A poco más de un mes del inicio de su gestión, ya se perfila la forma elegida por Sergio Massa para transitar su paso por el Ministerio de Economía. Tomada como un trampolín para su candidatura presidencial del 2023, ninguno de sus actos quedan librados al azar. Está claro que el exdiputado tomó como estrategia ser la cara de las buenas noticias. Nunca la del ajuste.
Es por eso que, si se recorren sus apariciones en las últimas semanas, el titular del Palacio de Hacienda fue el vocero de anuncios esperados por distintos sectores, incluso cuando la envergadura de la medida no lo justificaba por su poca trascendencia o por tratarse sólo de cuestiones protocolares o, apenas, formales.
En cambio, decisiones de fondo y con impacto negativa para los destinatarios quedaron en manos de funcionarios de segundo nivel o, en otros casos, en una fría comunicación mediante la vía de resoluciones.
Los ejemplos son varios.
El domingo, horas antes de partir hacia Estados Unidos donde tiene una agenda cargada de reuniones (algunas importantes), Massa prefirió quitarle el tiempo a ultimar los detalles de ese viaje para hacer el anuncio del dólar “soja”, una medida esperada por los productores del agro.
Es cierto que, por el efecto en materia de divisas que tiene la medida en un país sin dólares, podría justificarse su presencia. Es un anuncio a la altura de un ministro y no para dejarlo en un colaborador.
Sin embargo, el miércoles pasado, encabezó un acto en la planta de Toyota de una envergadura sobredimensionada para un tema sectorial administrativo en cuestión.
Funcionarios, empresarios de todas las automotrices y gremialistas formaron parte de una puesta en escena que tenía como objetivo la prórroga formal de una medida que estaba vigente desde el año pasado por decisión de Martín Guzmán y Matías Kulfas.
Concretamente, se firmó la resolución que oficializaba la extensión de la quita de retenciones para las exportaciones incrementales de la industria. En la práctica, la medida ya estaba vigente y sólo faltaba la firma para darle un marco legal. Entre tanto cambios de funcionarios, la norma había quedado olvidada en algún cajón.
Está claro que su prórroga se podría haber efectivizado con la publicación directa en el Boletín Oficial o con un simple anuncio del secretario de Industria y Desarrollo, José Ignacio de Mendiguren, o el secretario de Comercio, Matías Tombolini, dos funcionarios que estaban presentes también en el acto de Zárate.
La trascendencia otorgada por el Gobierno nacional a la extensión de la medida sorprendió a los empresarios del sector, convocados para el mega acto, que también entendían que el hecho no justificaba semejante despliegue, salvo por el impacto político.
De hecho, en muchos medios se tomó a la medida como una novedad, un alivio que se le estaba dando al sector por la gestión Massa y no una continuidad de lo que había decidido Guzmán.
Sin salir de este sector, desde el Ministerio de Economía se informó ayer sobre la reunión de Massa con directivos de Volkswagen. En el comunicado se destacó que la automotriz ratificaba la inversión de US$2.50 millones en la Argentina. Este fue un anuncio realizado en mayo y que, cuatro meses después, no ameritaba ninguna confirmación. Salvo la necesidad de poner a Massa en los medios junto a una buena noticia, aunque no fuera fruto de su gestión. Era el anuncio del anuncio.
Gran parte de la agenda de la gira fue armada bajo esa pícara estrategia.
También se lo vio al ministro, hacia fines de agosto, en un acto popular, en la localidad de Escobar, para anunciar una mejora para las asignaciones familiares. Hubo discurso del funcionario y aplausos por parte del grupo de trabajadores que hicieron participar del evento.
Distinta es la forma de presentar las malas noticias. Incluso, cuando por la trascendencia y el impacto sí justificaría el protagonismo del encumbrado funcionario.
Por ejemplo, a mediados de agosto, al anunciar la quita de los subsidios para la luz y el gas – una medida clave en materia económica y con impacto negativo para la clase media – Massa prefirió delegar la comunicación en los dos secretario del área (Energía e Hidrocarburos) y de la titular de Aysa, Malena Galmarini, su esposa. Massa sólo lo había mencionado en su primer discurso, en el marco del programa general de su gestión, pero no se sentó junto a sus colaboradores para la letra chica y dolorosa del ajuste.
Algo similar sucedió con la otra mala noticia que se conoció en su corta gestión y que tuvo que ver con los recortes de presupuestos en los Ministerios de Educación y Salud. La noticia se conoció por una “resolución administrativa”, justo horas después de la llegada del viceministro Gabriel Rubinstein, pero tampoco hubo acto ni conferencia de prensa y la voz de Massa no se escuchó sobre este tema. Ni siquiera cuando las protestas de familiares y prestadores se manifestaron por el recorte de fondos en el área de discapacidad, una medida que afecta a miles de personas, es especial a menores.
Sólo hubo un comunicado del Ministerio de Economía en el que se explicaba el alcance de la medida.
Tanto el profundo cambio en materia de subsidios como este último ajuste en rubros de Educación y Salud – algo criticado hasta hace un mes por todo el peronismo - merecieron la presencia de Massa. En cambio, temas menores como el trámite administrativo de la firma de una resolución, tuvieron un acto con bombos y platillos.