Antes que nada, vaya una aclaración para quienes, por estos días, están disfrutado de la película “Argentina, 1985”. Más allá de sus valores artísticos, es importante destacar que la historia es una ficción y que nada de lo que allí se cuenta realmente ocurrió. La mejor prueba de que solo es una novela ambientada en los años 80 es que, como todo el mundo sabe, la verdadera defensa de los DDHH y el enjuiciamiento a los genocidas se inició con el kirchnerismo, allá por el año 2003 cuando también empezó la democracia y la universidad gratuita.
De hecho, fue el mismo Néstor Kirchner quien dijo textualmente en aquel inolvidable discurso fundacional del 24 de marzo de 2004 en la ESMA: “Vengo a pedir perdón en nombre del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia”. Se puede ver en Youtube, es un sketch hermoso.
De este modo Néstor le explicó al país que el Juicio a las Juntas nunca ocurrió, que no hubo castigos, que nadie fue preso y que antes de él solo hubo vacío y oscuridad. Luego se produjo el Big Bang Hotelero y todo comenzó a fluir.
En otras palabras, la CONADEP, el Juicio a las Juntas, Strassera, Sábato, Fernández Meijide, Magdalena Ruiz Guiñazú y sobre todo Raúl Alfonsín, nunca protagonizaron esa epopeya con la que se pavonean sino que todo ha sido parte de una mentira amplificada por los medios (ahora también por el cine) y que todos conocemos como “lawfare”. Así lo demostró Néstor aquella imborrable tarde en la ESMA pidiendo perdón en nombre del Estado Nacional por no haber hecho nada en 20 años. Palabra de un Kirchner. Listo. Sigan yendo al cine nomás. Están viendo una de Harry Potter ambientada en Tribunales.
Aclarado el punto, vamos a lo importante.
Mire si andaremos mal, amigo lector, que ya estamos elogiando a un tipo por haber estabilizado la inflación en un 7% mensual y evitado que el dólar se siga escapando (había subido de 220 mangos a 300 en 100 metros). Ya con eso nomás, hay gente que lo está tratando a Massa como si fuera un estadista. “No sabemos si va a ser candidato presidencial en 2023, pero en 2027 seguro”, dicen en su entorno como si este muchacho fuera la versión nordelta de Ángela Merkel.
Sin embargo, en este contexto tan auspicioso del gobierno, quedan algunos temitas por resolver, a saber: ¿Cómo puede ser que en la Argentina haya hambre? ¿Cómo no hay nadie en el gobierno organizando que todos los compatriotas indigentes reciban las cuatro comidas diarias, al menos hasta que Massa termine de arreglar el país? ¿Cómo es que naturalizamos que tenemos 100% de inflación anual? ¿Cómo puede ser que el Banco Central tambalee por el simple hecho de que una parejita se vaya de luna de miel a Florianópolis y pague el hotel con la tarjeta de crédito?
Tal vez la respuesta a estas preguntas sea tan simple como evidente: nuestros líderes no tienen tiempo para ocuparse de estos problemas. Analicemos.
Pensemos en los principales dirigentes que hoy nos gobiernan: la número uno del país es Cristina y el número dos es Máximo. Acompaña cordialmente el “presidente” Alberto, dedicado solo a los grandes temas institucionales. Por ejemplo, la agenda presidencial del jueves consistió en asistir a la 59° Fiesta Nacional de la Flor, luego ver “Argentina, 1985” con un grupo de jóvenes y después debatir la película (todo posta). Finalmente está Sergio Massa que se ocupa de ajustar al pueblo en general, y a los jubilados en particular, mientras la N°1 y el N°2 distraen a la militancia para que no se aviven de lo que, justamente, está haciendo Massa.
