“Cuanto más vacas tengamos, menos incendios vamos a sufrir”
Los debates por el (varias veces) postergado tratamiento de la ley de humedales deja al descubierto las aristas menos pensadas, algunas de ellas sobre la ganadería.
Con una visión moderamente objetiva, podría decirse que la visibilidad de la problemática apareció cuando grandes ciudades (Rosario, Santa Fe y CABA, por ejemplo) se cubrieron del humo proveniente de los incendios de pastizales de humedales ubicados en la zona del delta del río Paraná.
Por estos días, el debate de los diputados en el Congreso de la Nación ha tomado un vértigo nunca visto, en una actitud diferente a la evidenciada en los años 2013, 2016 y 2021, en que los proyectos perdieron estado parlamentario (en los dos primeros sólo pasó el Senado) por la falta de tratamiento en tiempo y forma.
De la ley de humedales, y de los reclamos de entidades ecologistas (por citar una referencia genérica), donde Bahía Blanca aparece fuertemente involucrada por una costa de características biológicas y geográficas únicas en una superficie de 262.000 hectáreas y con la gaviota cangrejera a la cabeza, ya se han aportado suficientes razones que argumentan tomar decisiones al respecto (que, al parecer, más temprano que tarde sucederá).
Pero de la suma de opiniones de actores principales, especialmente aquellos que son acusados de ser autores de los citados incendios en las islas del Paraná, surgen nuevos elementos en voces de quienes nunca tuvieron voz ni voto. Y menos en estos ámbitos.
El productor ganadero José Luis Peter, de Villa Paranacito, del departamento Islas del Ibicuy, en la provincia de Entre Ríos, dijo que en los campos con modelos silvopastoriles no hay incendios.
“Acá lo que se quema es pasto y al pasto lo come la vaca; cuanto más vacas tengamos, menos incendios vamos a sufrir”, aseguró.
Y a esta altura, es conveniente desglosar.
“Los sistemas silvopastoriles bajo plantaciones forestales surgen como respuesta a las necesidades de cada zona, no sólo por ser un sistema viable y adaptable, sino también por resultar en una serie extra de beneficios para la actividad ganadera y para los productores que lo implementen, destacándose, entre ellas, el atractivo retorno que presentan”. (Fuente: Luccerini Sabrina A., Subovsky Esteban D. e Ing. Agr. Borodowski Esteban, FAUBA).
Peter añadió que siempre vivió en el humedal y que sabe, como pocos, de qué se trata cuando se habla de inundaciones y de incendios (como la consecuencia de aquellas lluvias que originaron pastos crecientes en forma inusitada).
Si remarcó esta identidad como productor ganadero es porque la ley que se está tratando propone la creación de un consejo consultivo conformado por representantes políticos y de diferentes organismos afines a la cuestión, pero con los isleños invisibilizados.
“Somos los habitantes del humedal. Es ilógico creer que alguien vaya a incendiar su propia casa”, dicen los isleños.
“Si se supone que es un proyecto de consenso, no hay razones para que el consejo consultivo excluya a quienes vivimos allí”, sostuvo.
En la misma línea, pero desde un punto de vista científico, algunos expertos en el tema sostienen que es un error relacionar a los incendios (que admiten realizar algunos ganaderos) con los humedales.
“Son temas diferentes”, dijo el investigador del Conicet y del INTA, Jorge Adámol, quien también es profesor de Ecología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
“Una ley no va a resolver la emergencia de los incendios. Las mismas áreas, que hoy se queman, hace pocos años eran las que se inundaban. Eso no es raro, porque los ambientes de humedales están sometidos a fuertes fluctuaciones”, explicó.
Adámol fue más allá cuando alentó la inclusión de planes de contingencia (“en lugar de salir corriendo a buscar aviones hidrantes en un momento, o botes en otro”).
Y como al federalismo se vuelve siempre —al menos en lo dialéctico— conviene sumar la opinión de ganaderos, y de otros productores, que viven a la vera del delta del Paraná.
“Cuanto más lejos estamos de Buenos Aires, más sufrimos la falta de federalismo. Por eso nada mejor que el propio lugareño para cuidar el medio ambiente. Muchas veces, desde un décimo piso de CABA se generan proyectos que no tienen en cuenta a muchos de los argentinos que viven al margen de los beneficios que dan las grandes ciudades”, aseguró el diputado Jorge Rizzotti, por Jujuy, quien además es titular de la Comisión de Transportes de la Cámara Baja.
Por otro lado, ni la ley ni la ganadería. Tal la concepción de la diputada santafesina Ximena García.
“Desde el primer momento aclaramos que esto no viene a resolver el problema de las quemas. La ley de humedales debe generar políticas a mediano y largo plazo, y certidumbres y seguridad jurídica, para saber dónde y cómo se puede producir”, amplió.
“Las posiciones fundamentalistas y extremas bloquean el debate. Es posible tener un futuro donde ambiente y producción sean compatibles”, concluyó.
Justamente, entre veredas fundamentalistas y extremas parece encontrarse estancado el debate. Mientras tanto, los isleños, los menos consultados, se preguntan: “¿Se trata la ley de humedales por los incendios o incendian para tratar la ley de humedales?