Hongos alucinógenos: del consumo hippie al uso medicinal
La serie Cómo cambiar tu mente encendió el interés sobre el uso terapéutico del LSD, la Ayahuasca y los hongos. El interés de científicos y empresarios argentinos.
Todo comenzó cuando se habló libremente de “Cannabis medicinal” en varios países, incluido el nuestro. Lo cual quitó esa mancha de prohibición sobre el consumo recreativo de la marihuana, la cual en los Estados Unidos databa de 1970 (y el modelo estadounidense de perseguir a quienes la comercializaran y la consumieran se hizo global desde entonces, salvo en los Países Bajos, por ejemplo).
Ahora le toca el turno de entrar a los laboratorios a otras drogas, consideradas peligrosas e ilegales, que están bajo la lupa de la ciencia como curativas.
Así se estudian, como posibles medicinas psíquicas y físicas, ciertos hongos alucinógenos, el cactus Peyote del que se obtiene la Mescalina, las plantas sudamericanas de donde se extrae la Ayahuasca y el Ácido Lisérgico (o LSD), obtenido a partir de un hongo que ataca a la cebada.
¿Pero qué sucede cuando juntamos psicotrópicos y sus posibles usos terapéuticos en medicina con millones de dólares provenientes del sector farmacéutico y start-ups?
Bueno, el resultado es lo que muchos están llamando nuevo “capitalismo psicodélico”.
El siglo XXI proyecta como negocio el uso de drogas ahora prohibidas en plan medicinal. Pero primero avanza la idea de descriminalizar, mediante proyectos de ley, el uso de plantas medicinales como la Ayahuasca en algunos estados de los Estados Unidos.
Más de 50 compañías que cotizan en la Bolsa ya están trabajando en el desarrollo o el testeo de algún componente psicodélico, según reporta la prestigiosa publicación The Nation.
Asimismo, en estados como California , apuntan a despenalizar el uso personal de drogas psicodélicas (incluyendo LSD, MDMA y Éxtasis), según contaba el periodista y divulgador Michael Pollan en una editorial del New York Times.
Pollan editó varios libros sobre el tema y aparece hablando de esto en la nueva serie de Netflix Cómo cambiar tu mente. Este documental está abriendo mentes, incluso en personas que jamás oyeron hablar de alucinógenos.
?Está sacudiendo tabúes y prejuicios. Pero no solamente en EE.UU. Veamos qué pasa por acá nomás...
Hijo de ex presidente investiga
Por estas latitudes, empezamos a escuchar cada vez más sobre “terapias alternativas” usando hongos y psicodélicos, pero sobre todo sorprendió que ciertos personajes públicos hicieran mención de esto: entre los más recientes, “Aíto” De la Rúa y su pareja, la actriz Calu Rivero.
El hijo del ex presidente fundó una empresa llamada Spinoza –en homenaje al filósofo holandés– con base en Amsterdam, a fin de estudiar el uso de la Psilocibina (presente en ciertos hongos y trufas) con fines terapéuticos (sobre todo, para casos de depresión y ansiedad).
Como todavía en la Argentina no está permitido trabajar con estas sustancias, su investigación sobre el “Reino Funghi” no abandonará por ahora su sede en Países Bajos.
Además, el tipo de tecnología que necesita para los experimentos está lejos de hallarse disponible en la Argentina.
Durante los últimos cincuenta años, drogas como el LSD o el tipo de anfetamina denominada Éxtasis, estuvieron prohibidas por considerarse tipo 1, es decir, muy peligrosas (a la par de la Heroína, por ejemplo).
Pero gracias a los esfuerzos de científicos y médicos en la última década, han generando una respuesta entusiasta en el sector de emprendedores.
Por supuesto, las farmacéuticas acompañan haciendo lobby, por lo cual se empieza a mirar con simpatía la inversión en estos componentes: aseguran que serán el futuro de las terapias.
¿Cuáles son esos componentes? Los más utilizados en estudios recientes son la Psilocibina (presente en variedades de hongos como los “Cucumelos”), que se toma en microdosis (representan una décima o vigésima parte de lo que se toma para uso recreativo), el DMT o dimetiltriptamina presente en la Ayahuasca, la Mescalina (del cactus Peyote) y el LSD.
Cabe aclarar que fabricar estas drogas sin licencia aquí o allá todavía no es legal y es penado, pero lo que se está avalando con ciertos permisos es el estudio médico de estas sustancias.
Según el citado artículo de The Nation, al menos tres de las compañías que invierten en investigación psicodélica en los EE.UU. están valuadas en mil millones de dólares: Angermayer’s ATAI Life Sciences, Compass Pathways y GH Research.
