Policiales 14/03/2023 13:52hs

Su hija de 11 años y una compañerita desaparecieron en la escuela y por un alerta temprana las encontraron en un aeropuerto

En Salta, dos alumnas de primaria no volvieron después de clases; se habían cambiado de ropa, cortado el pelo y hablaban de viajar a México; enseguida se activó una búsqueda por la sospecha de que podrían haber sido víctimas de una red de trata; la madre de una de ellas cuenta la pesadilla que vivió durante siete horas.

Su hija de 11 años y una compañerita desaparecieron en la escuela y por un alerta temprana las encontraron en un aeropuerto Mónica, la mamá de Antonella, sigue teniendo la certeza de que “necesariamente hubo un adulto involucrado” en la desaparición de su hija y Lucía
Mónica, la mamá de Antonella, sigue teniendo la certeza de que “necesariamente hubo un adulto involucrado” en la desaparición de su hija y Lucía
Isabel Soria, directora de Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia de Salta durante una capacitación sobre trata de personas en una escuela secundaria
Isabel Soria, directora de Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia de Salta durante una capacitación sobre trata de personas en una escuela secundaria

“Fueron horas desesperantes: no me entraba en la cabeza que mi hija estuviera desaparecida y llegué a pensar lo peor”, cuenta Mónica. Entrecortada por la emoción, su voz llega del otro lado del teléfono desde El Carril, una pequeña localidad ubicada 40 kilómetros al sur de la ciudad de Salta.

La madre habla de la pesadilla que duró toda una tarde y gran parte de una noche de mediados de noviembre del año pasado. Fueron siete horas que parecieron eternas y en las que temió perder para siempre a Antonella, que tiene 11 años y es la más pequeña de sus tres hijas.

Todo empezó a las 18.20, cuando Mónica (su nombre y el de su hija fueron cambiados para preservar su identidad) estaba en su casa con su marido y su pequeña nieta. Mientras cuidaba a la bebé, esperaba que Antonella llegase de la escuela.

A la niña la había ido a buscar el chofer de confianza de la familia, como solía hacerlo todos los días. La esperaba en la puerta, a las 18.10 en punto, cinco minutos antes del timbre de salida. Pero esa tarde, Antonella no apareció y a las 18.20 a Mónica le sonó el celular.

“Era el chofer. Me dijo que mi hija no había salido. Le pedí que se bajara y preguntara. El maestro le aseguró que Anto ya se había ido y yo le respondí que no podía ser: ella no estaba autorizada a irse con nadie más y jamás se manejaba sola”, explica Mónica, que tiene 51 años.

Por eso, cuando escuchó que “ya se había ido”, se le heló la sangre. A partir de ese momento, comenzó una odisea que duraría hasta la madrugada y movilizaría a un pueblo entero y varios organismos de distintos niveles para encontrar a Antonella y a una compañerita un año mayor que ella, Lucía (su nombre también fue cambiado), de 12 años.

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Las dos habían desaparecido juntas después de clases y la historia se viralizó rápidamente en los medios de comunicación locales. En la investigación intervino una fiscalía especializada en trata de personas, ya que en el primer momento se investigó la hipótesis de que podrían haber sido captadas por una red de ese tipo, un delito que en la zona tiene muchos antecedentes y que está presente en las conversaciones de las adolescentes.

Finalmente, a las chicas las hallaron a salvo por la noche en el Aeropuerto Martín Miguel de Güemes de la ciudad de Salta, a más de 40 kilómetros de El Carril. Cuando la policía aeroportuaria se les acercó, estaban solas, con una ropa distinta a la que se habían puesto en sus casas esa mañana. Antonella, además, tenía otro corte de pelo. Hablaban de un supuesto vuelo a Buenos Aires y después a México.

Luego de investigar lo sucedido, de realizar entrevistas y revisar cámaras de seguridad, la fiscalía descartó que hubiese habido la comisión de un delito, concluyendo que las chicas se habían ausentado por cuenta propia. Tampoco se encontró registro de pasajes que hubiesen sido comprados para las niñas. Pero la familia de Antonella sigue pensando que hubo al menos un adulto involucrado en todo lo que pasó.

Más allá de la hipótesis detrás de la desaparición, el éxito y rapidez de la búsqueda hizo que el caso disparara la creación de un protocolo por parte del Ministerio de Justicia de Salta para futuras desapariciones de personas en esa provincia.

