“Muerte lúcida”: experimentan altos niveles de conciencia y sensaciones extracorporales cuando su corazón deja de latir
El estudio dirigido por la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (NYU) recoge que una de cada cinco personas, que sobrevive a un RCP, puede describir qué vieron.
¿Qué ocurre cuando uno muere?
La oscuridad, el cese del dolor, la salida a la luz y luego una sensación de paz son algunos de los elementos que durante años han conformado en el imaginario común la idea de qué sucede cuando uno fallece.
Ahora, un inédito estudio científico acaba de demostrar que la conciencia de una persona no muere inmediatamente cuando el corazón deja de latir y ha probado que experiencias como ver pasar tu vida ante tus ojos o tener la sensación de estar saliendo de tu propio cuerpo son diferentes de las alucinaciones. Son más reales de lo hubiéramos podido pensar.
Experiencias lúcidas en paros cardíacos
El estudio dirigido por la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (NYU) recoge que una de cada cinco personas, que sobrevive a la reanimación cardiopulmonar (RCP) después de un paro cardíaco, puede describir experiencias lúcidas de la muerte que ocurrieron mientras estaban aparentemente inconscientes y sin latidos.
“A lo largo de la historia miramos la muerte bajo la convención social de que había una línea entre la vida y la muerte y que una vez que se cruzaba no había vuelta atrás”, explica a BBC Mundo Sam Parnia, director del estudio presentado en las recientes Sesiones Científicas 2022 de la Asociación Americana del Corazón en Chicago.
“En los últimos 60 años, esto se ha puesto en duda porque el descubrimiento de la reanimación cardiopulmonar ha permitido devolver a la vida a algunas personas que, desde una perspectiva biológica, habían entrado en la muerte”, indica.
“Esas personas han estado reportando experiencias por más de 60 años y hay millones de personas alrededor del mundo que reportaron las mismas experiencias”.
Sin embargo, durante años estas experiencias fueron descartadas categorizándolas de simples alucinaciones o de trucos del cerebro o de vivencias similares a las inducidas por drogas. Algo que esta investigación ha demostrado ahora que se trata de una comparación errónea.
Los investigadores estudiaron a 567 personas que recibieron RCP tras un paro cardíaco durante su hospitalización entre mayo de 2017 y marzo de 2020 en Estados Unidos y Reino Unido, de las cuales menos del 10% sobrevivió.
“Hay que entender que paro cardíaco no es un problema del corazón. Es solo el término médico para referirse a la muerte”, apunta Parnia sobre el estudio, aún en fase de revisión para su publicación completa, que espera que tenga lugar el próximo año.
De este grupo, 85 personas pudieron ser estudiadas con una monitorización cerebral óptima, el grupo más grande estudiado hasta el momento. Los investigadores tuvieron que lidiar, además, con el desafío médico que supone instalar todos los mecanismos médicos de monitoreo del cerebro.
Para llevar a cabo este estudio usaron, por un lado, la oximetría cerebral -una técnica no invasiva para monitorizar cambios en el metabolismo cerebral de oxígeno basada en la tecnología NIRS (“near infrared spectroscopy”) en la que se emiten fotones de luz cercanos al infrarrojo en la piel de la frente del paciente- y por otro lado, un aparato de electroencefalograma (EEG) portátil.
“El paro cardíaco es una emergencia, ocurre muy repentinamente, sin aviso. Normalmente los equipos tienen que llegar en 5 minutos, entrar allí en medio de la emergencia y poner todos los aparatos, por lo que recoger los datos es en realidad todo un reto”, reconoce Parnia, director del Parnia Lab, el primer laboratorio de investigación del mundo dedicado a mejorar los cuidados de reanimación y a explorar lo que le ocurre a la mente humana durante y después de un paro cardíaco.
Estudios previos en animales habían demostrado que cuando mueren, los animales presentan oleadas de actividad eléctrica en sus cerebros, justo en el momento después de morir.
Mientras, otro estudio presentado en febrero analizó la actividad cerebral de una mujer justo en el momento de su muerte y vieron un repentino aumento de lo que se conoce como actividad cerebral Gamma, que son las ondas que se activan cuando una persona consciente recupera recuerdos y procesa mentalmente la información.