Además, se estima que este sector proyecta ganancias que podrían alcanzar la friolera de 10.75 miles de millones para el 2027,crecimiento que superaría –atención– al mercado del Cannabis, que ya es legal en algunos estados norteamericanos para consumo personal y médico.
Hasta se habla de la Psilocibina como “la nueva Marihuana”.
El setor farmaceútico que estudia los alucinógenos proyecta un crecimiento que superaría al mercado del Cannabis, que ya es legal en algunos estados norteamericanos para consumo personal y médico. Hasta se habla de la Psilocibina como “la nueva Marihuana”.
Marketing a un lado –y es evidente que hay bastante–, se trata de un viaje que parece retomarse. Aquél que comenzó la firma suiza Sandoz Chemicals en 1943, tras descubrir las propiedades psicodélicas del LSD.
Aquél que, luego de una efervescente experimentación a la par del movimiento hippie en los ‘60, terminaría por demonizar socialmente estas drogas.
Pues bien, con este renovado interés de científicos, terapeutas y público general, los empresarios no podían quedar atrás: hay inversionistas de capital de riesgo como Peter Thiel, pero también se incluyen en el futuro negocio la heredera estadounidense Rebekah Mercer y celebridades como Mike Tyson.
La Psilocibina, la vedette
El uso de Psilocibina de manera amateur creció en los últimos años pandémicos; aquí, al calor de intercambios en foros y redes sociales, cuentas de Instagram con recomendaciones, cursos y guías caseras, y grupos de “facilitadores” y acompañantes terapéuticos.
Pero el momentum cultural que están teniendo los hongos no termina ahí, y su clímax de popularidad llega ahora también con series, documentales y libros.
Al ser dosis pequeñas –suelen administrarse en pastillas que contienen el hongo–, las cuales permiten el consumo sin mayores riesgos y sin generar dependencia, y dado su “origen natural”, el estigma social tiende a ser menor en comparación con otras drogas psicodélicas.
Pero en este contexto, es importante aclarar que el uso y comercialización de microdosis localmente no están permitidos, y que existen actualmente pocos estudios autorizados en la Argentina sobre el tema.
Además, cuando hablamos de usos terapéuticos de la Psilocibina, tanto aquí como en el mundo, suele ser en relación a tratamientos experimentales para casos puntuales: cuadros severos y diagnosticados de ansiedad y/o depresión, epilepsia refractaria, migrañas muy fuertes o como terapias de acompañamiento para mejorar la calidad de vida de personas que sufren de enfermedades graves o terminales (sobre todo, cáncer).
Y aun en estos casos, la evidencia científica, aunque prometedora, es prematura y no del todo concluyente.
El tratamiento con Psilocibina se está probando para cuadros severos y diagnosticados de ansiedad y/o depresión, epilepsia, migrañas o como terapias de acompañamiento para mejorar la calidad de vida de personas con cáncer.
Discursos recientes que simplifican o malinterpretan los resultados de estudios actuales, confunden usos médicos experimentales con terapias alternativas de diversa índole, o con prácticas de autoconocimiento/desarrollo de la espiritualidad. No es lo mismo.
Para ser claros, existen algunos estudios, como las investigaciones del Hospital Johns Hopkins y la Universidad Hebrea de Jerusalén, con resultados prometedores en los casos de depresión mayor, a raíz de los cuales muchos otros profesionales y centros del mundo comenzaron con pruebas clínicas similares.
Pero algo que hay que tener en cuenta es que estos estudios utilizaban dosis mucho mayores que las de experiencias con microdosis que se están testeando hoy.
En términos de tendencias, se han puesto de moda para otros usos, en una frontera entre lo recreativo y lo terapeútico: para inducir a la creatividad o para mejorar el rendimiento laboral.
Pero no es éste el objetivo de los psiquiatras y los médicos: la idea es llegar al núcleo duro de la enfermedad, no quedarse en la superficie de los síntomas, ver adónde se inician realmente las enfermedades, con enfoque holístico.¿Y si una experiencia extrema con “setas mágicas” –un viaje psicodélico– le permitiera darse cuenta a un enfermo terminal de que su vida está conectada con un cosmos mayor, y eso finalmente aliviara su acercamiento a la muerte?
En razón de estos casos extremos, se están repensando las normas que prohíben su uso excepcional, dado que hasta ahora no se comprobó que los hongos produzcan adicción.
Hacen falta más estudios todavía, como para despejar dudas sobre posibles efectos secundarios y daños. Recién entonces podrá emprenderse un camino seguro hacia la despenalización.
Estudios en la Argentina
Lo que viene dejando en claro la investigación formal con esta clase de sustancias es que son drogas muy sensibles al entorno, es decir, a las personas que las consumen: lo que la persona siente, dónde está y cómo se siente cuando las consume.