 

Trabajar el caso con las hipótesis más graves

Eduardo José Villalba, fiscal general del distrito de Salta y Jujuy, y su auxiliar, la fiscal federal Roxana Gual, intervinieron en la investigación. Ambos están especializados en el delito de trata de personas con fines de explotación sexual y laboral.

“En el caso de El Carril trabajamos con el fiscal provincial y la investigación arrojó que no había habido un acto delictivo, pero es importante lo que pasó porque alertó a todos los actores de que podíamos estar ante algo muy grave. Apenas desaparece una mujer y más una niña, lo primero que debemos hacer es imaginarnos lo peor, e ir descartando luego esas hipótesis”, subraya Villalba y agrega: “Cuando llega a una fiscalía la denuncia de la desaparición de una persona, que generalmente es una mujer, el Estado tiene la obligación de investigar lo más rápidamente posible frente a qué delitos podemos estar”.

Gual explica que el accionar de la policía aeroportuaria fue clave para encontrar a las niñas de El Carril, y señala que es clave que los agentes de seguridad y de distintos organismos estén capacitados sobre cómo actuar ante una desaparición y tengan siempre en el radar que la trata puede ser una posibilidad.

 

“Se fueron por la puerta de atrás”

Al día de hoy, Mónica sigue teniendo la certeza de que “necesariamente hubo un adulto involucrado” en la desaparición de Antonella y Lucía. En esas horas en que no sabía dónde estaba su hija, por su cabeza pasó de todo: “Nosotros vivimos mucho tiempo en Buenos Aires y soy consciente de las cosas que pasan, conozco los casos que hay. Pensaba mucho en María Cash y en cómo su papá murió buscándola. Damos gracias a todos los que nos ayudaron: el pueblo entero buscó a mi hija”.

En la Argentina, se estima que hay más de 5.000 mujeres y niñas desaparecidas. Mientras que por mes, en promedio 203 mujeres perdidas son ingresadas al Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU). Entre las causas de sus desapariciones aparece la violencia machista e intrafamiliar, además de la trata con fines de explotación sexual o laboral.

Mónica cuenta sobre Antonella: “Nunca me dio un dolor de cabeza. Iba con ella a todos lados. Es muy buena alumna y supercompañera mía”. Por eso, no tiene palabras para explicar lo que ocurrió esa tarde de noviembre: “Jamás me imaginé que algo así nos podía pasar a nosotros: nunca pasó por nuestra mente como padres”.

Ella es ama de casa y, por pedido, vende artesanías, como mates y centros de mesas. Su marido trabajaba como maestro mayor de obras, pero está jubilado hace años. El matrimonio tiene unas propiedades para alquilar y ese es su principal ingreso. Son una familia de clase media.

Cuando Mónica recibió la llamada del chofer contándole que Antonella no estaba en la escuela, le pidió al hombre que la pasara a buscar inmediatamente y la llevase a la comisaría. En el camino, se detuvo en el colegio para hablar con la directora, quien le confirmó que efectivamente su hija había ido ese día a clases y que a la hora de la salida había vuelto a entrar a la institución con Lucía, con la excusa de buscar a un primito de ella. Fue entonces cuando ambas niñas salieron por la puerta de atrás, sin ser vistas.

“Le dije a la mamá de Lucía que fuéramos juntas a hacer la denuncia y me dijo: ‘¿Para qué? Ya van a aparecer’. Esa nena tiene muchos problemas de violencia en su casa y le contaba todos sus problemas a Anto, que siempre la escuchaba. Llegó a decirle: ‘Yo ya no quiero volver a mi casa porque estoy cansada de vivir esa situación’”, dice Mónica.

En ese sentido, Isabel Soria, directora de Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia de Salta, subraya que las niñas y mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica y que son víctimas de violencia intrafamiliar, son las más vulnerables a desaparecer de sus hogares, ya sea huyendo de los maltratos o empujadas por falsas promesas que muchas veces las llevan directo a las garras de la trata.

“En Salta somos un semillero para estas redes desde los 90, cuando fue la privatización de YPF. Ninguna niña, niño o adolescente se va de su casa porque quiere: siempre hay algo que los incita: el hambre, la violencia, la falta de oportunidades o de educación”, subraya la funcionaria, que fue una de las que se involucró desde el primer momento en la búsqueda de las chicas de El Carril.


