La Escuela Número 423 Río Bermejo, de la comunidad wichí El Aibal Silencio, en la provincia de Formosa, funciona desde 1985. Actualmente asisten 20 alumnos entre jardín de infantes y primaria que el miércoles 1° de marzo iniciarán un nuevo año escolar.
Los chicos estudian amontonados en una especie de casilla que mide 10 x 7 metros. El precario lugar no tiene ventanas ni piso. El techo es de chapa y para que no se vuele con el viento, lo sostienen con palos.
“Los chicos estudian como pueden y hasta comen ahí”, contó José Castro, un referente de la comunidad a TN y La Gente. El año pasado, este medio publicó una nota para visibilizar estos problemas y ocho meses después nada cambió.
“Antes de la pandemia vino el intendente y trajo cemento. Nos dijo que estaba destinado a la escuela, pero no hubo ninguna refacción y el funcionario no volvió más. Además, el cemento está húmedo y ya no sirve. Seguro que este año, como es electoral, algún político se acerca”, reclamó Castro.
Muchas son las necesidades de los habitantes de la comunidad, pero todos tienen la misma preocupación que es darle educación a sus hijos. “Necesitamos una salita auxiliar para que los chicos estén cómodos. La escuela no tiene calefacción ni ventilador. Cuando hace mucho calor, los chicos estudian debajo de los árboles”, detalló Castro.
A la escuela también asisten dos maestras y una directora que sacan el agua de una bomba que hay en el exterior del establecimiento.
En la comunidad El Aibal no hay médicos y tampoco una salita de primeros auxilios
Francis Quiroga tiene 38 años y vive en la comunidad. Además de sumarse al reclamo para la construcción de una escuela, contó en el portal de periodismo ciudadano otra problemática que padecen.
“Acá no tenemos médicos ni tampoco una salita de primeros auxilios. Actualmente hay tres chicos internados en Sauzalito, Chaco. Para llevarlos hasta allí, hay que cruzar en canoa el río Bermejo, donde del otro lado los espera una ambulancia. Hace pocos días llamé por teléfono para que nos espere una ambulancia y me dijeron que no la podían enviar porque no tenían conbustible”, reclamó el joven.
Con respecto a la escuela, también pidió que las autoridades se acerquen a la comunidad y vean en qué condiciones estudian los chicos. “Si bien tienen luz, bancos y un pizarrón, todo está ubicado en un solo salón”, concluyó.