¿Qué es lo que sucede, entonces? Si observamos bien podremos ver que Cristina y Máximo tienen decenas de propiedades en uso, venta o alquiler, y varios hoteles con sus respectivas administraciones. Eso implica contratos de alquiler, quejas de inquilinos, inmobiliarias, refacciones, reparación de equipamiento, empleados, conflictos, etc. Como consecuencia de todo esto (y de algunos temitas más), enfrentan una media docena de juicios, algunos en primera instancia, otros en segunda, etapa oral, Casación, etc. y, por ende, trabajan con no menos de tres estudios de abogados con los que discuten estrategias, alegatos, honorarios, etc.
Quiere decir que para Cristina (la 1) y Máximo (el 2) el laburo cotidiano, desde que se levantan hasta que se van a dormir, es lidiar con este quilombo personal. Gobernar es solo un hobby que tienen para distraerse, sábados y domingos, de los problemas inmobiliarios y judiciales que los ocupan de lunes a viernes.
Posiblemente al país le hubiera convenido más que los Kirchner, como tantas otras familias acomodadas de Recoleta, los fines de semana se vayan al country y jueguen al golf, pero se ve que ellos prefieren pasarse el finde luchando para la liberación y así nos va. Quince años gobernando el país en los ratos libres, no pidamos milagros.
Esto explicaría mejor las cosas. Por ejemplo, al conocerse el último índice de inflación del 7% lo lógico hubiera sido que Cristina y Máximo tengan una larga reunión de trabajo con Massa para decidir entre los tres qué corno hacer con este desastre. En lugar de eso, Ella solo tuvo tiempo para reclamar mayor control de precios a través de un tuit que escribió mientras iba en el Uber camino a lo de Beraldi.
Tal vez, cuando se conozca el dato de octubre, Cristina le pegue una llamadita a Massa un sábado a la mañana para darle alguna indicación. O eventualmente se junten un ratito cuando se conozca el índice de noviembre, si es que no lo raja antes. Por eso les sale todo mal. No es mala voluntad. Es falta de tiempo.
¿Y por la oposición como andamos? Bien gracias. El kirchnerismo los quiere complicar suspendiendo las PASO, innecesariamente, porque si se trata de complicarlos está visto que la oposición se sabe complicar solita. No necesitan que el oficialismo los ayude.
Aclaración: está buenísimo que los legisladores del Frente de Todos quieran perjudicar a la oposición. Podemos darles ideas si quieren. Pueden pegarles chicles en las bancas, hacerle trompetita cuando se los cruzan en los pasillos o ponerle polvitos rusos en el café. Lo que no pueden hacer es quitarnos a nosotros, los ciudadanos, el derecho a votar en las PASO y a elegir cuál es el inútil que más nos gusta como candidato. Consejo de amigo: no enojen a la gente impidiéndoles votar porque andamos todos con la mecha corta. ¿Tamos?
Si el pueblo argentino pudo sacarse de encima a la dictadura militar, mirá si no nos vamos a poder sacar de encima a cuatro cancheros de La Cámpora que ahora quieren eliminar las PASO e impedirnos votar libremente dentro de 10 meses.
Volviendo al punto, así como Cristina y Máximo se ocupan de sus temas, Macri se dedica escribir libros. Se le dió por ahí al tipo. Ya publicó uno que se llama “Primer Tiempo” y en estos días sale otro que se llama “Para qué”, que vendría a ser la versión moderna del “Qué hacer” de Lenin, sin la parte marxista, obviamente. El título ya es todo un avance intelectual, por suerte no le puso “Cómo pegarle con tres dedos”.
En este libro no debe haber llegado a explicar su idea de que “Argentina fue el inventor mundial del populismo con Perón y Evita”, como acaba de decir en España. Habrá que esperar el próximo para saber de donde sacó el dato. Dada la polarización no creo que le ponga de título “Fuerte y al medio” pero “De cachetada al segundo palo” es capaz el Gato.
Ahora se le cruzó Manes, un médico que una mañana se despertó con la idea de participar en política y decidió arrancar por ser presidente de la Nación. Como si uno quisiera jugar al fútbol y decidiera empezar por ser el 9 de Boca.
Así estamos. A 44 días de que aparezca Messi y nos distraiga, aunque sea por un ratito, de esta pesadilla.