El 2 de febrero próximo, a las 12 del mediodía, el país estará atento a lo que suceda en La Pampa. Más precisamente en la sala de audiencias principal de los tribunales de Santa Rosa. En ese lugar y en ese momento, los jueces Alejandra Ongaro, Andrés Olié y Daniel Sáez Zamora darán a conocer el veredicto con respecto al asesinato de Lucio Dupuy. Su madre, Magdalena Espósito, y la novia, Abigaíl Páez, son las principales acusadas y enfrentan la posibilidad de una prisión perpetua. Las chances de que sean condenadas son sumamente altas, por la cantidad de pruebas que se presentaron durante el juicio oral que finalizó en diciembre del año pasado.
Infobae accedió a las evidencias más importantes exhibidas en el debate oral.
La autopsia
La más importante, quizás, de las pruebas presentadas en el juicio fue la autopsia. Estuvo expuesta por Juan Carlos Toulouse, el médico que realizó el estudio del cuerpo de Lucio, en la cuarta audiencia del debate oral.
Ante los magistrados, Toulouse reafirmó que el niño falleció a causa de una ‘feroz golpiza’ y que presentaba ‘lesiones en varias partes del cuerpo’, según informaron fuentes judiciales.
Aseguró que había sido víctima de abusos sexuales ‘recientes y de vieja data’, al mismo tiempo que presentaba ‘un fuerte golpe que le afectaba la cadera, el glúteo y la pierna, con una data de 7 a 8 días’”.
“Hubo una agresión puntual que le provocó la muerte”, según la autopsia presentada en la causa. Lucio murió a raíz de una hemorragia interna provocada por una paliza. Además de los signos de abuso, presentó quemaduras y mordidas.
El documento de autopsia también evidenció que, al igual que Fernando Baéz Sosa, Lucio tenía la suela de una zapatilla marcada en la espalda. Gracias a una pericia scopométrica, se determinó que el calzado le pertenecía a Abigaíl Páez, la novia de la madre.
“Abigail Páez lo pisó con tanta fuerza en su espaldita que, probablemente, le reventó el corazón junto a distintos órganos”, revelaron los médicos que hablaron en el juicio.
Las evidencias del abuso sexual
Uno de los puntos más aberrantes expuestos en el juicio, tuvo que ver con el abuso sexual que sufrió Lucio. Su cuerpo evidenciaba, según los especialistas, “signos compatibles con abuso sexual”. Pero no fue lo único.
En el allanamiento realizado a la casa de la imputadas, ubicada sobre la calle Allan Kardec de Santa Rosa, luego del asesinato se secuestraron distintos elementos. Además de la ropa de la víctima y las acusadas, los investigadores se llevaron una serie de juguetes sexuales.
Los estudios de ADN posteriores sobre esos elementos arrojaron que contenían rastros genéticos de la madre del nene y su novia pero, además, de Lucio.
Los chats entre las acusadas
Tal como reveló Infobae, las conversaciones que tuvieron las imputadas, entre ellas, a través de WhatsApp los meses previos al asesinato se convirtieron en una prueba esencial. Básicamente porque allí relataban los castigos que le propinaban al nene.
“Qué no se te vaya la mano que nos vamos a mandar una cagada”, fue uno de los mensajes que le mando la mamá de Lucio a su novia cuando falaban pocos días para el homicidio. “Estoy harta. Yo tengo que estar todo el día con este pendejo”, era una respuesta habitual en Abigaíl Páez.
Ante un episodio, de octubre del 2021, en el que Lucio vomitó, las imputadas hablaron entre ellas del castigo que se le aplicó al nene. “¿Cómo le pegaste? Ya van dos veces que vomita”. Luego de eso La novia de la madre escribió: “No lo quiero ni ver a Lucio porque me amarga la vida”.
La mentira del robo
El 26 de noviembre por la noche, cuando Lucio Dupuy ya estaba muerto y era llevado por Abigaíl Páez al hospital, la mujer se cruzó con un hombre que intentó ayudarla. Era un vecino de la zona que intentó hacerle RCP al nene. En esa oportunidad, el hombre le preguntó qué había pasado y la novia de la madre le respondió que habían “entrado ladrones” y que le “habían pegado” al chiquito. Por supuesto, era toda una mentira. El testigo luego declaró esa situación ante la justicia. Abigaíl no fue la única que dijo eso, también la progenitora de Lucio, Magdalena Espósito, repitió la misma mentira
Cuando tuvieron oportunidad de declarar en el debate oral, intentaron aclarar esa situación. “Yo nunca dije eso de manera oficial. Se lo dije al hombre que nos ayudó por vergüenza, para no contarle lo que había pasado”, señaló. Por su parte, Magdalena dijo que “ya estando en la comisaría” había escuchado que “alguien mencionó algo de un robo”.
