¿La gordura siempre es enfermedad? Elementos para discernir entre salud y prejuicios
Un “Cuadernillo de sensibilización” enfrenta la discriminación a las personas obesas y busca herramientas para combatirla. “El peso corporal no es una elección”, dice la nutricionista Susana Gutt.
Por esta época las imágenes de cuerpos perfectos, bronceados y delgados invaden las pantallas de los celulares. Desde las redes sociales el mensaje es unívoco: hay que vivir el verano así. Poco importa si ese cuerpo es saludable o a qué tuvo que someterse para lucir de esa manera. Todo aquel que no represente ese ideal es tildado de “gordo”.
Con el fin de pensar un abordaje amplio sobre la diversidad de los cuerpos, Laura Contrera y Lux Moreno escribieron Cuadernillos de sensibilización sobre la temática de diversidad corporal gorda a través de una iniciativa del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, un material que hace foco en el acceso a la salud integral como derecho humano, tengas el cuerpo que tengas.
Este cuadernillo se suma a distintas publicaciones en las que las autoras vienen trabajando para pensar otras corporalidades posibles. En 2016, junto a Nicolás Cuello, Contrera compiló Cuerpo sin patrones: resistencia desde las geografías desmesuradas de la carne, editado por Madreselva. Esta es una serie de artículos con enfoque crítico sobre el activismo gordo, que fue pionero en Latinoamérica, y buscaba en la pluralidad de voces de los autores otras miradas sobre la corporalidad gorda.
Por su parte, Moreno es autora de Gorda vanidosa, editado en 2018 por Ariel, en el que la escritura está a medio camino entre la autobiografía, -el texto tiene la lógica de un diario íntimo- y la tiranía de los medios de comunicación en los 90, época en la que ella fue adolescente.
Su libro incluye párrafos descarnados como este: “Alguno se preguntará qué tiene que ver un viaje en colectivo con ser gordo. Bueno, simplemente imagínate subiendo a un colectivo en hora pico y que, entre la gente, haya un gordo. Las miradas denuncialistas contra el cuerpo que ocupa más espacio son así: más de uno suspira cuando el gordo pide permiso para pasar, pero también están las acusaciones veladas sobre el olor o la cercanía de ese cuerpo desbordado. Esta es la primera parada de ese resquemor, esa cosa que te pica, que te rascás y te rascás pero la picazón no se va: eso es ser gordo”, describía Moreno.
Además, el año pasado, salió su segundo libro, Gorda traidora. Editado por Bocas pintadas, es un texto que aborda en primera persona su experiencia con el bypass gástrico para evitar una enfermedad que padecía desde hacía años, y cuenta el antes y el padecimiento del después, que suele ser poco explorado en este tipo de intervenciones.
Al otro lado del zoom, Laura Contrera (profesora de filosofía y abogada) y Lux Moreno (profesora de filosofía) reflexionan acerca del sentido de la publicación y de la necesidad de que circule en los centros de salud, la escuela y entre el público general para enmarcar la problemática con información actualizada y seguir así pensando y debatiendo.
“Es importante que las personas de la diversidad corporal y específicamente de la diversidad corporal gorda se acerquen a los centros de salud en territorio y que esto sea trabajado. Poder sacar cierto contenido de inadecuación a una cuestión que tiene que ver con un acceso de derecho. Lograr ir a un centro de salud sin que te digan algo sobre tu cuerpo no es una pavada”, dice Moreno.
El Cuadernillo está escrito en lenguaje inclusivo y fue pensado para que sea accesible. Explica y define conceptos centrales como “estereotipos corporales”, “gordofobia” y “diversidad corporal” desde la perspectiva de derecho de la diversidad gorda, e incluye información actualizada, actividades, datos útiles y una guía de lectura sugerida para seguir profundizando en el tema.
Asimismo, para Contrera es importante darle voz a un colectivo que constantemente es señalado en forma negativa. “Para llevarlo a un terreno que se entienda, pienso en algo que los activismos gordos en el mundo dicen desde finales de los 70 y en Argentina decimos desde 2011 de manera organizada: somos un grupo específicamente estigmatizado. Es decir, marcado, discriminado, violentado, patologizado, etiquetados como enfermos, solo en razón de nuestra forma corporal. Eso es básico”.
Y agrega: “Podrán decir que la gorda está acá queriendo justificar su cuerpo, queriendo justificar su falta de voluntad o su vagancia, o su poca afección a los deportes, al movimiento o a determinado estilo de vida, pero son presunciones. Hay personas gordas deportistas, personas gordas que comen comida chatarra y personas gordas que son veganas. Todos estos supuestos que se dan en la sociedad van de la mano con otros estereotipos referidos al género, referidos a lo que es deseable, a lo que es bello, a lo que es normal y saludable”.
Pensando desde una perspectiva que incluya a todos los cuerpos, el Cuadernillo toma datos de organismos oficiales para contextualizar: “En el año 2019, los resultados preliminares del Mapa Nacional de la Discriminación del INADI revelaron que la discriminación por obesidad y/o sobrepeso se incrementó notoriamente en toda la región, siendo la segunda causa de importancia en las motivaciones de exclusión o violencia social. Este resultado, así como la creciente reflexión crítica de los movimientos activistas gordes, de la diversidad corporal, transfeministas y de la comunidad LGTBI+ han implicado un cambio de enfoque para poder construir una perspectiva de la salud que sea interseccional e intercultural y que no redunde en el peso como único factor a evaluar en la consulta médica”.