“Cuando antes se haga la denuncia, mejor”

Soria trabaja en la problemática de las mujeres y niñas que desaparecen en esa provincia desde mucho antes de ocupar su cargo actual. En 2009 creó la Fundación Volviendo a Casa, que se dedica a la prevención de la trata. Fue consultora del Comité Ejecutivo de Lucha contra de la Trata y Explotación de Personas y del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata.

“Todavía hay mucho por concientizar. En 2023 siguen existiendo comisarías que ante la desaparición de una persona les dicen a los familiares que deben esperar entre 24 y 48 horas para hacer la denuncia, cuando a nivel internacional y nacional trabajamos con el concepto de ‘las 12 horas de oro’, que son las más importantes cuando hablamos de este tipo de delitos. Cuanto antes se haga la denuncia y se actúe, siempre es mejor”, explica.

En ese sentido, el fiscal general Villalba, señala que la Argentina “tuvo importantes avances en perseguir el delito de trata: se reformó la legislación, se visibilizó el tema y se creó la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX)”. Sin embargo, todo eso “hizo que las modalidades de captación hoy sean más sutiles, por ejemplo a través de sectas o del grooming”.

De hecho, que las niñas de El Carril hubiesen sido captadas mediante redes sociales por un adulto, fue una hipótesis que se barajó en un comienzo.

Gual detalla: “Tenemos denuncias de grupos de Facebook que ofrecen ofertas laborales para chicas y mujeres, supuestamente para ser mozas o empleadas domésticas, y una vez que empiezan a avanzar con la contratación se dan cuenta que el ofrecimiento es para realizar trabajos sexuales”.

 

“¿De dónde sacó la plata?”

Antonella le contaría luego a Mónica que ese día, después de la escuela, tomó junto a su compañerita un colectivo hacia la ciudad de Salta. Al llegar, le dijo a Lucía que tenía hambre, y la niña compró sándwiches y licuados. “La familia de Lucía es muy humilde. ¿De dónde sacó la plata para todo eso? Alguien se la dio. Mi nena había tomado la comunión una semana antes y tenía 5.000 pesos, pero no se los había llevado. Estaban en su cuarto con su billetera, al igual que su celular”, dice su mamá, convencida de que quien les dio ese dinero está involucrado en lo que pasó con las chicas.

En la capital, tomaron un remís hasta el aeropuerto. Desde la fiscalía cuentan que ese hombre se presentó después a declarar, cuando vio a las niñas en la noticias y las reconoció: contó que le habían dicho que se iban a encontrar en el lugar con el padre de una de ellas y que se bajaron sin pagar.

“Cuando llegaron al aeropuerto, Lucía le dijo a Antonella: ‘Ahora nos vamos a Buenos Aires y de ahí a México’. Ahí fue cuando Anto se asustó y se puso a llorar”, cuenta Mónica. Antonella le explicó también a su mamá que en el baño de la escuela, Lucía le cortó el flequillo: “También se cambiaron la ropa. Nosotros la buscábamos a Anto con una remera roja, pero cuando la encontraron tenía puesta otra cosa. Claramente había un plan pensado por un adulto: todo eso no lo piensan solas niñas de 11 y 12 años”, opina.

 

“Todo el mundo empezó a buscarlas”

Desde el momento en que Mónica fue a la comisaría a hacer la denuncia por la desaparición de su hija, prácticamente no se movió del lugar. Allí la contactaron con Soria, quien por su experiencia fue, según la propia madre, clave para encontrar a las niñas.

Como sentía que no podía “quedarse sentada esperando”, la mamá de Antonella empezó a mandar por WhatsApp fotos de la niña y a contarle a sus contactos lo que había pasado. “Así fue como se viralizó y todo el mundo empezó a buscarlas”, detalla.

Otra de las personas que intervino activamente en el caso fue Silvana Pastrana, referente comunitaria de El Carril. “Isabel Soria me pidió que hablara con las familias de las nenas para transmitirles tranquilidad y cuando llegué a la comisaría me encontré con que había una sola mamá, Mónica, y que la otra familia estaba atravesando una situación conflictiva y no tenía tanto interés en la búsqueda”, cuenta.

Silvana se puso en contacto con la Sociedad Anónima del Estado de Transporte Automotor (SAETA) de Salta, que es la responsable de la gestión de los colectivos que van desde El Carril hasta la capital: “Hablé con la directora, que a su vez se comunicó con los inspectores y con los choferes, para reconstruir dónde se habían bajado las nenas”, cuenta. Para ella, en estos casos el trabajo en red es clave: “Eso hace que todos se conviertan en protagonistas de la búsqueda y las cosas sucedan más rápido. Tenemos que estar alertas e ir siempre un paso adelante”.