Con estos antecedentes, el equipo de Sam Parnia quería dar respuesta a dos cuestiones. Por un lado, saber cuáles son las experiencias que la gente tiene cuando su corazón ha dejado de latir y son reanimados y si es posible encontrar marcadores cerebrales que apoyen las afirmaciones de las personas que dijeron haber experimentado una conciencia lúcida.
Pero, sobre todo, buscan distanciarse de la expresión “experiencia cercana a la muerte”, que en opinión del científico ha sido mal utilizada a lo largo de la historia para describir todo tipo de cosas que no tienen nada que ver con la muerte y ni siquiera son similares entre sí.
“Algunas personas usan el término experiencia cercana a la muerte para hablar de sueños. Otras para hablar de tomar drogas”, indica. “Para nosotros se trata de experiencias de muerte real. Por un lado, porque los corazones han dejado de latir y, por otro, porque las personas se dan cuenta de que han muerto cuando regresan”.
Diferenciar entre recuerdos del coma y de la muerte
Muchas veces, cuando las personas son resucitadas mediante reanimación cardiopulmonar, permanecen en coma durante días o semanas. Este lapso de tiempo podría provocar múltiples recuerdos. La investigación trató de distinguir entre el tipo de recuerdos que se forman.
“Estas personas pueden describir todo tipo de cosas diferentes que han sido erróneamente llamadas experiencias cercanas a la muerte, pero probablemente son diferentes”, indica Parnia.
Los investigadores separaron los dos grupos. “Encontramos que hay diferentes experiencias que ocurren claramente días y semanas después de la reanimación, generalmente cuando la persona está empezando a despertar de su coma, así que eso no tiene nada que ver con la experiencia de la muerte”.
Asimismo, durante su investigación descartaron que se tratara de otras experiencias como sueños.
“Todo el mundo sueña cosas al azar y todas son diferentes. Pero con la experiencia de la muerte hay cinco cosas principales de las que la gente habla aunque no se conozcan y se agrupan maravillosamente”.
Estos grupos son: evaluación de la vida, sensación de volver de nuevo al cuerpo, percepción de separación del cuerpo, percepción de dirigirse a un destino y regreso a un lugar que se siente como un hogar.
Esta fue la primera parte del estudio. “Así pudimos mostrar que esencialmente la experiencia de la muerte no es lo mismo que las alucinaciones, delirios o sueños”.
El segundo paso fue poner monitores cerebrales en las personas para buscar estos marcadores cerebrales de la conciencia lúcida. Fue así como descubrieron que hasta una hora después de recibir RCP había señales de actividad cerebral de alto nivel: las llamadas ondas alfa, beta, theta, delta y gamma.
“Algunas de esas ondas son consistentes con lo que sucede cuando estás teniendo procesos de pensamiento consciente, cuando estás analizando cosas, cuando estás reviviendo tu vida, tus recuerdos y cuando tienes una conciencia de orden superior. Así pudimos mostrar por primera vez marcadores cerebrales de la experiencia lúcida de la muerte. Junto con, obviamente, las experiencias en sí mismas”.
No todo el mundo recordaba esta experiencia
En realidad no se espera que la gente recuerde nada, pero eso no quiere decir que no la hayan vivido. Debido a los medicamentos sedantes, al coma profundo y a la inflamación del cerebro, que es lo primero que ocurre cuando el corazón vuelve a bombear sangre, lo normal es que olviden todo.
“Nunca se va a conseguir que el 100% de las personas recuerden todo y eso tiene mucho que ver con el efecto del cerebro y los fármacos que se les administran”.
“El 39% de las personas tienen recuerdos vagos, pero no pueden recordar los detalles, y el 20% tiene lo que llamamos una especie de experiencia trascendente. Mientras, el 7% tiene recuerdos de haber oído cosas y el 3% tienen recuerdos de haber visto cosas”, detalla el investigador.
“Vi mi vida entera al detalle”
Entre el grupo de personas que sí recordaban lo vivido durante ese tiempo en el que su corazón dejó de bombear sangre, pero su cerebro siguió registrando marcadores de actividad cerebral elevada, el estudio recoge diversas experiencias, aunque se desconoce la duración de las mismas. “Podría ser sólo unos segundos, no lo sé”, reconoce Parnia.