Los dibujos
Algunos días después del asesinato de Lucio, la fiscalía de instrucción que investigó el caso desde el principio, secuestró los dibujos que el nene había realizado en el colegio y los hizo analizar por especialistas.
Las conclusiones fueron contundentes. Una de las psicólogas, Lorena Roggero, dijo en el juicio que, mediante los dibujos, Lucio “gritaba su dolor”.
La psicóloga explicó que las personas dibujadas, no tenían ojos y que eso tenía que ver con la necesidad de Lucio de “no ver” la violencia familiar que sufría en su casa.
En el mismo sentido, los dibujos de Lucio, en su mayoría, no tenía parte inferior del cuerpo. Estaban dibujados hasta la cintura. Eso, según la especialista, en un signo claro del abuso sexual que sufría.
Las mentiras de las indagatorias
Magdalena Espósito Valenti y Abigaíl Páez decidieron declarar en el juicio oral. Según cree la fiscalía en base a las pruebas expuestas, mintieron alevosamente.
Entre las dos relataron cómo fue su día y aseguraron que fue una jornada “normal”. También señalaron que a las 19.40, Abigaíl llevó a Magdalena a su trabajo y ambas dejaron sólo a Lucio. “Lo despedí y él todavía estaba con vida”, declaró la madre.
Luego Abigaíl relató que volvió y le dio “unas pataditas en la cola” por un “moco” que se había “mandado Lucio” y que por eso murió.
Para la justicia, esto es lisa y llanamente mentira. Y esa presunción está apoyada, principalmente en la autopsia.
Es que el examen al cuerpo de Lucio arrojó que, en realidad, su muerte se había producido tres horas antes del momento en que lo llevaron al hospital. Por lo tanto, Lucio murió, o por lo menos estaba agonizante, al momento en que su mamá todavía estaba en la casa. Y, desde ya, no por unas “pataditas en la cola”.
Los testimonios en el juicio
Si bien fueron más de cien los testigos que pasaron por la sala de audiencias, entre ellos el papá y los abuelos de Lucio, existieron algunos relatos que llamaron mucho la atención porque desnudaron, aún más, el horror al que estuvo sometido el nene.
Por un lado, una vecina contó que escuchaba los golpes, que llamó a la policía y nadie hizo nada y que, un día, oyó a las acusadas decirse entre ellas: “sacale la ropa y cagalo a palos, dejalo marcado porque lo mato yo”.
Por el otro, las madres de los amiguitos de Lucio contaron cómo quedaban asombradas, cada vez que la víctima era invitada a almorzar, por la cantidad de comida que ingería. “Eso se daba porque Lucio pasaba hambre. Además de todo lo que le hacían, no le daban alimento”, señaló el abogado de los Dupuy, José Mario Aguerrido.
Los ingresos de Lucio al hospital
Lucio Dupuy entró a distintos hospitales una cantidad de veces insólita para un nene de 5 años. Entre finales del 2020 y su asesinato el 26 de noviembre del 2021, fue atendido decenas de veces. Las causas eran siempre las mismas: golpes y fracturas en su cuerpo. Ningún médico, insólitamente, sospechó nada.
Algunos ejemplos de las atenciones que recibió Lucio. Las fechas marcan la asiduidad con la que lo llevaban su madre y la novia de ella.
El 15 de diciembre del 2020 el chiquito fue atendido en el Hospital Evita de Santa Rosa por traumatismos en miembro superior. Tres días después, el 18 de diciembre, volvió a ser atendido en el Hospital Molas por Fractura de muñeca y mano.
El 22 de enero ya del 2021, Lucio fue atendido en una posta de salud del barrio Río Ateuel, nuevamente por un traumatismo en uno de sus brazos. El 1 de febrero ingresó otra vez al Hospital Evita de Santa Rosa por traumatismos en el cuerpo. Menos de dos meses luego de esa atención, el 23 de marzo, volvió a entrar al Evita, esta vez por deformidad en un dedo a raíz de una fractura ósea. En este último caso, alguien le había tirado el dedo para atrás hasta rompérselo.
Todos estos elementos, y más, son los que por estas horas analizan los jueces que deberán dictar sentencia el 2 de febrero a las 12 del mediodía. Un país entero estará pendiente de esa decisión.