 

El caso fue la base de un nuevo protocolo

Soria detalla que en la búsqueda de las niñas intervino la Secretaría de Niñez de Salta, el equipo provincial del Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU), la policía, la línea 102 y el Sistema de Emergencia 911, “que en la provincia está muy avanzando y tiene una tecnología de reconocimiento de rostros que permite poner las fotos de las personas buscadas y rastrearlas en las cámaras de seguridad, por ejemplo de las terminales de ómnibus”.

Como Lucía tenía antecedentes de violencia en su familia y eso siempre se considera un factor de riesgo, a partir de ahí se empezaron a barajar las primeras hipótesis. “Fue clave la comunicación inmediata entre todos los actores. La búsqueda de las menores se cargó inmediatamente en el SIFEBU y sus fotos empezaron a circular. Cuando la policía vio a las chicas en el aeropuerto, se comunicaron con la línea 102, que ya estaban al tanto de su desaparición y ahí se les dio las indicaciones para que las retuvieran”, detalla Soria.

La funcionaria cuenta que el éxito del caso impulsó a su equipo a desarrollar un protocolo de articulación para búsqueda de personas a nivel provincial: “Podemos decir que este caso fue una prueba piloto, aunque no haya sido planeado. Las encontramos en menos de 12 horas y eso nos hizo pensar que teníamos que hacer un manual para que esto siga funcionando, porque si trabajamos de forma articulada es posible. La gente a veces no entiende que en la inmediatez está el resultado”. Hace poco tuvieron el caso de un joven de 18 años con discapacidad que también fue encontrado en menos de 12 horas, junto a las vías del tren.

Por su parte, Villalba y Gual detallan que durante la investigación del caso de las niñas se realizaron entrevistas a personal de la escuela, a las familias y a otras personas; se revistaron las cámaras de seguridad de distintas locaciones y una psicóloga trabajó junto a las familias. “Así, en menos de una semana ya habíamos descartado que hubiese una captación para trata”.

Para luchar contra esta problemática, los fiscales subrayan que es indispensable el trabajo en equipo: “Sino es imposible abordarla, porque es un delito complejo que requiere tomar medidas urgentes”.

 

“Encontramos a su hija”

Después de la medianoche, las niñas llegaron a El Carril en una camioneta de la policía. Cuando Mónica salió a encontrarse con Antonella, la vio asustada y llorando, con la cabeza gacha: “Le di un beso, la abracé y le dije: ‘Tranquila ya está todo bien’”. A las niñas las llevaron al hospital para que las revisaran y, aproximadamente a las tres y media de la mañana, Mónica pudo volver con Antonella a su casa.

Retomar la rutina no fue fácil. El trauma de esas horas fue enorme. La directora de la escuela le dijo a Mónica que, por tener tan buenas notas, no era necesario que Antonella fuera las últimas semanas de clases. Desde el juzgado que intervino en el caso y la fiscalía, le indicaron a Mónica que Antonella recibiera asistencia psicológica, además de que la familia continúa hasta hoy recibiendo la visita de una trabajadora social.

La madre cree que ir a la psicóloga, a su hija le hace bien. “Al comienzo la notaba triste, todo el día pensando, se olvidaba de las cosas y era como si ya no viviera con nosotros. Creo que se sentía culpable del dolor que nos causó. Después fue mejorando y hablando más conmigo”, señala. Y concluye si hay algo que aprendió de esta experiencia es que para encontrar a una niña o una mujer desaparecida por el motivo que sea, siempre es clave actuar rápido.

 

Dónde denunciar

  • Línea 911: funciona para emergencias las 24 horas, todos los días del año.
  • Línea 102: ante situaciones de violencia contras niñas, niños o adolescentes, se puede llamar a la Línea 102, un servicio de escucha, orientación y acompañamiento especializado en derechos de las infancias y adolescencias. Es gratuita, confidencial y, desde 2022, funciona en todas las provincias del país, atendida por equipos de profesionales de cada jurisdicción.
  • Línea 145: es gratuita y funciona las 24 horas, los 365 días del año, para recibir información, solicitar asistencia y denunciar casos de trata y explotación de personas.
  • Línea 134: es gratuita y podés llamar en caso de que veas una persona que creas que se trata de una persona perdida o desaparecida.
     
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