La extraña y fascinante manera en que los perros beben agua, según la física

Sus anchas mandíbulas de depredador los obligaron a desarrollar un sorprendente truco para derrotar a la gravedad y así poder llevar el líquido a sus bocas.
La extraña y fascinante manera en que los perros beben agua, según la física

La ingesta de agua es una actividad que las personas realizan a diario, y de manera mecánica. Es una práctica de lo más común y muy pocas veces la gente se detiene a mirar en detalle cómo gesticula la boca y la lengua al momento de tomar líquidos. A diferencia de los humanos, lo que ocurre con los perros es fascinante, ya que no tienen la capacidad de juntar los labios y succionar el líquido hacia la garganta.

Un video en cámara lenta del programa “Secret Life of Dogs” de la televisión británica permite ver varios cuadros por segundo de la particular hazaña. Y, a pesar de que el proceso varía para ciertos tipos de perro, la mayoría usa su lengua curvándola en la parte posterior y jalándola de forma veloz hacia su boca, creando una especie de cuchara para levantar el agua.

El diario Wall Street Journal también abordó el tema y advirtió cuál es la razón por la cual más cantidad de agua termina en el suelo que en la boca del perro.

“El problema de los perros sedientos es que sus bocas se extienden alrededor de sus caras, con la bisagra de sus mandíbulas muy atrás, para poder masticar la presa. Nosotros, los humanos, con la ayuda de nuestras mejillas, podemos cerrar los labios para formar un pequeño agujero y luego aspirar agua a través de ese agujero. Pero un perro no puede hacer eso porque tiene demasiada boca para cerrarla. Su método alternativo es sorprendente, en parte porque es ingenioso, pero sobre todo porque parece increíble que funcione”, remarcó la física Helen Czerski, quien explora la compleja ciencia detrás de fenómenos familiares.

“Si observamos a un perro beber, veremos cómo abre la boca, extiende la lengua hacia abajo y hacia arriba, y luego cierra las mandíbulas. Un perro hará eso una y otra vez, y este es el proceso de lamer. Pero cuando se mira más de cerca, lo que sucede es bastante complejo”, aseguró Czerski al referirse al accionar de la lengua respecto a la dinámica de los fluidos y a la forma en que el animal la utiliza.

“El perro empuja su lengua en el agua con relativa lentitud, hasta que alcanza tal vez una pulgada bajo el agua. Ahora, ha creado un agujero en el agua lleno de su lengua enroscada. Entonces -y este es el paso crítico-, vuelve a sacar la lengua hacia arriba increíblemente rápido. El agua se empuja hacia arriba y hacia adentro en el espacio que la lengua deja atrás, y el agua en movimiento tiene tanta inercia que sigue avanzando una vez que el agujero está lleno, creando una columna de agua descuidada que se extiende hasta el pistón de la lengua, que se retrae rápidamente”, explicó la física en detalle.

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La poca agua que los animales llevan en la cuchara formada por el rizo de su lengua cae por los lados, y hay un breve momento en el que la columna de agua se extiende hacia arriba hasta su boca; ahí es cuando deben cerrar sus mandíbulas para atrapar ese flujo de agua antes de que caiga al piso. Entonces, el ciclo vuelve a empezar.

La experta asegura que la cantidad de agua que los perros pueden atrapar de esta manera, en cada vuelta, es relativamente pequeña. “Cuanto más grande sea el pistón lingual, más agua salpicará hacia arriba en la columna, por lo que el rizo de la lengua es importante”, indicó. Los gatos, en cambio, lo hacen de forma diferente y sin salpicar, por lo que son bebedores mucho más ordenados.

Una forma de ayudar a los perros, según Czerski, es elevar el recipiente donde se coloca el agua para que esté al alcance de su mandíbula y hagan el menor enchastre posible al momento de saciar su sed.

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