El Cuadernillo también aborda situaciones concretas de la vida cotidiana como ir a un gimnasio: “Es el caso del deporte, si es pensado desde una visión de recreación, socialización con otres donde cada quien puede realizar las actividades a su ritmo, gusto y posibilidades, las características de nuestro cuerpo no deberían ser centrales. Sin embargo, en gimnasios y espacios de recreación deportiva circula fuertemente la discriminación corporal entendiendo que el deporte es un medio para alcanzar esos cuerpos tonificados y esbeltos que promueve nuestra cultura sobre la base de los prejuicios gordofóbicos. Por lo cual, es necesario generar espacios inclusivos de socialización deportiva que desarmen estas estructuras de violencia sobre los cuerpos diferentes”.
La publicación intenta reflexionar sobre cuestiones básicas que implican el derecho a la salud, a no ser discriminados, e incluso a poder reclamar cuestiones muy concretas como el acceso a la vestimenta. Porque si bien hay una “ley de talles” puesta en vigencia en 2021 que unifica criterios y pretende alcanzar cuerpos reales, son muy pocas las marcas que la respetan e incluyen una tabla más amplia, como si se tratara de un público invisibilizado en sus consumos.
“Las personas gordas sabemos perfectamente que no nos quieren, que no nos desean, que nuestros cuerpos están mal. Esto es lo que la sociedad nos enseña todos los días. Esto es a lo que le decimos gordofobia”, expresa Contrera. Por eso destaca la importancia de informar con cifras y estudios recientes sobre el tema.
“Hay encuestas en el norte global y también acá, más tímidamente, que muestran que en general a las personas gordas que desean adelgazar y se someten a distintos tratamientos que pueden resultar nocivos para su salud integral, en realidad no las mueve el deseo de la salud, las mueve el deseo de encajar, las mueve el deseo legítimo de no ser más discriminadas, no ser violentadas y hasta volver a entrar a un mercado. El deseo del empleo más que la idea pura de la salud. Entonces, el Cuadernillo se instala en esta encrucijada de cómo desarticulamos la idea de que toda gordura equivale a enfermedad”.
El Cuadernillo también está pensado para su divulgación en los ámbitos de formación de la salud, donde se siguen sosteniendo prácticas centradas en el peso. Indicadores como el índice de masa corporal (IMC), por ejemplo, no resultan suficientes para determinar si una persona tiene una enfermedad. Sin embargo, se sigue utilizando con ese fin.
“Este tipo de mediciones tiene ventajas porque es muy barato, muy accesible y se correlaciona bien con enfermedades cardiovasculares, pero tiene desventajas porque no tiene en cuenta la masa corporal. Con lo cual si una persona tiene un peso alto porque tiene mucha grasa localizada a nivel visceral, que es donde se asocia a enfermedades cardiometabólicas, está enfermo. Ahora sí tiene mucho peso porque es fisicoculturista y desarrolló mucho la masa corporal, no está enfermo, sino que desarrolló un índice de masa corporal alto”, explica Susana Gutt, médica especialista en nutrición, ex jefa de la Sección Nutrición del Hospital italiano.
Gutt apunta a un abordaje integral, donde de los profesionales de la salud puedan mirar a la persona en su contexto. “Cuando estoy sentada en el consultorio y tengo una paciente que tiene 28 de índice de masa corporal o 35 de índice de masa corporal, no puedo hacer diagnósticos solo con eso. Tengo que medir el perímetro de cintura para ver a dónde está localizada la grasa, tengo que medir la glucosa, tengo que medir como están los triglicéridos, si tiene otras enfermedades asociadas. Cómo fue la curva de peso a lo largo de su vida. Eso determina el diagnóstico de obesidad y además determina la gravedad o la intervención que voy a tomar”, dice.
La idea del peso vinculada a la enfermedad es también sostenida desde los trabajadores de la salud. “Obesidad es una clase, una clase en la carrera de Medicina. Por lo menos en las carreras de grado”, explica Gutt.
“Entonces, la realidad es que es cierto que hay una mirada de prejuicio en donde el traumatólogo ve una persona con dolor de cintura y le dice que baje de peso como si fuera una elección tener el peso corporal. El peso corporal no es una elección. Es un conjunto de la genética, la epigenética y el medio ambiente. Ver que no es el cuerpo o la forma del cuerpo o el tamaño del cuerpo lo que nos tiene que preocupar, así como el impacto en el organismo humano y en la salud de ese cuerpo que le tocó tener por la genética y por la epigenética. Entonces, aceptar los diferentes cuerpos me parece fundamental, y aceptarlos en la moda, en la cultura, que es lo más difícil”, sostiene Gutt.
Por eso, lo central para Lux Moreno es que se hable del tema de la despatologización y de la discriminación de los cuerpos gordos en los espacios públicos: “La idea es empezar a sensibilizar para dar cuenta de que la violencia estructural que hay sobre las corporalidades implica efectos de expulsión de las personas del sistema de salud, de derechos fundamentales como el trabajo, como la capacidad de poder incluso reclamar sobre esas discriminaciones”.
El principal desafío, entonces, es poder deconstruir prácticas que son aprendidas y aceptadas culturalmente. “Son prácticas que tenemos absolutamente naturalizadas en nuestros ámbitos privados y también en el ámbito público. Entre nuestras familias, con nuestros amigos. Hay algo ahí que hay que movilizar y sensibilizar para poder generar otra cosa que no sea esto que nos pasa”, explica Moreno.
Al final del cuadernillo hay acceso a un glosario y más lecturas sugeridas, entre las que se destacan: Te lo digo por tu bien: Sobre ser gordas y ocupar espacios con libertad, de la influencer Agustina Cabaleiro, más conocida como @onlinemami, editado por Montena; Gordx el que lee: Lecturas urgentes sobre disidencia corporal y sexual, editado por La mariposa y la iguana; y Coger y comer sin culpa, de María del Mar Ramón, editado por Paidós.