Los dos dramáticos fantasmas que tensionan a todo el sistema político
Entre la dirigencia política, la principal preocupación es cómo se van a organizar las elecciones del año que viene. Pero por lo bajo se empieza a producir un movimiento que podría poner en jaque la estructura democrática - Por Pablo Winokur
En la Cámara de Diputados hay dos proyectos para suspender las PASO para 2023. Uno es de la izquierda y el otro del provincial Movimiento Popular Neuquino. Para poder suspenderlas se necesitan 129 votos y el oficialismo solo tiene 117. Para Juntos por el Cambio puede ser el golpe de gracia que entierre sus chances de volver al poder.
En las últimas horas volvió el fantasma de que el Gobierno quiere suspenderlas. En la Rosada lo desmintieron. Pero en el espacio de un gobernador opositor (Juan Schiaretti, de Córdoba) salieron a decir que lo verían con buenos ojos. “El kirchnerismo las inventó para tratar de manejar el peronismo. Nosotros nunca las quisimos. Que cada partido decida sus candidatos”, plantearon. Son votos que pueden torcer la historia.
Jorge Capitanich, de Chaco, que hoy actúa como un coordinador de todos los gobernadores peronistas, también lo planteó en Twitter y pidió “redistribuir los recursos no imprescindibles -financiamiento de gastos electorales- a los efectos de promover más transferencias directas para el desarrollo productivo y social”. Traducción: chau PASO.
Siempre cerca de la gente (?), en el Congreso no se habla de otro tema. Pero según un sondeo que hizo A24.com hoy el oficialismo no tiene hoy ninguna chance de conseguir los 129 votos en Diputados, aun con el apoyo de los cordobeses. Tanto desde el socialismo de Santa Fe como Florencio Randazzo descartaron que vayan a acompañar el tema. Sus votos son clave.
¿Por qué es importante esto? Juntos por el Cambio, para volver al poder, necesita mantenerse unido. Hoy tiene 8 precandidatos a presidente y la forma de resolver sus candidaturas es una PASO. Si no hay PASO, corren riesgo de volar por el aire porque tienen que volver a rediscutir todo. Si se va a internas no obligatorias (no PASO), el resultado podría quedar alterado por el peso de los aparatos. A algunos dirigentes les conviene eso, pero no a todos.
No es el único fantasma que le preocupa a la dirigencia política. En los últimos días creció un temor por un fenómeno invisibilizado que se expuso tras el fallido atentado contra Cristina Kirchner...
Lo que la política no ve
El intento de atentado contra Cristina Kirchner muestra una parte de la bronca que hay en una sociedad que en muchos casos está invisibilizada. El kirchnerismo lo llama “discurso de odio”, y culpa a la oposición y los medios. Quizás es un fenómeno más profundo que merece otro tipo de análisis.
Esta semana trascendieron unos audios del grupo Revolución Federal que organiza escraches contra políticos. En conversaciones internas (que fueron detectadas por la AFI) hablaron de “pudrirla”, “prenderle fuego al ‘hijo de puta’ (Alberto)” y “Hacer patria”. Traducción: matar a Cristina, Alberto o Máximo.
Las charlas se dieron por Twitter Spaces, un foro por Twitter que cualquiera puede organizar para hablar públicamente de temas diversos. “Ahora son todos santos que nunca quisieron que Cristina se muera. Y yo quedé como un boludo”, dice Jonathan Morel, de 23 años, uno de los organizadores de Revolución Federal. “Es algo que está en la opinión popular. Se dijo. Está mal”, reconoce en charla con A24.com.
“Siempre repudio la violencia. Una cosa es decirlo y otra que lo hagas”, aclara. Pero agrega que los políticos tienen que cambiar: “No escuchan. Están empecinados en no escuchar a la gente”, plantea.
Revolución Federal surgió a partir de distintos encuentros entre libertarios. Sus fundadores apoyaban las ideas de José Luis Espert y Javier Milei. Pero después de las elecciones, sintieron que sus referentes se apartaron del camino.
