Tras bajar los brazos con la vacuna contra el cáncer, ahora los médicos ven una nueva esperanza
Ensayos dieron resultados alentadores sobre la posibilidad de generar inmunidad en personas sanas que tienen alto riesgo de desarrollar la enfermedad.
NUEVA YORK.— Parece casi un sueño imposible: una vacuna contra el cáncer que proteja a las personas sanas que tienen alto riesgo de desarrollar la enfermedad. Cualquier incipiente célula maligna sería eliminada por obra y gracia de nuestro sistema inmunitario, del mismo modo en que otras vacunas protegen contra enfermedades infecciosas.
Sin embargo, a diferencia de las enfermedades infecciosas, la promesa de una vacuna contra el cáncer era una zanahoria siempre inalcanzable frente a los investigadores, a pesar de todos sus esfuerzos. Pero ahora muchos creen que el éxito asoma en el horizonte.
La primera vacuna atañe a las personas con un atemorizador riesgo de desarrollar cáncer de páncreas, uno de los más difíciles de tratar cuando ya está en curso. Otros estudios de vacunas atañen a las personas con elevado riesgo de desarrollar cáncer de colon y de mama.
Por supuesto que son estudios en etapa inicial y que los intentos de vacuna podrían fallar. Pero los datos en animales son muy alentadores, al igual que algunos estudios preliminares en humanos, y los investigadores desbordan de un renovado optimismo.
“No hay razón para que las vacunas contra el cáncer no funcionen si se administran tempranamente”, dice Sachet A. Shukla, director del programa de vacunas del Centro contra el Cáncer MD Anderson. “Las vacunas contra el cáncer eran una idea, pero su tiempo de concreción ya llegó”.
Una visión muy lejana de la de hace una década, cuando los investigadores se habían dado prácticamente por vencidos. Los estudios que entonces les habrían parecido una quimera, hoy están en marcha.
“La gente habría pensado que era una locura”, dice la Susan Domchek, investigadora principal de un estudio de vacuna contra el cáncer de mama en la Universidad de Pensilvania.
Ahora, ella y otros científicos prevén que dentro de poco cualquier persona con una condición precancerosa o una predisposición genética al cáncer podría vacunarse y quedar protegida.
“Es la aspiración máxima, pero hay que pensar en grande”, dice Domchek.
Un pronóstico menos sombrío
Marilynn Duker sabía que por su árbol genealógico circulaba el cáncer, así que cuando un asesor genético le ofreció hacerle pruebas para ver si tenía alguna de las 30 mutaciones genéticas que causan cáncer, ella aceptó de inmediato.
Los análisis encontraron una mutación en el gen CDKN2A, que predispone a desarrollar cáncer de páncreas.
“Llamaron y me dijeron que tenía esa mutación, y que no había nada que hacer al respecto”, recuerda Marilynn, que vive en Pikesville, Maryland, y es directora ejecutiva de una empresa de vivienda asistida para personas mayores.
Marilynn empezó a someterse a exploraciones y endoscopias periódicas para examinar su páncreas. Las imágenes revelaron un quiste, que no se ha modificado en los últimos años. Pero si se convierte en cáncer, es probable que el tratamiento fracase.
Los pacientes como ella no tienen muchas opciones, señaló la doctora Elizabeth Jaffee, subdirectora del Centro Oncológico Integral Sídney Kimmel de la Universidad Johns Hopkins. Una persona con quistes más avanzados podría evitar el cáncer mediante la extirpación del páncreas, pero quedarían condenados a una diabetes crónica severa y problemas digestivos. Esa drástica cirugía podría valer la pena si le salvara la vida, pero muchas lesiones precancerosas nunca se convierten en cáncer, aunque no se haga nada. Sin embargo, si esas lesiones se convierten en cáncer, por más que se detecte en su etapa temprana, el pronóstico es sombrío.
Pero esos casos también ofrecen la oportunidad de elaborar y probar una vacuna, agrega la experta.
En el cáncer de páncreas, explica Jaffee, el primer cambio en las células normales en su camino hacia la malignidad es casi siempre una mutación en el KRAS, un gen canceroso muy conocido. Después siguen otras mutaciones, como las seis que impulsan el crecimiento del cáncer de páncreas en la mayoría de los pacientes. Esa idea llevó a los investigadores de la Universidad Hopkins a diseñar una vacuna capaz de entrenar a las células T —glóbulos blancos del sistema inmunitario— para que puedan reconocer las células con esas mutaciones y eliminarlas.
El primer ensayo que hicieron fue un estudio de seguridad en 12 pacientes con cáncer de páncreas en etapa temprana que ya habían sido sometidos a cirugía de resección. Aunque el cáncer de esos pacientes se había detectado poco después de manifestarse y habían recibido tratamiento, el cáncer de páncreas tiene entre un 70% y un 80% de posibilidades de recidiva en los próximos años. Y cuando el cáncer de páncreas regresa, es metastásico y fatal.
Dos años después de recibir la vacuna, ninguno de los pacientes tuvo una recidiva.
Así que ahora, Marilynn Duker y otros pacientes con propensión al cáncer de páncreas se están vacunado para impedir directamente que el tumor aparezca.
“Estoy muy entusiasmada por esta oportunidad”, dice.
La vacuna parece segura y efectivamente ha generado una respuesta inmunitaria contra las mutaciones comunes de ese tipo de cáncer.
“Hasta ahora, todo bien”, agrega la doctora Jaffee.
Solo el tiempo dirá si puede prevenir el cáncer.
“Teníamos que buscar otro tipo de pacientes”
En cierto sentido, la búsqueda de vacunas contra el cáncer comenzó con la doctora Olivera Finn, una reconocida profesora de los departamentos de inmunología y cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh.
