Planetary Science Journal. En la vida real, hay una gran brecha entre estos dos mundos, con el cinturón de asteroides principal del sistema solar asentado en este espacio.
Kane explicó que hay dos misterios cuando se trata de la evolución de nuestro Sistema Solar. El primero es la gran brecha de tamaño entre los mundos terrestres de nuestro sistema y sus planetas gaseosos gigantes. La Tierra es el mayor de los planetas rocosos más cercanos al Sol.
Mientras tanto, Neptuno es el más pequeño de los gigantes gaseosos y sigue siendo cuatro veces más ancho y 17 veces más masivo que la Tierra. No hay nada intermedio en nuestro sistema solar. “En otros sistemas estelares hay muchos planetas con masas en ese hueco. Los llamamos súper-Tierras”, explicó Kane.
El otro misterio es por qué un planeta no se desarrolló entre Marte y Júpiter, dejando en su lugar una enorme brecha y una colección de rocas espaciales en este espacio. “Los científicos planetarios a menudo desearían que hubiera algo entre esos dos planetas. Parece una propiedad inmobiliaria desperdiciada”, bromeó Kane.
Aferrados a Júpiter
Según el nuevo estudio, es una gran fortuna que no haya sido como los científicos deseaban. Otro planeta alteraría el frágil equilibrio del Sistema Solar. Kane ejecutó simulaciones dinámicas por computadora para examinar qué sucedería si existiera otro planeta entre Marte y Júpiter.
“Ese nuevo posible vecino significaría un desastre para la Tierra y todos los demás planetas”, señaló el especialista. Los resultados muestran que la adición de esta súper Tierra perturbaría al enorme gigante gaseoso de Júpiter de tal manera que la órbita de la Tierra se desestabilizaría, sacándonos del Sistema Solar.
“Este planeta ficticio le daría un empujón a Júpiter que es suficiente para desestabilizar todo lo demás —reveló Kane—. A pesar de que muchos astrónomos han deseado este planeta adicional, es bueno que no lo tengamos”. “Júpiter es mucho más grande que todos los demás planetas combinados. Es 318 veces más masivo que la Tierra, lo que le otorga una tremenda influencia gravitatoria sobre todo lo que está cerca”, describió.
El estudio muestra que si una súper Tierra, una estrella pasajera o cualquier otro objeto celeste perturbara a Júpiter aunque sea levemente, afectaría significativamente a todos los demás planetas. Dependiendo de la ubicación de esta súper Tierra ficticia en nuestro Sistema Solar, su presencia eventualmente expulsaría a Mercurio, Venus y la Tierra de sus órbitas. El planeta adicional también desestabilizaría las órbitas de Urano y Neptuno, enviándolos también a la oscuridad del espacio exterior.
Incluso antes de que la Tierra salga en espiral hacia el espacio, el planeta adicional cambiaría la forma de la órbita de nuestro mundo, haciéndolo inhabitable para la mayoría o toda la vida. Cuando Kane hizo este planeta más pequeño en las simulaciones, colocándolo directamente entre Marte y Júpiter, pudo permanecer estable durante un largo tiempo. Sin embargo, incluso pequeños movimientos en cualquier dirección volvieron a poner todo fuera de control. “De ser así, las cosas irían mal”, sostuvo Kane.
El astrofísico agregó que estos modelos brindan información vital sobre lo que se necesita para que un sistema solar albergue vida. Aunque los científicos solo encuentran gigantes gaseosos como Júpiter en el espacio alrededor del 10 por ciento del tiempo, su presencia en otros sistemas solares parece decidir si los planetas similares a la Tierra tienen órbitas estables y que preservan la vida. “Nuestro sistema solar está más afinado de lo que se había apreciado antes. Todo funciona como intrincados engranajes de reloj. Si se agregan más engranajes a la mezcla, todo se rompe”, concluyó Kane.