Leo Sosa (también de 23 años) es otro de los organizadores del espacio. “Somos un puente entre opositores que están en contra de los que gobiernan hace 20 años. Cada uno tiene su posición ideológica, pero lo dejamos de costado”, aclara. Lo ven más como un movimiento para que “los políticos los escuchen”.
“Somos una organización para hacer manifestaciones. No somos un grupo de ultraderecha. A mí me decían ‘Negro’, no soy heterosexual... Que nos quieran correr con eso, no da”, dice Sosa. “Es el agotamiento de la clase media. Si la gente no nos acompañara, no seguiríamos”, insisten.
Son una muestra del caldo de cultivo antipolítica. Tienen entre 23 y 26 años, y viven hace 12 en un clima de tensión política constante y en un país que se hunde sistemáticamente. Las manifestaciones violentas siempre son repudiables; más si hubiera terminado en una tragedia que por suerte no sucedió.
El tema es que la Política (con mayúscula) no logra interpretar a estos sectores porque está metida siempre en su propia rosca. Y son sectores que se comunican a través de redes semiprivadas a los que los políticos no acceden. Son una amenaza para el sistema; pero el caldo de cultivo fue creado por la propia dirigencia política.
La construcción de Patricia Bullrich
Patricia Bullrich intenta representar a esos sectores. Por eso mantiene posiciones intransigentes. No va a hablar con el oficialismo, repudió a medias el atentado a Cristina Kirchner. Se planta como antisistema, aunque nadie puede decir que Patricia no es parte del sistema hace 40 años.
El análisis en el espacio de Bullrich es que si van a un acuerdo político de algún tipo con el Gobierno, “le dejamos la cancha liberada a Milei, que va a poder denunciar 'a la casta'. Sería una irresponsabilidad instucional dejar a la sociedad sin alternativa”, aseguran.
¿Posibilidad de dialogar con el oficialismo? “Ninguna”, responden tajantemente. “Si hubieran querido estar contra la violencia, tendrían que haber convocado a un gran encuentro por la democracia con la oposición. Hicieron un acto partidario, en que el Presidente dijo que los responsables fuimos nosotros”, agregan.
A Bullrich le preocupa también que el oficialismo intente sacar las PASO. La unidad de Juntos por el Cambio es fundamental para su construcción. Creen que sin PASO, Milei puede ser presidente. En un escenario fragmentado como el de 2003, con el peronismo llevando dos o tres candidatos (un kirchnerista, un peronista de centro, ¿Massa?) y Juntos por el Cambio partido en 3, Milei podría quedar segundo con el 20% de los votos; y cualquiera que se enfrente al kirchnerismo sería el próximo presidente.
Bullrich es una de las que más se ve amenazada por esa idea. “Ella es Menem y Horacio es Cafiero. No tiene aparato, ni plata, expresa el momento histórico de la Argentina”. Así la describen en su entorno. Creen que su crecimiento no tiene techo y que es la que mejor interpreta en este momento la realidad del país.
El candidato a vicepresidente ya está definido. Es Alfredo Cornejo, exgobernador y exjefe de la UCR. Fórmulas cruzadas para evitar la fuga de votantes y dirigentes radicales. “Es impresionante la magia y los halagos entre ambos”, dice un dirigente que recorre con ellos el país. Llama la atención: Cornejo criticaba a Macri por sus posturas extremas y pedía más socialdemocracia y más Estado cuando Cambiemos estaba en el poder. Hoy, Patricia Bullrich representa todo lo contrario.
Con las PASO en funcionamiento, ese escenario, dicen cerca de Bullrich, es imposible. En cualquier escenario, la fórmula cruzada (candidata del PRO y vice radical) ayuda.
¿Se pueden suspender las PASO?
Hay dos proyectos con estado parlamentario para suspender las primarias.
Uno es del exdiputado del FIT Juan Carlos Giordano.
El otro es del legislador del Movimiento Popular Neuquino (un partido provincial).
El oficialismo tiene 117 votos propios. Necesita 129 votando a favor. Se descuenta que van a acompañar los 4 legisladores del bloque Provincias Unidas. Es decir necesita 8 votos más.
Los diputados cordobeses que responden al gobernador Juan Schiaretti son 3 votos más.
