Joaquín Geller no dudó. Tampoco tardó en activar un plan para ayudarla. Abrazó la realidad de Celeste Minotti -la mujer que estuvo a su lado mientras cuando tenía 20 años y luchaba contra un cáncer- apenas supo que era ella quien necesitaba de su colaboración para afrontar otra enfermedad.
El joven de 24 años, de la Ciudad de Santa Fe al igual que Celeste, relató en su cuenta de Twitter que a los 20 años se enteró de que tenía cáncer en uno de sus testículos. Celeste, a quien definió como “la mejor enfermera oncológica que pude haber conocido”, no solo cumplió con su labor, sino que forjó junto a él un vínculo que trascendió lo estrictamente médico para convertirse en una amistad.
“Durante mi tratamiento compartí con ella siete horas diarias y juro que logró sacarme una sonrisa aun cuando yo no quería. Llegué a esperar ansioso la quimioterapia porque sabía que ahí me esperaba una amiga con la que iba a divertirme, compartir charlas sobre la vida y hasta encontrar un hombro donde llorar si lo necesitaba”, contó Joaquín.
Le atribuyó a Celeste el éxito de su tratamiento y confesó que sus palabras introductorias tenían un objetivo: recaudar fondos para ayudarla a ella, que desde hace tres años lucha contra un diagnóstico que la alejó de su trabajo y le impide caminar.
“Le encontraron una malformación arteriovenosa espinal que después derivó en un tumor. Está llevando adelante un lento proceso para volver a caminar. Hoy por hoy ya no tiene ingresos porque no puede trabajar y se le terminó la licencia médica, y tiene muchas cuentas por pagar que se le están acumulando”, escribió el estudiante de Economía en la Universidad Nacional del Litoral.
Una campaña en las redes para ayudar a la enfermera que lo acompañó en su tratamiento
“Mi miedo era que esto pasara sin pena ni gloria. Pero el poder de las redes es sorprendente. A mí me encontraron el cáncer y fue una situación muy difícil de atravesar. Era enfrentar a la muerte a los 20 años. El mundo se me vino abajo, pero salí adelante”, recordó Joaquín a TN.
“Llegué y me encontré con Celeste, que no me victimizó ni me miró con lástima. Me dijo que tenía que ser fuerte para que el tratamiento fuese efectivo. Un tratamiento que, aunque solo duró dos meses, fue muy intenso. Con ella charlé un montón sobre la vida, me acompañó mientras estudiaba. Lloró conmigo”, agregó.
Cuando fue dado de alta permanecieron en contacto. Forjaron una relación de amistad, en donde él la visitaba cuando podía o ella lo buscaba para almorzar o merendar.
La mujer de 33 años precisó que hacía bastante que no dialogaba con Joaquín. Fue él quien esta última vez la contactó para preguntarle cómo andaban sus cosas. “Le comenté que andaba con problemas, que no podía dormir. Que tuve que dejar de trabajar y no estoy cobrando el sueldo. Mi familia me está ayudando y la obra social me cubre la rehabilitación”, explicó Celeste a este medio.
“Vengo con esto desde 2017. Una malformación congénita que empezó a molestarme mientras estaba trabajando. Sentí un fuerte dolor en la espalda, debilidad en las piernas y problemas en los esfínteres. En su momento, luego de consultar a un médico, no me descubrieron nada. En 2019 volvió a pasarme y me contaron sobre la enfermedad”, indicó Celeste.
La operaron por primera vez en marzo de 2020. Una cirugía favorable que permitió darle lugar a una segunda en junio de ese año. “De ahí salí con una paresia en la pierna izquierda. Estuve un año para volver a caminar. En diciembre de 2021 empeoré a partir de un hormigueo en los pies que comenzó a subir y me hizo más débil”, manifestó.
Entre enero y abril de 2022 la operaron tres veces más. “La clínica en la que trabajo me mantiene el puesto durante 12 meses, pero sin goce de sueldo porque yo no me enfermé trabajando. Al ser congénita, la ley dice eso. Me ofrecieron jubilarme, yo tengo el certificado de discapacidad, pero no quiero hacerlo porque soy muy joven y sé que puedo recuperarme”, enfatizó Celeste.
Luego de la iniciativa de Joaquín, la enfermera logró recaudar más de $300 mil en las últimas 48 horas. “Si no recupero lo sensitivo, no voy a poder recuperar lo motriz. Hoy camino gracias a un andador y un bastón trípode, pero tengo que ver dónde piso porque no siento el pie”, detalló.
Respecto a su relación con Joaquín, narró que uno de sus hermanos también tuvo cáncer y que no hizo otra cosa que ponerse en aquel lugar y recordar lo que sufrió junto a su familia.
“Para mí nunca fue un trabajo. Era un placer estar, hablar con él, sentir que podía ayudarlo. Estábamos siete u ocho horas juntos. Nos hicimos amigos. Y ahora le voy a agradecer toda la vida lo que él está haciendo por mí”, completó Celeste.
Para ayudar a Celeste Minotti:
CBU: 2850368240094880251728.
ALIAS: templo.orden.plata.