Flavio Tolerancia Diez y la doble vara frente al “si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”
Por Ernesto Nicolás Mazzucco
Hace apenas un mes y medio el concejal Flavio Diez, creyendo erróneamente que la vidriera de su local partidario fue rota el día de la marcha del 9J (cuando en realidad estaba rota hacía semanas), me calumnió públicamente y aprovechó ese escenario para dar un discurso sobre ética y ciudadanía, encumbrando valores como la solidaridad, el respeto, el entendimiento y la tolerancia.
Afirmaba, según su manera distorsionada de ver las cosas, que quienes protestaban pacíficamente supuestamente estaban arengando a la comunidad y convocando a la violencia.
Sí, increíble, la libertad de expresión encasillada y reducida a “no digas nada porque puede herir sensibilidades kirchneristas”, ya que todos sabemos que para ellos todo el universo es un complot en su contra y que cualquiera que haga algo que no les gusta está desestabilizando, excepto obviamente que sean ellos los autores de la desestabilización, de las toneladas de piedras al Congreso, de escupir retratos de periodistas o los sucesos de estas fechas, entre otros.
Pasaron las semanas, y ocurrió un hecho grave, el economista López Murphy fue expulsado de la Facultad de Derecho de la UBA por un violento militante kirchnerista de La Campora, el Ateneo Néstor Kirchner de Coronel Suarez no se pronunció en repudio al hecho, Flavio Diez o María José Lacoste tampoco, tal vez se les pasó, estaban muy distraídos, o no les importó, a ellos que supuestamente promueven el amor contra el odio, y dicen defender la convivencia cívica en tolerancia y respeto.
Pasaron otras semanas más, y Cristina Kirchner, la máxima referente de Flavio y el Frente de Todos, fue llamada a fuero penal para responder por las acusaciones fundadas en su extendida y monumental corrupción, claramente, las pruebas evidencian delitos gravísimos, y su defensa lejos de ser técnico-jurídica, fue un arengue a la violencia, que rápidamente se disemióo entre su militancia a nivel nacional, la cual se movilióo bajo la consigna “si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”.
Asimismo, desde los grupos de WhatsApp del kirchnerismo se empezaron a filtrar todo tipo de llamamientos a pudrirla, a reventar la calle y como bien reza el eslogan a hacer quilombo en sus más variopintas modalidades.
María José y Flavio nuevamente ignoraron los hechos y tampoco se preocuparon, esta vez la tolerancia, el respeto y el amor quedaron suspendidos, indefinidamente aplazados, parece no serían tan importantes, porque al fin y al cabo la violencia les gusta pero solo si es articulada en función de defender la impunidad de Cristina, su idolatrada referente nacional.
Por ella parecieran insinuar creer que las normas de la sana convivencia democrática se pueden dejar de lado, y lo que fue una reunión pacífica, un cartelito y un posteo en las redes que tanto los irritó por su supuesta “gravedad” queda empequeñecido frente al desmadre que están promoviendo los kirchneristas a nivel nacional, poniendo en vilo a todo el pueblo de nuestra nación, pueblo castigado por el desastre económico que el kirchnerismo ha provocado, pueblo que no tiene descanso y ahora se tiene que fumar en pipa que los camporistas salgan encolerizados a vapulear a los jueces y fiscales en un enfrentamiento público que amenaza con desencadenar un derramamiento de sangre o un estallido social, la “pueblada” dirían ellos, que es la puesta en marcha de una maquinaria extorsiva dispuesta a amedrentar al poder judicial en busca de la impunidad por la que bregan.
Y así pasan nuestros días, mientras hoy el kirchnerismo siembra la anarquía, pero mañana cuando baje la tensión y se calmen los ánimos sociales generados por este violento clamor populista nos van a decir nuevamente que son el amor y la tolerancia. Por su parte, el pueblo trabajador que genera riqueza y se esfuerza genuinamente para intentar en vano progresar en la Argentina espera contando los días hasta que llegue la maravillosa urna en la que votar el definitivo fin del populismo.
Por Ernesto Nicolás Mazzucco.