Desde tiempos muy antiguos nuestra nación vislumbró una relación muy nociva entre la Iglesia Católica y los grandes demagogos que subyugaron a nuestro pueblo.
Ya en la introducción a la obra "El Matadero" de Esteban Echeverría aparecía un reflejo de esta lógica, dónde un sacerdote elevaba alabanzas a Rosas y culpaba a los unitarios por las inundaciones y las pestes que asolaban al Buenos Aires decimonónico. Cobarde y subordinada a la autoridad de los caudillos, la iglesia renunció una y otra vez a su tarea misionera para tomar partido en la política por simpatía y promesas de privilegios y riquezas.
Un siglo después, pasó nuevamente con Perón, a quien la curia argentina legitimó y apoyó en las elecciones de 1945 para recompensar que este mismo demagogo implantó la educación religiosa obligaria en las escuelas públicas.
La iglesia nuevamente entró en ese juego de favores, y baño con agua bendita a otro de los grandes demagogos nacionales.
En la época de los golpes de estado y el genocidio también actuó incorrectamente dando su bendición al terrorismo de Estado, mancha muy oscura que siempre pesará en su legado.
Todo lo antedicho podría ser simplemente historia, pero en la actualidad, para no abandonar una tradición centenaria de equivocaciones y malas decisiones, en una sociedad agrietada y dividida, la Iglesia Católica no dudo en dar su aval a la líder populista Cristina Kirchner.
El papa Francisco I, peronista de la guardia de hierro del 70', orientado por los Grabois, los curitas villeros y todo el clero de las provincias del norte gobernadas hace décadas por caudillitos justicialistas, le dieron nuevamente y lamentablemente un nuevo gesto de apoyo a la demagogia.
¿En qué momento la Iglesia Católica, cuyo rol debería ser espiritual y trascendental, va a dejar de meter la cuchara en los asuntos terrenales en los momentos más delicados y frágiles de la política nacional?, ¿era necesario salir a militar el peronismo en estas horas bajas y tristes para nuestra Patria?
Recordemos que al Macri que no sabía ni hacer la señal de la cruz, los obispos le reclamaban por la pobreza en aumento, y a esta Cristina santificada la dejan empobrecer al pueblo sin mencionar ni siquiera en voz baja que este gobierno está hambreando a los pobres.
Por Ernesto Nicolás Mazzucco.