Todo esto pueden llegar a modificar el efecto de la droga psicodélica, según los expertos.
Es por ello que desde la universidad Johns Hopkins también vienen estudiando en simultáneo la realización de sesiones de meditación antes de un viaje psicodélico, ya que prepara mejor a los pacientes para tener la experiencia.
La cual puede llegar a ser una, y sólo una, pero de efectos perdurables e inolvidables en la persona.
Desde la universidad Johns Hopkins vienen estudiando la realización de sesiones de meditación antes de un viaje psicodélico, ya que prepara mejor a los pacientes para tener la experiencia.
En nuestro país, la investigación de estas particularidades en las experiencias con Psilocibina lleva unos años.
El estudio más difundido sobre el tema fue realizado por el equipo de Enzo Tagliazucchi, autor, investigador del Conicet y director del Laboratorio de Conciencia, Cultura y Complejidad de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Él, además, está llevando lo que quizás sea el estudio más grande realizado a nivel mundial con Psilocibina, en conjunto con el psiquiatra Ricardo Corral (presidente de la AAP y jefe de investigación del Hospital Borda) y Ain Stolkiner (médico especializado en psiquiatría).
La investigación se basa en dos estudios trascendentes. El primero, ya realizado sobre 34 sujetos, no mostró efectos destacables con ingesta en bajas dosis de hongos.
El segundo estudio, en vigencia, consiste en dividir a los pacientes en cuatro grupos de 25 personas, de los cuales a dos de ellos se les dará Psilocibina y a dos otros, un placebo.
Dos de esos grupos, antes de recibir la droga o el placebo, cumplieron con un retiro de meditación de tres días, y todos los pacientes hicieron terapia en el transcurso de la investigación.
La Psilocibina se les administró en dos dosis, una de 10 miligramos y otra de 25, separadas por una semana. Los resultados todavía están siendo procesados y prontos a publicarse.
Tagliazucchi y compañía también realizaron otros estudios, como el consumo en contextos naturales de psicodélicos, aunque para no romper la ley trabajaron con personas que ya estaban consumiendo.
Una de las metas de Tagliazucchi es relativizar cierto blablablá actual sobre la cuestión, sobre todo, esa moda de tomar microdosis de Psilocibina para simplemente “sentirse mejor”.Explica: “Las personas que estaban iniciando este tipo de consumo lo hacen porque hay una evidencia anecdótica de que la microdosis puede mejorar el vuelo creativo, la atención, la energía y el estado anímico. Es decir, hay una especie de cóctel de cosas que la gente busca mejorar, sobre todo la creatividad y la capacidad para resolver problemas. Entonces lo que nosotros hicimos fue un protocolo en el cual, para participar, las personas tenían que, o bien consumir la dosis o bien un placebo, y lo administramos al azar. Lo que encontramos es que no hubo un efecto significativo en ninguna de estas variables que mencioné, digamos, de creatividad o estado anímico, y ni siquiera en las variables cognitivas”.
Esto no indica que en dosajes más altos, y bajo condiciones específicas (y ahora además sumarán estudios sobre pacientes oncológicos), no haya indicios prometedores.
?Pero conviene no exagerar los efectos de su uso en microdosis.
Aclara Tagliazucchi: “Algo interesante de las drogas psicodélicas, a diferencia de los fármacos que usualmente se usan para tratar depresión o ansiedad, es que lo que la persona experimenta durante los efectos del viaje psicodélico –su duración, los efectos de la droga, lo que a la persona le pasa– es lo que predice o puede predecir si la persona mejora o no. Es un paradigma muy diferente a como funcionan las drogas antidepresivas en general”.
Una salvedad para hacer es que algunas de estas sustancias, que son naturales y por tanto no pueden patentarse, pueden obtenerse de forma casera sin pasar por los grandes laboratorios.
Se abre un debate aquí: ¿cualquiera puede cultivar hongos en su casa y tomarlos? Los usos domésticos y de autogestión de la salud (acompañados de discursos poco confiables y pseudo científicos) son muy riesgosos.
Por eso, en la serie Cómo cambiar tu mente se aclara específicamente, y sin temor a la obviedad, que siempre debe consultarse a un profesional de la salud antes de cualquier consumo de medicinas del tipo que sean.
Pero esa tentación del uso autogestionado también pone en peligro los intereses de los laboratorios. Lo que muchos temen es que en esta carrera por establecer patentes en la industria farmacéutica global, sirva de táctica restrictiva. Y así se termine entorpeciendo la investigación y el avance científico.
Mercado vs. Salud: ésa es la cuestión, finalmente.