Gladis y Eduardo tienen 61 años y están locamente enamorados. Sin embargo, si el lector sigue leyendo podrá pensar que referirse a la locura en esta nota es un exceso, es un límite que no puede cruzarse. ¿Por qué? porque ambos padecen un diagnóstico de esquizofrenia, incluso se conocieron en medio de sus tratamientos.
“Quiero amarte y estar un poco loco, quiero entregarte mucho de a poco, por todo lo que esperaste”, cantaba Sergio Denis en uno de sus clásicos. “Estar locamente enamorado” o “amar con locura” son frases del día a día y forman parte de una construcción de sentido particular: no solo son elegidas para dar títulos a miles de películas románticas sino que -por sobre todo-, instalan una premisa que merece mencionarse: la locura y el amor pueden ir de la mano.
Lejos de los estigmas y los prejuicios, en este Día de los Enamorados elegimos contar el romance de Gladis y Eduardo, una historia de amor diferente.
Cómo nació la historia de amor de Gladis y Eduardo
Gladis y Eduardo viven hace seis años en la clínica de Salud Mental San Gabriel, en la localidad de Adrogué. Sin embargo, se conocieron unos años atrás en otro centro de salud. “Nos gustamos desde que nos vimos”, cuenta Gladis y confiesa que “en ese momento estaba muy mal, medicada de forma incorrecta, y no era el mejor momento para iniciar una relación”.
Eduardo decidió esperarla: cuando ella se recuperó se pusieron de novios, luego pasaron a una instancia superior (”de pareja”, como aclara Gladis) y ahora piensan con emoción en el casamiento. “Ella me miró y me preguntó ‘¿por qué no nos casamos?’, y yo dije ¿por qué no?”, remata Eduardo con naturalidad y una sonrisa de oreja a oreja.
“El amor es lo máximo que nos puede pasar, es lo más hermoso que hay y nosotros estamos cada vez mejor”, dice Gladis a la espera de la respuesta de Eduardo que no le suelta la mano: “Yo estaba muy solo y desde que estoy con ella, hace 12 años, soy feliz”.
El tema de la fiesta está fuera de discusión. Habrá romance, comida y mucho baile. Laura Pérez es licenciada en Terapia Ocupacional y coordinadora del sector de Internaciones Breves. Además de todo eso, se convertirá en una excelente wedding planner: ante la pregunta de TN por la boda, levantó la mano rápidamente y propuso organizar el evento.
La salud mental es una circunstancia y todas las personas se pueden enamorar
“Gladis fue una de las pacientes que inauguraron la casa y su evolución es lo más reconfortante”, explica Laura. “Poder acompañar el tránsito desde una internación hacia su inserción en una casa de convivencia y apoyarla con sus deseos de reencontrarse con actividades significativas para ella, como ir a misa o reencontrarse con su familia, es maravilloso”.
“Eduardo es el pilar de la casa, serio como se muestra, es atento con todas las personas y sus compañeros así lo reconocen. Los vínculos de afecto son gratificantes. En general, pensamos a las personas con problemas de salud mental desde la necesidad y no tanto desde lo que tienen para brindar”, enfatiza la licenciada.
“Por eso valoramos las relaciones y los acompañamos en el día a día. Cada pareja decide, por ejemplo, si quiere compartir habitación, o no. Para derribar mitos, hay que remarcar que la salud mental es una circunstancia y todas las personas, en cualquier circunstancia, se pueden enamorar”, concluye Laura orgullosa.
La residencia: cómo acompañan a las personas alojadas con sus proyectos de vida
Dentro del sanatorio San Gabriel hay pacientes que no cuentan con las condiciones sociales óptimas para continuar sus tratamientos: hay quienes no tienen casa ni familiares que puedan cuidarlos. Cuando esa red de contención no está presente, la residencia es una opción que permite avanzar en el camino de la recuperación y recuperar la autonomía.
A fin de cuentas, entre otras cosas, lo que hace Laura es acompañar a las personas alojadas en la casa con sus proyectos de vida. “La residencia es un dispositivo habitacional. A diferencia de un dispositivo terapéutico, es un lugar donde las personas viven el día a día bajo una lógica distinta”.
“En general las personas que se alojan aquí atravesaron períodos de internación prolongados y ese sostenimiento de una internación puede afectar la normal ejecución de las actividades cotidianas. Entonces hay que hacer un tránsito y entender que necesitan. Es importante que decidan a qué hora levantarse y qué quieren comer o a dónde quieren ir de manera recreativa. La idea es que lleven adelante una multiplicidad de tareas cotidianas con libertad y poder de decisión”, concluyó la terapeuta.