El del MPN va a votar su propio proyecto.
Claudio Vidal, del Bloque SER de Santa Cruz, podría ser un voto más.
Felipe Álvarez, su compañero de bloque, juega con Larreta. Habrá que seguirlo de cerca, aunque por ahora es un "no".
Así, estamos a tres votos.
Los otros legisladores del Interbloque Federal ya anticiparon que no lo votarían.
“Topo” Rodríguez (que responde a Lavagna) dice que está en contra de las PASO, pero que no es año para hacer reformas.
Florencio Randazzo, que también integra su bloque, mandó a decir que “ni le interesa hablar de esos temas que están alejados a mil km de lo que le pasa a la gente”.
Queda ver qué piensa Graciela Camaño, tercera pata de ese espacio. Es difícil pensar que se vaya a apartar mucho de esa posición.
En el socialismo (que tiene dos diputados) aclararon que no van a votar la eliminación. “No se pueden cambiar las reglas de juego de un día para el otro. Nosotros nunca hacemos lo que nos conviene”, dijo a A24.com Mónica Fein, presidenta de ese bloque. Recuerda que Santa Fe fue la primera provincia en tener PASO. “De ley de lemas salimos con PASO”, evoca. Gracias a eso, el socialismo pudo gobernar la provincia 12 años.
¿La izquierda podría acompañar? Ese espacio creció como nunca desde que se implementó ese sistema. En las primarias suele haber muchas agrupaciones en las que, al no superar el umbral del 1,5%, sus votantes después terminan confluyendo en el Frente de Izquierda.
¿Qué haría Milei? A su espacio le conviene que no haya PASO. La eliminación se adapta a su discurso político: “¿Para qué gastar plata de los impuestos en una elección innecesaria?”. ¿Se bancarían sus seguidores que termine aliado al kirchnerismo tan explícitamente? Por ahora, Mileil baja mensajes ambiguos.
El derrotero de los acuerdos imposibles
El kirchnerismo vuelve a hablar de un acuerdo político. Como cada vez que le tocó estar en baja. En la Argentina, los acuerdos solo los reclama aquel que está pidiendo la toalla.
Ahora Cristina dice que quiere hablar con Macri. Lo reveló A24.com en exclusiva este miércoles. Primero se instaló el tema desde las oficinas de Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del interior y hombre de Cristina en la Casa Rosada. Después lo ratificó Oscar Parrilli, que suele decir las cosas que Cristina no quiere decir.
Tras el atentado frustrado, Cristina Kirchner entró en una etapa mística, como ella misma reconoció. Se reunió esta semana con curas villeros, agradeció a Dios y a la virgen porque el tiro no salió.
Un dato raro: elogió a José Mayans (presidente de bloque del FdT en el Senado), a quien suele destratar en las sesiones. “José es mi gran consultor del evangelio. Tenemos en José Mayans, senador, un católico militante y practicante en serio. No, no, en serio, yo lo admiro y lo quiero mucho a José”, dijo. Fue el más férreo defensor de la postura de la Iglesia en el debate por el aborto.
Cristina planteó en ese discurso la necesidad de ponerse de acuerdo “al menos en economía”. Habló de que el problema del país es la falta de moneda (como si ella no tuviera nada que ver con eso). “Es lo más fácil de poder discutir: números. Es fácil porque dos más dos es cuatro y no hay posibilidades de que sea cinco o seis”, planteó Cristina.
Discutir números a veces puede ser lo más difícil. Cristina encabezó un gobierno que intervino el Indec para hacerle mostrar números falsos. Decía que la inflación era del 10%, que la pobreza argentina era menor que la de Alemania, que el dólar salía 10 pesos y que la inseguridad era una sensación…
En la calle se sabía que durante el kirchnerismo, un tercio de la población era pobre, que la inflación era de 30% promedio, que el dólar salía 15 y que la inseguridad era cuestión de todos los días. Y que la economía no creció durante el último mandato de Cristina. Fue ese gobierno el que se encargó de destrozar los números.
Quizás un buen inicio para dialogar es el reconocimiento de que el país que entregó Cristina estaba muy lejos de ser “Disneylandia”.