Todo empezó en 1993 con una vacuna dirigida al núcleo de una molécula llamada MUC1. En las células normales, esa molécula es invisible para el sistema inmunitario, porque está cubierta por una masa de moléculas de azúcar. Pero en los cánceres de colon, mama y páncreas, puede volverse visible para el sistema inmunitario, y eso parecía convertirla en un blanco perfecto para una vacuna, porque al reconocerla, permitiría que el sistema inmunológico ataque solo las células cancerosas.
“Hicimos un ensayo en 63 pacientes con cáncer en etapa 4 en quienes habían fallado todos los tratamientos”, dice Finn.
La primera paciente había tenido cáncer de mama y se la había practicado una doble mastectomía. Pero el cáncer volvió.
En los estudios iniciales, para Finn y sus colegas quedó claro que los cánceres estaban demasiado avanzados para que funcionaran las vacunas. Después de todo, señala Finn, salvo en el caso de la rabia, nadie vacuna contra una enfermedad infecciosa a las personas que ya están infectadas.
“Nos dimos cuenta de que el problema no eran las vacunas”, dice Finn. “Teníamos que buscar otro tipo de pacientes.”
Ahora, ella y su colega de Pittsburgh, el gastroenterólogo Robert Schoen, están tratando de prevenir los pólipos de colon precancerosos con una vacuna. Pero interceptar el cáncer antes de que se manifieste es muy complejo.
Se enfocaron en personas cuyas colonoscopias habían detectado pólipos avanzados, que pueden crecer pero que solo en una minoría de los casos se convierten en cáncer. El objetivo, dice Schoen, era que la vacuna estimulara el sistema inmunitario para prevenir la aparición de pólipos nuevos.
Y al menos en ratones, funcionó.
Pero un reciente estudio en 102 pacientes de seis centros médicos designados al azar para recibir la vacuna preventiva o un placebo arrojó un resultado diferente. Todos tenían pólipos avanzados en el colon, lo que multiplicaba por tres su riesgo de desarrollar cáncer en los próximos 15 años en comparación con las personas sin pólipos.
Solo una cuarta parte de los que recibieron la vacuna desarrollaron una respuesta inmunitaria y no hubo una reducción significativa en la tasa de recurrencia de pólipos en el grupo vacunado.
“Tenemos que trabajar para desarrollar una vacuna mejor”, dice Schoen.
Prevenir el precáncer
La doctora Mary L. Disis, directora del Instituto de Vacunas contra el Cáncer de la Universidad de Washington, quiere prevenir el cáncer de mama en mujeres portadoras de variantes genéticas que las ponen en alto riesgo. Sin embargo, en una primera instancia su esperanza es más modesta.
Uno de sus objetivos es ayudar a las mujeres que tienen carcinoma ductal in situ, que los médicos llaman precáncer. El tratamiento estándar en esos casos es la cirugía, pero algunas mujeres también reciben quimioterapia y radiación para protegerse de un desarrollo de cáncer de mama invasivo. “Idealmente, una vacuna vendría a reemplazar esos tratamientos contra el precáncer”, señala.
Disis comenzó observando las células madre del cáncer de mama, que se encuentran en los cánceres tempranos, son resistentes a la quimioterapia y la radiación, pueden hacer metástasis. Esas células son los que impulsan la recurrencia de los cánceres de mama, señala Disis, que recibe subvenciones de compañías farmacéuticas y es una de las fundadoras de EpiThany, una compañía de desarrollo de vacunas.
En estas células madre, Disis y sus colegas descubrieron una cantidad de proteínas que eran normales, pero que se producían en mucha mayor cantidad en las células cancerosas que en las células no cancerosas. Eso le dio la oportunidad de probar una vacuna que produce algunas de esas proteínas.
La vacuna se probó en mujeres con cánceres avanzados y muy arraigados. No curó el cáncer de esas mujeres, pero dejó demostrado que una vacuna es capaz de generar el tipo de respuesta inmunitaria que podría ayudar en una fase más temprana de la enfermedad.
Ahora Disis quiere intentar vacunar a pacientes con carcinoma ductal in situ, u otra condición precancerosa, la hiperplasia ductal atípica. Su grupo de investigadores desarrolló una vacuna para atacar tres proteínas que en ese tipo de lesiones se producen en cantidades anormalmente elevadas.
La gran esperanza, señala Disis, es lograr que las lesiones se reduzcan o desaparezcan antes de que las mujeres se sometan a una cirugía de resección.
“Sería la prueba de que la vacuna tiene un efecto de limpieza”, dice. Si la vacuna tiene éxito, las mujeres podrían renunciar tranquilamente a la quimioterapia o a la cirugía.
“La respuesta es que efectivamente es posible”
“Creo realmente que en los próximos cinco años habrá algunas vacunas aprobadas para su uso clínico”, dice Disis, y se atreve a anticipar que las primeras vacunas se usarán para prevenir recidivas en pacientes cuyo cáncer había sido inicialmente tratado con éxito.
“Y a partir de ahí creo que pasaremos rápidamente a la prevención primaria”, administrando vacunas a personas sanas pero de alto riesgo.
Y hay muchos otros científicos que comparten su optimismo.
“Ahora por lo menos sabemos cuál es la hoja de ruta”, dice la doctora Shizuko Sei, funcionaria médica del grupo de investigación de desarrollo de agentes quimiopreventivos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
“Tal vez algunos no estén de acuerdo, pero en este momento, la respuesta es que efectivamente es posible hacer vacunas para interceptar el cáncer”, dice la funcionaria médica.