Mensajes cargados de odio para cuestionar los mensajes de odio

El bloque de senadores del Frente de Todos repudió el ataque que sufrió la vicepresidenta
El bloque de senadores del Frente de Todos repudió el ataque que sufrió la vicepresidenta

La ilusión que despertó la foto de todo el arco político reunido en el Congreso para cerrar filas y repudiar el atentado contra Cristina Ferández fue efímera. Duró solo unos minutos. Apenas se retiraron los legisladores de Juntos por el Cambio, el Frente de Todo hizo la suya.

El primero en hablar fue el senador José Mayans. El formoseño estuvo medido, sereno y a la altura. Fue un breve discurso, pero atinado. Un llamado a la calma generalizada. Y hasta ahí llegó la cautela que se espera en estos casos.

El micrófono pasó entonces a las manos de Sergio Palazzo, diputado y gremialista. Y arrancó con un relato de barricada innecesario, que no tenía nada que ver con el momento del país. O, al menos, con lo que necesitaba el país. Un desborde de desaciertos de lo más rancio de la clase política.

Fue el primero en apelar a esta figura del “discurso de odio”. Y sin ningún tipo de elemento probatorio, arreció acusaciones contra la oposición, contra los medios y contra la Justicia. Sí, sin eufemismos, el dirigente bancario culpó del atentado a la cobertura mediática que ha recibido el juicio contra CFK por sospechas de corrupción en la obra pública durante sus mandatos. Automáticamente, después convocó a un cese de actividades y movilización en señal de solidaridad con la vicepresidenta.

La última en hablar en ese improvisado comunicado en el Parlamento fue la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau. De nuevo, un compendio de frases comunes, de militancia berreta y lejos, lejísimo, de la madurez política que pide a gritos la Argentina.

Unos minutos más tarde, en un mensaje grabado que se hizo esperar, el presidente Alberto Fernández mostraba una vez más que no había comprendido la criminalidad del acto que había sucedido en el barrio de Recoleta.

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Usó, casi literalmente, las mismas palabras que Palazzo. Echó culpas, usó las causas judiciales contra CFK como excusas e intentó obtener un aprovechamiento político de toda esta historia.

El Presidente, que en más de una ocasión ha mostrado su costado violento, volvía a desperdiciar la oportunidad de expresarse como un estadista. Y, en un momento de crisis social extrema, lejos de exponer esa faceta moderada que ofreció en la campaña presidencial de 2019, decidió apostar por la chicana, decretó un feriado para que el oficialismo salga a las calles y muestre su músculo y así romper –si es que quedaba- todo tipo de vínculo con la oposición.

 

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