Entre las declaraciones que se recogieron en el estudio, numerosos pacientes recordaron haber hecho una evaluación de sus vidas y dijeron cosas como:
“Hice una revisión de la vida y durante esta revisión volví a ver escenas de nuestra vida”.
“Toda mi vida pasó ante mí... al principio fue muy rápido. Luego algunos momentos se ralentizaron. Se me mostraba todo, a todos los que ayudaba y a todos a los que hería”.
“Mi vida y todos sus acontecimientos comenzaron a reproducirse en mi mente, pero de una manera muy clara, real y viva”.
Otros aseguraron haber vivido una separación del cuerpo y otros la sensación de volver de nuevo a él:
“Dejé mi cuerpo”.
“Me dijeron que no era mi momento y que necesitaba regresar a mi cuerpo”.
“Me sentí como si tiraran de mí de vuelta a mi cuerpo”.
“Descubrí que había un ser a mi lado... era una presencia reconfortante, una presencia tranquilizadora pero también era una presencia de magnitud y poder”.
Mientras, otros tuvieron la percepción de dirigirse a un destino y regresar a un lugar sentido como un hogar:
“Miré arriba y vi mi destino”.
“No es que estuviera en un túnel. Era que se había creado un túnel a mi alrededor debido a la increíble velocidad a la que viajaba”.
“Pasé por un túnel a gran velocidad. Era maravilloso y no quería volver”.
“Sabía que estaba en casa”.
“Quería ir hacia la luz. Quería volver a casa” .
Para Parnia lo interesante son los diferentes aspectos de la revisión de la vida. “Normalmente recordamos el 1% de toda nuestra vida cuando estamos vivos. Pero, de alguna manera, lo que es notable es que en la muerte la gente llega a recordar todo a pesar de que su cerebro se está apagando”.
“Pero curiosamente, no es como una película como se presenta de forma errónea en los medios. Es una reevaluación muy profunda, intencionada y significativa de todo lo que han hecho, dicho y pensado. Se juzgan a sí mismos, juzgan sus acciones basándose en cuán morales o éticas han sido, lo cual es realmente notable”.
“Y todo esto sucede cuando están pasando por la muerte, lo que de nuevo es, es muy notable. Además, esto es lo que hace imposible que se trate de una alucinación”, explica. “Saben que están reviviendo todo de forma espontánea, lo cual es fascinante”, agrega.
¿Qué sintieron al vivir esas experiencias?
Los pacientes del estudio afirmaron haberse sentido “terriblemente mal” al experimentar, por ejemplo, el dolor que habían causado a otras personas. Pero también la misma alegría y felicidad que experimentaron personas cercanas a ellos por sus actos.
En este punto, Parnia explica que es importante tener en cuenta que normalmente para poder llevar a cabo nuestra vida diaria no procesamos todos los aspectos de nuestro cerebro porque sería abrumador.
“Tu cerebro está activo en ciertas partes que son importantes y otras partes suelen estar inhibidas con una especie de sistema de ruptura que lo frena”.
“Lo interesante es que con la muerte, lo que estamos viendo es que a medida que están pasando por la muerte, el cerebro se apaga, se ralentiza y cuando eso sucede los sistemas de ruptura se eliminan, se detiene el proceso de inhibición”, indica sobre un proceso que pudieron comprobar con los marcadores que miden la actividad eléctrica en el cerebro y con los que vieron actividad en partes del cerebro a las que normalmente no se tiene acceso.
“Todo lo que ha estado sucediendo en sus vidas está grabado en ellos y son capaces de revivirlo, lo cual es absolutamente notable”, declara.
“Se trata definitivamente de una experiencia real de la muerte y la estamos entendiendo ahora porque la estamos analizando desde una perspectiva científica, pero también desde una perspectiva evolutiva”.
“¿Por qué cuando mueres de repente todas las cosas que te importan como pagar las facturas, la hipoteca, la cena, el trabajo o lo que sea… desaparecen por completo? Ya no importan. Lo que sale a la luz, lo que te importa, en realidad, y lo que destaca en tu mente al morir, es tu conducta como ser humano. Los aspectos morales y éticos de lo que has hecho, y eso es realmente notable”.